En Senado de EEUU alertan sobre supuesta expansión de Hezbollah en América Latina

Exfuncionarios y analistas de seguridad coincidieron ante el Senado estadounidense en que la administración de Nicolás Maduro facilita operaciones de Hezbollah en América Latina. Señalaron además la existencia de una red que conecta al grupo libanés con estructuras criminales en Colombia, Paraguay, Brasil y Argentina. No mostraron pruebas específicas
Varios expertos en seguridad y exfuncionarios del Gobierno de Estados Unidos aseguraron ante el Senate Caucus on International Narcotics Control que Venezuela se ha convertido en un punto clave para las operaciones de Hezbollah en América Latina, especialmente en el tráfico de drogas y el lavado de dinero que financia a la organización libanesa.
Durante la audiencia, los exfuncionarios Nathan Sales, Marshall Billingslea, Matthew Levitt y Robert Clifford coincidieron en describir a Venezuela como un refugio para miembros del grupo y un eslabón vital en sus redes criminales.
El exembajador Nathan Sales afirmó que «la administración de Nicolás Maduro ha emergido como un facilitador clave de Hezbollah en el hemisferio occidental». Según su testimonio, el Ejecutivo nacional otorga documentación oficial a operativos del grupo y permite que «Caracas funcione como base de operaciones para el lavado de dinero y el contrabando de drogas, armas y efectivo».
Por su parte, Marshall Billingslea, exsubsecretario del Tesoro para Financiamiento del Terrorismo, explicó ante el comité del Senado que tras el desplazamiento de rutas de cocaína desde Colombia, Venezuela se transformó en «el principal corredor del narcotráfico operado por Hezbollah». Aseguró que figuras como Ghazi Nassereddine, exdiplomático venezolano en Damasco, «entregaron pasaportes y facilitaron contactos entre el grupo y funcionarios del Gobierno». Añadió que entre 2010 y 2019 se habrían emitido más de 10.000 pasaportes venezolanos a ciudadanos de Irán, Siria y Líbano, algunos de ellos vinculados con Hezbollah, y que esa cifra podría superar los 20.000.
Billingslea también reveló que «unos 400 comandantes de Hezbollah fueron reubicados recientemente en Sudamérica, incluyendo Venezuela», como parte de un movimiento para evadir la presión de las autoridades libanesas tras la destrucción de parte de su infraestructura en Líbano.
Matthew Levitt, del Washington Institute for Near East Policy, advirtió que las sanciones y la crisis económica iraní han reducido el financiamiento tradicional del grupo, lo que impulsa a Hezbollah a buscar más ingresos en América Latina. «Cuando Hezbollah se queda sin dinero, aumenta su dependencia de sus redes criminales», señaló.
El exagente del FBI Robert Clifford recordó que Hezbollah tiene décadas operando en la región y que su estructura criminal «ha logrado insertarse en países con debilidad institucional, como Venezuela, donde las redes de narcotráfico y corrupción le ofrecen protección».
Los testigos también mencionaron a Colombia, donde las rutas de la cocaína continúan siendo controladas por grupos criminales que cooperan con intermediarios vinculados al grupo libanés. En la triple frontera entre Argentina, Brasil y Paraguay —una zona históricamente señalada por el contrabando y la opacidad financiera—, aseguraron que operan células dedicadas al lavado de dinero y al comercio ilegal de armas, coordinadas con estructuras establecidas en Venezuela.
Según los expertos, esta red transcontinental conecta Sudamérica con África y Medio Oriente, y permite a Hezbollah sostener sus actividades terroristas pese a las sanciones internacionales impuestas sobre Irán. «Lo que vemos es un ecosistema criminal que aprovecha los vacíos institucionales y la corrupción en varios países de la región», dijo Levitt.
Los participantes en la audiencia del Senado coincidieron en pedir que Estados Unidos refuerce su cooperación con las autoridades de América Latina para enfrentar lo que calificaron como «una amenaza híbrida» que mezcla crimen organizado, terrorismo y corrupción estatal.
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