Entre motorizados te veas, por Tulio Ramírez
El primer vehículo motorizado sobre dos ruedas fue inventado por los franceses Pierre Michaux y Pierre Lallement en 1868. Estaba propulsado por un motor a vapor de un cilindro que accionaba la rueda delantera. Casi 20 años después se produjo la invención del motor de combustión interna, el cual fue diseñado por Gottlieb Daimler y Wilhelm Maybach en 1885. Este motor era de cuatro tiempos de un cilindro que accionaba la rueda trasera.
Luego de esos inicios, la primera motocicleta producida en serie fue la Hildebrand & Wolfmüller, fabricada en Alemania en 1894. Tenía un motor de dos cilindros de 2.500 cc que desarrollaba una velocidad máxima de 30 km/h. Los parroquianos la veían como una máquina infernal ya que espantaba a los caballos y salpicaba de barro a los transeúntes.
Posteriormente apareció la Harley-Davidson con su sonido particular y la Duccati con su estilizada línea. Más tarde, los asiáticos inundaron el mercado con motocicletas para todos los gustos y bolsillos. Marcas como Honda, Yamaha, Suzuki, Kawasaki se volvieron tan populares que se asimilaron a las diferentes lenguas del globo. ¿Quién no soñó tener una Vespa para ir a la universidad o una Triumph TR5 Trophy, para emular al James Dean de Rebelde sin Causa?.
Con el tiempo, la moto se convirtió en un vehículo masivo. En algunas ciudades como Ho Chi Minh (Vietnam), el número de motos transitando es invasivo. Con sus 7 millones de habitantes, es la ciudad con más motos en el mundo. Hay cerca de 6 millones de motocicletas, lo que equivale a más de 800 por cada mil habitantes.
En Bangkok, con una población de más de 10 millones de habitantes, se estima que hay cerca de 4 millones de motos. En Delhi, se estiman 3 millones de motos, con una población de 30 millones de habitantes.
En estas ciudades es icónica la escena de una maraña de motos circulando sin orden ni concierto en calles abarrotadas de vehículos de cuatro ruedas, gente caminando y hasta vehículos de tracción animal. Lo espectacular es que, a pesar del caos, el tráfico es fluido y sin contratiempos. Pareciera más bien una escena diseñada por una Inteligencia Artificial.
En nuestra capital no se conoce oficialmente cuantas motos circulan. Sin embargo, la nueva y revolucionaria métrica que se utiliza como unidad de medida, podría ayudarnos en el cálculo. Por ejemplo si la expresión “un gentío” alude a un enorme número de votantes de una elección, podríamos usar la expresión “un pocote” para referirnos al excesivo número de motos que circulan por nuestra ciudad capital.
A diferencia de la maraña motorizada que observamos en las ciudades comentadas, en nuestra ciudad la presencia de motorizados, además de enorme, es anárquica y violenta. No son todos, pero muchos de ellos se han convertido en una suerte de jinetes del apocalipsis.
No solamente se adueñan de las aceras, sino que también circulan contra el flechado, se atraviesan debajo de los puentes de la autopista cada vez que llueve, paralizando el tránsito a placer y estacionan donde les venga en gana. No pitan la corneta sino que dan un “cascazo” al capó del carro que los molesta y si no llevan casco le dan una patada a la puerta del vehículo del sorprendido conductor. Y no se le ocurra increparlos, mucho menos tocarlos, sería un acto suicida.
Sin tantos que cambiar de canal resulta imposible. Por más que pongas la luz de cruce para advertir el cambio de vía, no lo vas a lograr. Los amigos motorizados pasan sin detenerse aunque la luz de cruce la hayamos puesto con suficiente anticipación.
*Lea también: La Inteligencia Artificial y las expresiones populares, por Tulio Ramírez
En una oportunidad, transitando por la autopista del Este sentido Oeste-Este, mi vecina quiso salir a la altura de Bello Monte y nunca pudo por más que lo intentó. Solo cuando cesó la enorme hilera de motorizados pudo salir de la autopista pero a la altura de la California. Igual le pasó de retorno, no pudo salir por Chacaíto sino a duras penas, por Parque Central.
Por otra parte, si usted está conduciendo y atiende una llamada solo para decir que no puede hablar, tenga por seguro que a su derecha estará un motorizado de la policía indicándole que se orille. Sea previsivo y tenga siempre a la mano 20 dólares. Ya usted se enterará para qué.
Mientras transcurre el ritual de la negociación, pasarán cientos de motorizados conversando por celular, chateando por WhatsApp o mirando el Google Maps para precisar la dirección donde entregará la pizza o la cachapa con queso. Pero el policía solo se fijará en usted. Ellos son sagrados.
Tulio Ramírez es abogado, sociólogo y Doctor en Educación. Director del Doctorado en Educación UCAB. Profesor en UCAB, UCV y UPEL.
TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo.