Encuentro en Oslo, por Luis Manuel Esculpi
En círculos cercanos a Miraflores y a la cúpula del PSUV, pareciera que cada vez más crece la convicción de la incapacidad e imposibilidad de Maduro para enfrentar la actual crisis. El querer aparentar fortaleza y tranquilidad en sus apariciones públicas, no supone la existencia real de ese estado de ánimo y menos aún le es trasmitido a sus cada vez más reducidos fieles seguidores.
La crisis es un importante protagonista de la coyuntura, junto a los actores políticos principales y el importante rol que ha venido cumpliendo la comunidad democrática internacional. La conjunción de estos y otros factores conforman un complejo marco imprescindible de considerar cuando se analiza la situación política actual.
El estribillo «todas las opciones están sobre la mesa», inicialmente difundido con la intención de apuntar una «amenaza creíble», en un sector extremo produjo una lectura de opción exclusiva, por supuesto, la de su preferencia, tras ella arrastró a gente que, en medio de la comprensible desesperación, solo concibe como opción la intervención militar foránea.
Con el propósito de fundamentar tan insólita posición han pretendido apoyarse en el texto constitucional, haciendo una particular interpretación del artículo 187 numeral 11 de la Carta Magna; uno de los más difundidos recientemente. Me ha correspondido polemizar con tan alegre visión en diferentes escenarios, en asambleas y reuniones políticas entre otras zonas como El Valle, San Bernardino y La Pastora. Ese texto ya estaba contemplado en la Constitución del año 61 por la cual se rigió la República civil, así funcionó en nuestro país una misión militar norteamericana, desde ese tiempo hasta principios de los años dos mil y enviamos misiones a cumplir diversas tareas en otros países; sin ser invadidos y sin nosotros protagonizar ocupaciones en esos lugares.
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Si la interpretación que algunos hacen del referido artículo, fuera la pretendida seríamos un caso único en el planeta, al contemplar en el texto constitucional, la indeseada posibilidad de ser invadidos militarmente por una nación extranjera
Si son «todas las opciones», son en verdad todas, y por supuesto no se puede excluir la negociación, sobre todo cuando ella ha constituido en muchísimos casos una herramienta para la resolución de conflictos semejantes e incluso de mayor confrontación que el nuestro.
Quienes a menudo citan a Mandela como ejemplo de resistencia, parecieran olvidar su participación en el proceso que lo condujo a la presidencia, igual sucede con quienes apelan al ejemplo chileno o español. Además de tantos otros casos donde la transición de un régimen a otro fue en buena medida negociada
Se argumenta, con razón, que al proponerse negociar se debe estar en las mejores condiciones para poder salir fortalecido en sus eventuales resultados. Si se observa la lucha social y política como un proceso continuo y no episódicamente, con sus altos y bajos, sus aciertos, falencias y errores, diversas variables incidirán en el momento de iniciar la exploración. Sin duda, más allá de uno que otro capítulo. hoy la oposición está en mejores condiciones que hace un año para abordar esa opción.
El que algunos pensaran debía iniciarse antes no niega el que se haga hoy, especialmente cuando las fuerzas representadas en la Asamblea Nacional, siempre sostuvieron en su estrategia que en última instancia esa sería la alternativa para resolver la crisis política. El anclarse en el debate de la justeza o no de la conducta asumida en torno a las elecciones de hace un año, en nuestra opinión, hoy por hoy carece de sentido. El que en el discurso opositor el énfasis no estuviera colocado en ese aspecto, más allá de algunos desacuerdos puntuales, siempre lo interpreté como el empleo legítimo de una de las tantas formas de mantener la presión interna al lado de la convocatoria a la sociedad a movilizarse.
El que intentos de diálogo hayan fracasado anteriormente, no niega la conveniencia de asistir a Noruega, después de haber participado, como es lógico, en reuniones preliminares. En esta oportunidad, se cuenta con un amplio respaldo internacional, con un liderazgo que une a fuerzas decisivas de la oposición, un adversario debilitado y rodeado de presiones a su interior por sectores en búsqueda de alternativas a la crisis. Entre otras muchas razones justifican plenamente concurrir al encuentro en Oslo.