¿En qué quedamos?, por Teodoro Petkoff
Una cierta exageración pedagógica permitiría afirmar, sin forzar demasiado los límites de la realidad, que Chávez ha violado prácticamente todos los artículos de la Constitución. Pero hay uno de ellos con el cual se ha ensañado particularmente, violentándolo prácticamente desde los inicios de su gobierno hasta al sol de hoy. Se trata del artículo 328, que es el referido a la Fuerza Armada Nacional.
Para el Presidente este artículo prácticamente no existe, hasta tal punto lo ha ignorado. Ese artículo es el que define a la Fuerza Armada y su relación con el Estado, el gobierno y la Nación. Es el que declara el carácter apolítico y apartidista de la FAN, estableciendo que sólo estará al servicio de la Nación y en ningún caso al de personalidad o parcialidad política alguna.
A lo largo de 13 años ese artículo ha sido reducido a añicos. Chacumbele ha hecho lo que le ha dado la gana con la FAN, estableciendo una relación con ella en la cual la guía no es la Constitución sino la voluntad del capo de todos los capos.
Con la reciente designación del general Henry Rangel Silva como ministro de la Defensa, Chávez ha ido más allá de sí mismo. Esa nominación constituye una provocación al país, a la FAN y a algunos países de nuestro entorno suramericano. Chávez está perfectamente consciente de que ha colocado en ese cargo probablemente al más cuestionado y desacreditado de sus altos oficiales. En su abundante currículo es posible encontrar toda clase de malandanzas pero hay una en particular que lo marca especialmente. Fue su retumbante declaración de que la FAN no aceptaría ningún otro presidente que el actual. Esa fue clara y abiertamente una declaración golpista. Rangel anunció que en el supuesto de una victoria de la oposición, la FAN estaba presta para dar un golpe de Estado. Otros pocos altos oficiales imitaron su ejemplo. El Comandante en Jefe ni chistó. Callando pareció otorgar.
Pero a partir de la Memoria y Cuenta se han producido algunas extrañas peripecias. Chacumbele repitió siete veces en su larga perorata que la FAN acataría y respetaría la voluntad popular y que se cuadraría ante quien resulte vencedor el 7 de octubre, incluso si no es él.
Es evidente que estas frases de Chávez están en franca contradicción con los dichos sediciosos de Rangel Silva y otros. ¿Está Chávez dispuesto a hacer valer su mando para meter en cintura a los oficiales más chavistas que él mismo? En todo caso hay que darle el beneficio de la duda y emplazar a otros oficiales a partir de ese concepto fundamental emitido por el Presidente.
El país se sentiría mucho más tranquilo, sin duda, si el general Rangel Silva y los demás pronunciaran tan categóricas afirmaciones democráticas como las que emitió su Comandante en Jefe. Este podría completar su faena solicitándoles que pidan excusas al país y afirmen su voluntad de respetar la decisión popular.
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