En la vida hay amores…, por Marisa Iturriza
En una película, el Galán pregunta amorosamente: ¿Qué hace una chica como tú en un lugar como este? Fuera de la pantalla, con respecto a la situación que nos atañe, muchos espectadores se preguntan ¿Qué hago yo aquí, cómo llegamos a esto? ¿Por qué a mí? ¿Saldremos de esto? ¿Viviremos? ¿Por qué? Quizás la respuesta no es una sola. Parte de eso se inició cuando los “expertos” no tomaron en cuenta el derrumbe en curso y no aplicaron medidas. Al contrario, todo lo enredaban con entusiasmo. En eso apareció el flautista de Hammelin para arrastrar a unos cuantos con su melodía castigadora. Vino El Deslave.
Pero no hay que culpar demasiado a esos seguidores porque si a Eva, que vivía cómodamente en El Edén, la serpiente la tentó con la fruta prohibida: “Pruébala. Es di-vi-na. Dile a Adán” y éste mordió la manzana, y Jehová -arr enojadísimo- los expulsó del paraíso para que pasaran el trabajo parejo por desobedientes, cosa que la malintencionada reptil no mencionó ni por asomo, no se puede culpar a quienes -en una situación que si no era tan crítica como la actual, tampoco era muy clara que digamos- siguieron la melodía de un flautista que prometía paraísos y de quien probablemente se desharían en unos cinco años si no, como hacían en el pasado. Pero no. No fue así. Peor, dejó su legado.
*Lea también: Cinco Temas, por Fernando Luis Egaña
En una geografía indefinida, nació un no muy ilustrado robusto sucesor que, con el tiempo, tras desenvolverse en posiciones burocráticas subalternas, alcanzó los más elevados niveles dentro del poder hasta heredarlo de su predecesor. Se puso más grandote, autoritario y amedrentador. Se rodeó de infinidad de guardaespaldas y militarizó la administración pública. Expropiaciones, confiscaciones y cierre de empresas aumentaron la escasez de alimento y medicina. La corrupción imperó. Industrias prósperas desaparecieron. Se incrementó inflación y desempleo. La diáspora. Llenó de opositores y desaparecidos las cárceles y de tumbas los cementerios. Prosperó el delito. La muerte. Su nombre es… ¡Idi Amin Dadá! tan inolvidable como hitler o stalin u otros que no necesitan adjetivos porque son un descalificativo en sí.
Suele suceder que en vez de amores primordiales como el filial, la vida, la libertad y la justicia, en la vida hay horrores que nunca deben olvidarse para que no se repitan jamás, y para que Tito Rodríguez, que cada vez canta mejor, nos recuerde que En la vida hay amores que nunca pueden olvidarse…