En política, lo que parece es, por Julio Castillo Sagarzazu
Twitter: @juliocasagar
Diosdado Cabello, medio en serio, medio en broma, pareciera haber cantado lo que el chavismo está pensando sobre el proceso electoral: en primer lugar, que es muy probable que la fecha de las elecciones sea una que sirva para descolocar a las fuerzas que han resuelto convocar unas primarias para dirimir la candidatura presidencial. Consumar un adelanto del proceso, no solo agarra a la oposición sin pañuelo para el catarro sino que acentúa las condiciones para sea más complejo constituir un frente competidor frente al 25% del oficialismo.
¿Por qué esto es así? Pues, porque si no hay tiempo para realizar las primarias, se estaría llevando agua al molino de quienes han sugerido que, en esa eventualidad, habría que decantarse por un consenso de partidos. Con la actual desafección de los venezolanos hacia las organizaciones políticas no es difícil imaginar el inmenso peso del plomo en el ala con el que se partiría a la contienda electoral.
No es descartable que esta política pudiera conseguir afectos en el frente opositor. Como anillo al dedo les vendría a aquellos que no están de acuerdo con las primarias porque se ven un chance limitado, pero también a otros que se darían por bien servidos, apostando por la prolongación del statu quo actual, del que han tirado no pocos beneficios.
La papeleta es todo un desafío y planteará la necesidad de un plan de emergencia, si esta especie llegara a confirmarse. Así las cosas, la oposición tendría frente a sí varios retos: definir cuanto antes las cuestiones cruciales del voto en el exterior; la designación del Comité Rector de las primarias y un mecanismo para reevaluar la fecha en caso de que efectivamente se adelanten.
Paralelamente a ello —porque en la política, el arte de mascar chicle y caminar debe ser dominado a la perfección— las organizaciones y eventuales candidatos estrían compelidos a activarse inmediatamente.
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No hay duda que una asignatura pendiente es volver a conectar emocionalmente con los millones de venezolanos que acompañaron la protesta y la lucha por recuperar la democracia. Conectar igualmente, como ocurrió el 2015, con los millones de compatriotas que usaron el voto para protestar por el deterioro de las condiciones de vida. Es evidente que una campaña electoral, sea esta de primarias o directamente las presidenciales, tiene que conjugar sabiamente estos dos elementos.
De la misma manera habría que evaluar que las elecciones que se convoquen no sean solamente para la Presidencia de la República. Es altamente probable que Maduro no quiera ir solo a este proceso. Una manera de asegurar que todo el activo del chavismo participe es involucrando, al menos, a los gobernadores para ponerlos a todos a trabajar en la misma dirección.
Esto va a obligar a que los factores democráticos comiencen desde ahora a plantearse alianzas y reagrupamientos. Si hay elecciones regionales, habrá que incorporar a las negociaciones a decenas de factores sociales, organizaciones independientes y liderazgos locales con peso específico en sus regiones. Esto podría ser una gran oportunidad para alargar las fronteras de la oposición más allá de los partidos.
Unas primarias pueden, igualmente, convertirse en una excelente ocasión para volver a entusiasmar al activismo local y poder presentar opciones competitivas. Esto es esencial.
El resultado de una consulta popular (por más compromiso que haya de que los vencidos apoyen al vencedor) donde los ganadores lo hagan con un pequeño porcentaje, no abona en el terreno de presentar a ese candidato como competitivo.
De allí que sería importante que las alianzas se perfilasen desde ahora. Hay alternativas afines que podrían reagruparse y establecer el compromiso de que los mejores colocados en la opinión pública recibirían el apoyo de los menos favorecidos. Lo repetimos, si hay elecciones regionales, hay un amplio espacio para negociaciones y para conformar frentes y acuerdos. Que las primarias se hagan entre alternativas que se han ido decantando y reagrupando sería una buena noticia para tener opciones fuertes y creíbles.
Si es verdad que en la política «lo que parece, es», entonces estamos atrasados.
Había que comenzar ayer a trabajar en todos estos complejos pero fascinantes desafíos.
Julio Castillo Sagarzazu es maestro.
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