Entrevista | Chacín: «Nos preocupa que el interés electoral quite el foco de la economía»
Incremento del diésel, trámites burocráticos, poco consumo e inseguridad jurídica son algunos de los elementos que han entorpecido la producción agropecuaria en 2023. Al presidente de Fedenaga, Armando Chacín, le preocupa la poca contundencia de las autoridades a la hora cumplir las peticiones de los productores
El campo venezolano ha capturado los focos en los últimos meses con múltiples medidas gubernamentales que afectan al sector agropecuario. Comunicados y pronunciamientos han ido y venido desde los distintos gremios en un intento por frenar o dilatar muchas de estas decisiones, bajo la advertencia de que podrían comprometer la producción de alimentos en Venezuela.
La primera medida se efectuó a inicios de julio con la publicación de la Resolución 0014 del Ministerio de Petróleo, donde se estableció la dolarización del precio de venta del diésel, hasta entonces subsidiado en su totalidad para actividades industriales, fijado en 0,32 dólares por litro.
Diversos gremios de sectores agropecuario e industrial, incluyendo la Federación Nacional de Ganaderos de Venezuela (Fedenaga), se pronunciaron en contra de la medida, que encarecería las estructuras de costos y por ende los precios de venta al público en el contexto de una economía que entró en recesión precisamente porque no hay consumo debido al bajo poder adquisitivo de la población.
Tres semanas después, el Gobierno reculó y publicó una segunda resolución en la cual determinaba que el combustible para industriales se cobraría a tres bolívares por litro, un tercio del precio marcado previamente y sin anclaje al dólar.
Después del susto que afrontaron en julio, agosto recibió al sector agropecuario con una nueva medida burocrática, el Sistema Integrado de Gestión para la Movilización Animal y Vegetal (Sigesai), un mecanismo para otorgar guías de movilización necesarias para trasladar bienes producidos por esta industria, sin que los productores se adaptasen a todas las exigencias necesarias.
En este contexto de contracción de la economía y medidas gubernamentales que ponen en peligro al sector, la incertidumbre se cierne sobre el campo venezolano, con productores que arriesgan su capital sin tener la certeza de que sus inversiones tengan un retorno.
TalCual conversó con el presidente de Fedenaga, Armando Chacín, quien tomó las riendas de la organización nuevamente después de que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) suspendiera las elecciones celebradas el año pasado para renovar a las autoridades del ente gremial.
Chacín ofreció un balance general de un sector que ha visto un pequeño haz de luz en los últimos años tras una época difícil de acumulación de pérdidas y reducción del rebaño venezolano.
—Tras el anuncio del nuevo precio del diésel, Fedenaga publicó un comunicado expresando su preocupación. La medida fue revertida. ¿El nuevo precio en bolívares tendrá algún impacto?
—Más allá del ajuste, necesitamos que se genere más combustible, que se normalice el tema de los hidrocarburos en un país como Venezuela, que tiene las más grandes reservas del mundo. Nos merecemos poder conseguir combustible normalmente, sin tener que hacer grandes colas, para los proyectos que tengamos.
El subsidio no puede ser que no haya cobro sobre el combustible. Es una necesidad y queremos que el subsidio exista, tal y como existe en cualquier país del mundo, porque es para la producción de alimentos y sobre los sectores primarios. Nosotros no estamos utilizando el combustible para otra cosa que no sea producir alimentos.
Los sectores pecuarios y agrícolas tienen un pico industrial, en su gran mayoría. Ya hay un histórico en cuanto a consumo de combustible. Eso está establecido desde hace muchos años por el ministerio de Minas. Si a nosotros nos aumentan el combustible, no regulan el transporte y aparte no se consigue, estamos dando pie a hallar en el marcado negro combustible mucho más costoso de lo que lo hallaríamos en las estaciones de servicio.
Si se garantiza el combustible, creemos que podemos aguantar la carga. No solo son los tres bolívares, sino el transporte, lo que cuesta llevarlo a las unidades de producción.
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—¿Cómo se miden esos picos de industriales? ¿Cuánto combustible se requiere en esos momentos?
—Cada unidad de producción, de acuerdo con los tractores, al bombeo y sus necesidades, tiene un estipulado de consumo de combustible por el Ministerio de Petróleo. Cada productor está inscrito y el ente, de acuerdo a la maquinaria y trabajos, asigna un cupo mensual. Eso debe darle para el trabajo normal de una unidad de producción.
