En el IV Congreso del PSUV le sacaron el cuerpo al “pueblo” llano
Efectivos de la GN, Sebin, PNB y escoltas de personalidades impidieron a todo el que no estuviera acreditado siquiera permanecer en las afueras del Alba Caracas durante el IV congreso del PSUV
Los días 28,29 y 30 de julio se llevó a cabo en el otrora lujoso hotel Caracas Hilton y bautizado por la ‘revolución’ como Alba Caracas, el IV Congreso del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), encuentro en el que quedó evidenciado una vez más que el amor al pueblo profesado por el Gobierno es una pantomima muy alejada de la realidad.
Pasadas las 8:00 de la mañana del sábado simpatizantes del Gobierno comenzaron a llegar al lugar, esperando participar en el congreso, o simplemente hablar con un representante del oficialismo, con la esperanza de que alguno atendiera su llamado para algún reclamo o sugerencia.
Otros tantos llegaron cuando aún no salía el sol. En su mayoría provenían del interior del país, por lo que llegaban con pequeños bolsos y cartas en las que expresaban sus necesidades o sus reclamos por promesas gubernamentales no cumplidas ni siquiera a través de las misiones sociales.
Entre estas personas se encontraba Juan Carlos, un hombre de estatura baja, piel morena, rostro cansado y una muleta para apoyar su pierna derecho. Había llegado desde Maracaibo, capital del estado Zulia, para pedir una ayuda a los representantes del partido en el que ha militado desde su creación.
Sin embargo, las horas transcurrían y pese a que en la plazoleta frente al hotel no disminuía la afluencia de vehículos lujosos, no había nadie que pudiese atender al cristiano de 47 años.
Su petición era clara, una ayuda para reparar los dos aires acondicionados de su vivienda, que se quemaron con los constantes apagones que se registran en la entidad zuliana. Alegó que esto no lo hacía por capricho, señalando que su hijo tiene una discapacidad motora y problemas para respirar, por lo que le urge resarcir los daños registrados en su sistema de aire.
«El gobernador no hace nada, por eso vine hasta aquí», dijo en reiteradas oportunidades.
Socialismo para pocos
Al ver que no recibían respuestas y se negaban a permitirles el acceso, las personas comenzaron a gritar reproches y quejas a los funcionarios de seguridad que estaban en la puerta, enfatizando que el «chavismo es para todos por igual», por lo que fueron obligados a desalojar las inmediaciones del Alba Caracas.
Todo esto transcurrió ante la mirada de varios representantes de la Unidad de Batalla Hugo Chávez (UBCh), que seleccionados para participar en el congreso de la tolda oficialista, pero quienes seguían aguardado por la credenciales que nunca llegaron. Mantenían la esperanza de que alguien solventara el problema.
Con tanta gente aglutinada en la entrada principal del hotel, llegaron más funcionarios de la Guardia Nacional (GN), Policía Nacional Bolivariana (PNB), Guardia Presidencial, del Sistema Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) y escoltas personales de los “pesados” del PSUV.
Aunque lo corrieron en reiteradas oportunidades, Juan Carlos no se fue. Estaba confiado en que lograría hablar por lo menos con el gobernador del Zulia, Omar Prieto Figueroa.
Su insistencia hizo que varias de las personas de seguridad le pidieran la carta que escribía una y otra vez en un cuaderno destinado para este fin, sin embargo, entraban hacía la zona donde se desarrollaba el congreso y salían sin ninguna respuesta.
A primera hora de la tarde el marabino seguía firme, caminando de un lado a otro de la puerta a ver si de casualidad se topaba con algún representante del Gobierno. Un efectivo de la GN lo abordó y al acercarse Juan Carlos amablemente alcanzó a decir “Dios te bendiga, soy cristiano”, palabras que de inmediato el funcionario cortó diciendo: “con más razón, los cristianos no debemos mendingar”, y lo instó nuevamente a retirarse.
Los alrededores del Alba estaban fuertemente custodiados por los cuerpos de seguridad, era normal ver alcabalas cada dos cuadras, carros lujosos en las aceras aledañas al hotel, numerosas motos y cientos de escoltas privados.
Así como estuvo restringido el acceso para aquellos militantes del PSUV que no tenían acreditación, las puertas también se cerraron para todos aquellos medios de comunicación no oficialistas sin el distintivo que permitía acceder al recinto.
Y, por su puesto, la escena se repetía una y otra vez: arma en mano, la GN se encargó de conminar a abandonar el lugar a todo aquel sospechoso de ser un ‘peligro’ periodista.
A pesar de mostrar la credencial que lo acreditaba como militante del Psuv y manifestar que hasta tenía el Carnet de la Patria, las peticiones de Juan Carlos no fueron escuchadas y las cartas consignadas solo quedaron para ser un reflejo de sus necesidades y de como desde las filas del partido de Hugo Chávez tratan al pueblo.