Entramos a la era del chavismo sin Chávez, por Ángel Monagas
Twitter: @AngelMonagas
Definir lo que ocurre en Venezuela no es tan simple. El análisis debe incluir variantes hasta de órdenes sociológicas y sicológicas, sin excluir el problema político, económico, entre otros.
En política el poder se impone a la razón.
La coherencia es fundamental. La política es pariente del derecho y este requiere de lógica. Decir una cosa hoy y hacer otra mañana es una inmoralidad, tratándose de la tragedia que vive el pueblo venezolano.
Chávez, aisladamente de sus obsesiones y comportamiento psicótico, casi demencial en muchas ocasiones, era un líder, en el concepto latinoamericano, no en el ámbito gerencial moderno. Siempre movió multitudes. Lloraban por él, pasaban hambre por él pero votaban por él. Le creyeron. Cómo decía el filósofo y ensayista José Ortega y Gasset, en su obra Meditaciones del Quijote: «Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo».
No obstante sus resentimientos, producto de sus traumáticas experiencias infantiles, estuvo rodeado de límites que pocas veces rebasaba. Respetaba o sencillamente se hacía el desentendido.
No así sus condiscípulos. Sus llamados “hijos”. Ellos dentro de su singularidad marcaron desde el principio diferencias.
No era igual hablar con Nicolás, con Diosdado, que con Chávez mismo.
A sus hijos les llegó el poder en cascada. Los cubrió de fortuna, de dinero, de bienes y privilegios.
Chávez era un animal político. gustaba de buenas compañías femeninas. Fumaba mucho y tomaba café en demasía, pero muy poco ingería licor. Solo lo divertía, lo entretenía, la política. Tener poder y ejercerlo.
Lamentable, no lo uso para transformar, para cambiar una nación que desde hace años esperaba un mesías. El dictador o militar necesario, aseguraban muchos.
Hoy el panorama es otro. Sus hijos no son Chávez. No copiaron lo poco bueno. Solo desarrollaron el “maquiavelismo”, “el resentimiento” de un Hugo perseguido hasta su tumba y más allá por los demonios.
José Vicente era una suerte de dique de contención de muchos de ellos. Hoy también acompaña a Chávez, a Fidel, donde ellos estén.
Entramos en la era del chavismo sin Chávez. Cada uno de sus hijos domina una parcela, un sector. Hasta el general Chourio, ahora en Apure, a quien Chávez salvó de una situación pasional que vivió.
El chavismo sin Chávez, diferente a su padre, cumple lo que asegura. No perdona. Hace seguimiento.
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La oposición política versión MUD-G4 está dedicada a lo mismo que ha hecho estos 21 años. No descifra el tablero de ajedrez, ni proyecta las jugadas. Quizá sí, pero no las prioriza.
Es una oposición política sin opositores auténticos.
Todo indica que en Venezuela se han perdido dos generaciones políticas, vale mencionar, muy jóvenes e insólitamente con iguales o peores vicios que las anteriores.
Urge a la contemporaneidad política emerger y poder enfrentar a este chavismo sin Chávez.
Falsa perspectiva
Muchos creyeron que muerto Chávez, desaparecía el chavismo, se vendría abajo como un castillo de naipes. No han entendido que el chavismo no es una corriente de pensamiento, ni ideología y, en consecuencia, menos un partido político.
Es una organización, carente de todo lo anterior, bien disfrazada y bajo la égida castro-comunista. Su fin es mantener el poder para disfrutar los privilegios.
Su interés no es ser popular, ni contar con las mayorías. Con una variable, fraccionada la oposición el PSUV es el primer partido del país. Su juego ha sido ese y factores endógenos en la MUD-G4 han sido complacientes.
El chavismo es más una religión tipo radicalismo musulmán, trabaja con las emociones, porque el voto es fundamentalmente una expresión cargada fuertemente de sentimientos.
¿Peligra este chavismo sin Chávez?
Ciertamente que sí. El gran problema es que no hay quien articule ese escenario y lo trabaje con constancia. En su lugar se sigue subestimando a Nicolás.
En su obra El chavismo sin Chávez: la deriva de un populismo sin carisma, Nelly Arenas comenta: “Un focus group realizado en una barriada de Caracas, a principios de 2015, recoge los siguientes testimonios: ‘Tengo una corazonada de que este país va a cambiar pues son tantas cosas que están pasando las personas que ya estamos al borde de la locura; ya no se consiguen los alimentos (…) hay muchas madres que tienen niños pequeños y no consiguen los pañales, la leche. (…) Hay un odio contra este gobierno que hay ahora… Hay mucha gente que está despertando porque Maduro no está haciendo nada bueno. Me arrepiento de haber votado por Maduro”.
Cuando observamos a Jorge Rodríguez asistiendo, por primera vez en muchos años, a una reunión de Fedecámaras, es notorio que la preocupación es real.
Jorge Rodríguez sabe que el tema económico es lo único que puede impedir un desenlace fatal a corto plazo.
De lo contrario, deberán aceptar a rajatabla la propuesta de Biden: convocar elecciones libres, con otro CNE, Maduro podrá participar, habrá observación seria, incluido EEUU y, a cambio, resolverán el tema de las sanciones.
El chavismo sin Chávez manda, sin embargo, de sus nuevas relaciones depende el futuro. Incluso, más que de la propia oposición política representada en la MUD-G4.
Ángel Monagas es abogado y comunicador.
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