—Muchas veces se piensa que el gasto del combustible es únicamente en el traslado de mercancías. ¿En cuáles procesos de la producción agropecuaria es requerido el diésel?
—Lo necesitamos para poder sembrar, recoger la cosecha, generar electricidad, ir a las fincas, trasladar los productos de las fincas a los centros de consumo; todo eso requiere combustible. No hay nada que se pueda hacer en el campo que no necesite combustible.
—Con el aumento del diésel, el sector industrial se quejó en conjunto. En el caso de Fedenaga, ¿logró alguna conversación con el Gobierno? ¿Las autoridades son receptivas a quejas?
—Hemos conversado con el Ministerio de Agricultura y Tierras, además de algunas autoridades del Gobierno Nacional. Vemos con buenos ojos que se revisara el precio del combustible para los sectores primarios. Es importante entender que de eso depende la alimentación. El diésel normalmente no se utiliza para actividades cotidianas, sino para producir y transformar materia prima.
—Con respecto a las nuevas guías de movilización a través del Sistema Sigesai también ha habido alertas y quejas frente al Gobierno ¿Cree que serán escuchados los llamados? ¿Cuál podría ser el impacto inmediato?
—Lo que preocupa mucho son los cambios que han querido introducir, más que todo en la época en la que más necesitamos nosotros rapidez y estrategia en la siembra. Nosotros no podemos llenarnos de carga burocrática. Lo que necesitamos es algo que sea expedito y respetado en los puntos de control, que quien traslade no tenga problemas, con un simple sellado que no dure más de unos pocos minutos para poder llevar el alimento a su destino, en vista de que hay alimentos que pasan más de 16 puntos de control, donde muchas veces hay solo trabas.
Las cosas deben ser más genéricas, que puedan controlar, pero sean más expeditas. Que no sean más cargas burocráticas para quienes trabajan, pues el que roba no saca guías ni pasa por puntos de control. Imagina en Europa que cada país deba sacar una guía. Es completamente innecesario. Hay que custodiar la frontera para que no salgan o ingresen productos del país sin pagar aranceles, pero hay un exceso de controles en Venezuela que no controlan nada y se vuelven una taquilla para el matraqueo.
—Otra de las denuncias que suele emitir Fedenaga tiene que ver con las invasiones y extorsiones que sufren los ganaderos ¿Cómo avanza la situación? ¿Han sido escuchadas sus peticiones?
—Hemos ido tratando de construir el puente de la confianza. Venimos de situaciones de expropiaciones e invasiones que se manejaron a la ligera. Ahora se está tratando de suprimir y los productores lo vemos con buenos ojos. Lo que nos preocupa, más que todo, es que este es un año electoral, que de alguna u otra forma empiecen a tener la idea de repartir nuevamente botines de las personas que hemos hecho un esfuerzo y sacrificios por mantenernos en esta crisis.
El Estado tiene que garantizar que no se sigan haciendo estas cosas. Es contraproducente en este contexto de estancamiento económico al que tratamos de sobrevivir. Esto desmotiva, quizás no solo al que le evaden o amenazan, sino a quienes están a su alrededor. Hoy por hoy, no podemos permitir que se desmotiven, sino al contrario, darles apoyo. Hemos sentido apoyo de gobernadores en algunos estados y ministerios, tanto de Relaciones Interiores como de Agricultura y Tierras, pero creo que hace falta más energía y contundencia en las penas. Cuando llega el apoyo, ya el daño está causado. Debería ser mucho más rápido.
Nosotros introdujimos el proyecto de ley para la protección a la actividad ganadera hace más de dos años y medio, se debió haber sancionado hace mucho tiempo, con la que se busca que todo lo que perturbe la producción agropecuaria del país debe tener una pena mayor a los delitos normales, porque son acciones que atentan contra la alimentación.
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—¿Fedenaga maneja cifras sobre la cantidad de ganado perjudicado por estos delitos?
—Hay una estimación de aproximadamente 700.000 animales perdidos producto de robos, el contrabando, del abigeato. Es bastante. Esta cifra representa entre 7% y 8% del rebaño nacional. Por lo tanto, el crecimiento del rebaño es mínimo. La visión del país debe ser de crecimiento. Tenemos más de 34 millones de hectáreas para producir alimentos, pero apenas hemos llegado, en algún momento excepcional, a usar 10 millones. El potencial productivo es enorme, pero si no hacemos que el ganado crezca, es imposible sacar provecho.
