Entre no-democracia y dictadura por Bernardino Herrera León
Cuando el gobierno ataca a la oposición es dictadura
Cuando la oposición ataca al gobierno es democracia
Cuando el gobierno ataca a los medios de comunicación es dictadura
Cuando los medios de comunicación atacan al gobierno es democracia
Federico Jiménez Losantos
El politólogo y profesor universitario, Jonh Magdaleno, ha provocado una intensa polémica en Twitter, por su insistencia en calificar al régimen chavista como de “no-democracia”. Insiste en que debe aplicarse este término, en lugar de dictadura, pues el gobierno chavista aún no reúne las características para ser calificado como tal.
La coexistencia de algunas entidades en manos de la oposición (AN, gobernaciones y alcaldías), la existencia de algunos medios de comunicación y la constatación de que él mismo pueda expresar sus ideas abiertamente y sin que lo detenga la temible policía política son, entre otras características, las evidencias con las que rechaza el uso del término dictadura en Venezuela.
Su insistencia en llamar no-democracia al sistema político venezolano tiene el propósito de sustentar la estrategia de participar en elecciones, aunque estén bajo el control del régimen chavista.
Poco importa lo inútil que hayan resultado los triunfos electorales de la AN, las gobernaciones y las alcaldías, ya que el chavismo les impuso entidades paralelas para minimizarlas, ignorarlas y entorpecerlas. Para Magdaleno, esas son menudencias que no se toman en cuenta.
Pero la realidad es que las organizaciones opositoras sufrieron una considerable pérdida de apoyo popular al repetir, una y otra vez y con el mismo resultado, el “ocupar los espacios” y el “quebrarse para no partirse”. Las mayorías ya no les creen.
El profesor Magdaleno agrega que, según su propia investigación, la mayoría de las transiciones hacia las democracias han sido pacíficas, mediante negociación y elecciones.
Afirma que de doce casos de regímenes totalitarios acusados de narcotráfico seis culminaron en negociaciones exitosas. Muy pocas transiciones resultaron de intervenciones militares con fuerzas extranjeras y muchas ocurrieron en el contexto de la Segunda Guerra Mundial.
La moraleja resultante es simple. Si las estadísticas confirman que la mayoría de los casos de transiciones democráticas resultaron de negociaciones, entonces esa debe ser estrategia de la oposición venezolana.
El problema con esta moraleja, que Magdaleno convierte casi en una ley histórica, es que prescinde de la singularidad.
*Lea también: Éxodo, por Mercedes Malavé González
En historia, la singularidad es un concepto que propone que cada hecho histórico es único e irrepetible. Los hechos históricos no responden con las tendencias de una estadística general. Ni siquiera cumplen con el rigor de un patrón de comportamiento. Cada uno aporta su propia y única versión de los hechos.
La insistencia en negar la condición de dictadura al régimen chavista en Venezuela para sustentar enésimas negociaciones termina por minar la credibilidad de quienes la sustentan. Está ocurriendo con el mismo Magdaleno cuyo prestigio como académico se compromete en sus airados debates en las redes sociales. El problema es aferrarse al manual de politología para sustituir con éste a la realidad.
El esfuerzo de construir un relato que justifique la estrategia de participar en elecciones convocadas por el chavismo en el poder conduce al error de acomodar a favor los hechos del pasado. Se llama manipular la historia.
Llamar no-democrática a la dictadura chavista es una forma de blanquear al régimen, para que se perciba como más aceptable el sentarse a negociar con éste algunas condiciones que hagan creíble al seguro fraude electoral que lo procederá.
Pregúntense por la relevancia e impacto de la despectivamente llamada “mesita” de negociación, instalada el lunes 16 de septiembre en Miraflores, con partidos como Avanzada Progresista, el MAS y otros (ver ilustración).
La tragedia venezolana ya ha pasado por varias negociaciones, todas fracasadas. Por muchas elecciones, donde el ventajismo y el fraude reinaron. Y por varios triunfos electorales que nunca fueron respetados. Ni el NO a la reforma de la Constitución, ni las gobernaciones, ni alcaldías, ni la Asamblea Nacional.
Sencillamente, el chavismo se burla y transgrede todas éstas formalidades. Por ello, ya nadie cree en la palabra del chavismo a la hora de concretar acuerdos negociados. Porque los ha irrespetado. Porque no los respetará.
El chavismo nació en un cruento acto violento. Ha permanecido en el poder prevaricando, cambiando arbitrariamente las reglas, violando leyes, robando el erario público, traficando drogas, saqueando oro, legitimando capitales delictivos, apresando y asesinando activistas sociales, políticos y militares. La lista sigue y es larga.
Nada. Absolutamente nada indica que el chavismo negociará una transición pacífica para abandonar el poder. Ya podrá el profesor Magdaleno enfurecerse y responder arrogante a sus críticos en Twitter.
El régimen chavista es una dictadura en fondo y forma. Y no dejará el poder a menos que le obliguen.