Encuesta abajo, por Teodoro Petkoff
La última encuesta nacional de IVAD (Félix Seijas) –de las pocas encuestadoras serias de este país– arroja unos registros de opinión pública extremadamente interesantes. Hay un ítem al cual Seijas concede una importancia muy relevante.
Es el que denomina «Bloques Políticos». En este, cruzando varios datos, establece la existencia de dos grandes bloques políticos que denomina «situacionales»: el «Bloque Chavista» y el «Bloque No Chavista». El primero cuenta con el 45% de los venezolanos y el segundo con el 43%, en tanto que un 11,6% aparece como «no identificado».
Este dato, por primera vez en las innumerables mediciones de opinión que viene realizando el IVAD, muestra un virtual empate entre los dos grandes bloques en que se ubican los venezolanos. Esto coincide con una apreciación que hemos venido haciendo en varios editoriales, acerca de la evolución que ha experimentado la opinión electoral de los venezolanos a partir del año 2007. Hasta la reelección de Chávez, en diciembre de 2006, los votantes opositores nunca pasaron del 37-38% del total de votos válidos, en tanto que los votos favorables al gobierno se movieron siempre alrededor del 63-64% del total.
En los procesos de 2007 (referéndum constitucional), 2008 (elecciones regionales y locales) y 2009 (referéndum por la enmienda), ambos sectores se han movido en torno al 50% cada uno.
El respaldo electoral al gobierno ha descendido desde niveles superiores al 60% hasta las vecindades del 50%, mientras que el rechazo electoral al gobierno ha seguido una ruta inversa: desde menos del 40% hasta, también, las vecindades del 50%. El IVAD corrobora esta división por mitades de la opinión pública.
¿A dónde conducen estas tendencias? Ambas líneas de desarrollo están inexorablemente destinadas a cruzarse. Las razones las registra el propio IVAD: 49% desaprueba la toma de puertos, aeropuertos y autopistas (43% aprueba); 53% está en desacuerdo con la figura de los «vicepresidentes regionales» (35% aprueba); 77% desaprueba los arrebatones a alcaldías y gobernaciones (18% aprueba); 62% desaprueba intervenciones y expropiaciones de empresas (33% aprueba); 62% prefiere la propiedad privada (32% prefiere la social y comunal); 58% cree que la propiedad privada está amenazada (37% cree lo contrario); 87% cree necesario un diálogo entre gobierno y oposición (11% cree que no hace falta).
Si a esto unimos un dato que debe ser sobrecogedor para Chávez: 65% de los venezolanos no quiere que su mandato vaya más allá de 2012, se puede comprender que los todavía elevados niveles de confianza en el Presidente (54%) serán inevitablemente carcomidos por la termitas del rechazo a sus políticas y por el debilitamiento del «visto bueno» que ha venido recibiendo su desempeño económico. Es imposible que el cambio en la apreciación sobre el desempeño del gobierno (que, además, va a empeorar) no se refleje en la popularidad, confianza e intención de voto por Hugo Chávez.