—¿En estos momentos, de qué tamaño es el rebaño nacional estimado por Fedenaga? ¿Ha crecido en años recientes?
—Estimamos que el rebaño creció entre nueve millones a 11 millones de cabezas en los últimos cinco años. Vimos crecimiento sobre todo tras dos años duros de pandemia. Ahora estamos vendiendo menos animales y los vientres están produciendo más. El rebaño ha crecido gracias a varios factores. Primero, que los precios del ganado eran risibles, por eso el contrabando hacia Colombia era un tormento para los productores, pero se hicieron grandes esfuerzos por dolarizar la carne y la leche; después, para fijar un precio que no fuera apetecible para contrabandistas, eso también hizo que el productor tuviese que vender menos animales. También tuvo que ver con el consumo, en la pandemia comimos menos proteínas.
Esperamos que la capacidad de consumo se recupere y que el productor agropecuario pueda manejar bien sus estructuras de costos para que pueda seguir proyectando crecimiento en el tiempo, tener más ganado, más que vender al público, y por supuesto también para exportar.
—¿Cómo calcula Fedenaga la cantidad de ganado que hay en el país?
—Lo estimamos por la matanza. Cuando vas al matadero y a las salas de matanza, tomas en cuenta la cantidad de animales. Casi siempre se mata es el excedente del rebaño, entonces eso lo usamos para calcular. Tenemos muchos años sin censos agrícolas y sin una cifra que utilice un cálculo más real.
—Con respecto al ámbito gremial, en Fedenaga se celebraron elecciones para renovar las autoridades. Generaron polémicas en aquel momento por denuncias de presunta manipulación y finalmente fueron suspendidas por el TSJ. ¿Qué ocurrió realmente y cómo debe avanzar el proceso?
—No estamos en la etapa en la que pueda comentar lo que pasó. Bajo mi visión, hicimos unas elecciones y hubo una parte que estuvo en desacuerdo, acudió al TSJ y no es que las eliminaron, solo suspendieron a la junta directiva electa y nos llamaron a nosotros, que habíamos entregado el mando, para que retomáramos la institución.
El gremio está igual de sólido, venimos trabajando como si no hubiese ningún problema a la espera de que el TSJ dirima el conflicto. Cuando veamos una sentencia firme, nos ordenarán qué hacer. Desconocemos los plazos, pero trabajamos como si nada estuviera pasando, todos en conjunto, personas de los dos grupos que compitieron en las elecciones. No hay ningún problema.
—¿Cuáles son las expectativas de Fedenaga para el sector agropecuario en los próximos meses?
—No podemos avizorar el futuro, pero vemos, en cada visita que hacemos a las instituciones gremiales, que los productores agropecuarios tienen ánimos. En cada una de las ferias que hacemos se demuestra la capacidad genética. Que nadie crea que el productor ha dejado de invertir o de buscar soluciones. Están ahí, a pulmón, porque no hay posibilidades de financiamiento a la vista.
El crecimiento no puede ser mayor porque, para crecer en producción y nuevas tecnologías, necesitamos créditos. Sin crédito, no podemos crecer, bien si nos mantenemos o crecemos un poco, pero es casi imposible en un país con crisis económica. Todos los sectores estamos golpeados, pero también comprometidos con el país. Nadie se queja porque no hay carne, queso o lácteos. Ese es el trabajo heroico que hace cada uno de los productores agropecuarios en el país.
—Pero teniendo en cuenta las condiciones del último par de meses ¿cree que mejore el rendimiento con respecto al primer semestre del año?
—Todos tenemos esa visión y esperanza. El tema es que deben tratarse las bases del puente de la confianza. Tenemos a la vista la época electoral y quizás se quite el foco de lo que realmente importa para la economía y la productividad del país, y se fije más la vista en el tema electoral. Eso preocupa a los sectores económicos, porque los capitales no son muchos y, quienes los tienen, no los quieren arriesgar hasta que la confianza no mejore.
Uno de los temas más importantes para fortalecer esa confianza es que nos aclaren el tema de las posesiones y de la tierra. La seguridad jurídica es importantísima. Hay capitales fuera del país que quieren invertir. Visitamos 14 embajadas interesadas, pero nos dijeron que hasta que hasta que no estén claras las condiciones, no van a invertir en Venezuela. Tenemos que garantizar a quien tenga algo, que es suyo, que tenga certezas para que siga invirtiendo y atraiga capital.
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