La pandemia mermó aún más la desatención a servicios de salud mental en Venezuela
Los ingresos de los hogares también han incidido en el bienestar mental de las personas durante la pandemia, puesto que en muchos casos los niveles de estrés y ansiedad aumentaron debido a sus preocupaciones por poder conseguir alimentos o mantenerse en sus empleos
Cada 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental, una fecha importante para recordar que esta es tan importante como lo es el bienestar físico. A propósito de ello, en TalCual conversamos acerca de la situación actual de la prestación de ayuda psicológica y psiquiátrica en Venezuela, y sobre los efectos y herramientas para mitigar los efectos de la cuarentena.
En el mundo, menos del 50% de las personas tiene acceso a servicios de salud mental; una cifra que la misma Organización Mundial de la Salud (OMS) consideró preocupante, debido a que en estos tiempos, en los que se está viviendo en condiciones de miedo e incertidumbre constante debido a la pandemia por coronavirus, ha aumentado la demanda de ese tipo de asistencia médica. Y en esta materia, Venezuela no es la excepción.
Durante el foro «Reincorporación social en pandemia: ¿Cómo cuidar la salud mental?», Carmen Vallenilla, secretaria de la Sociedad Venezolana de Psiquiatría (SVP), señaló que los servicios de salud mental se vieron afectados tras decretarse el confinamiento, debido a que con la migración de las consultas al ámbito digital, muchas personas perdieron la oportunidad de poder tratarse con sus médicos por no tener los equipos necesarios o acceso a internet.
«La atención psiquiátrica se ha mermado en la pandemia porque no pueden (los pacientes) ir de forma presencial a los centros de ayuda. Se han desarrollado líneas de atención psiquiátrica, se hizo esa tarea pero no se cubrió a toda la población porque no todos tienen acceso de internet», señaló.
De acuerdo con la OMS, solo 25% de los Estados ha integrado la salud mental en sus sistemas de salud primaria y asignado el grueso de sus presupuestos de salud a los centros de bienestar mental. De hecho, el mismo organismo reseña que apenas un 52 % de las naciones del mundo tiene programas de prevención y promoción de la asistencia mental.
Para Vallenilla, durante el año y medio que ha transcurrido de pandemia, las personas con trastornos mentales preexistentes agudizaron su situación y estas empezaron a aparecer también en nuevas personas. El miedo y la incertidumbre generaron en ellas grandes niveles de ansiedad y depresión a medida de que se expandió el virus, que también pudiese producir unos síntomas psiquiátricos.
En Venezuela, al igual que en toda América Latina, durante los períodos de picos de contagios por coronavirus se producen repuntes en el porcentaje de personas que manifiestan haber experimentado sensaciones de ansiedad, estrés o pánico, según refiere una reciente reportaje publicado en el El País.
Durante la última semana de junio de 2021, 9% de los venezolanos reportó sentirse deprimido y un 8% dijo sentirse ansioso. Esos niveles son bajos en comparación con los de abril y mayo de 2020, fecha para que la mayoría de los países mostró grados de ansiedad mucho más altos de los que cabría esperar por la aún baja difusión del virus por aquel entonces.
El bolsillo también afecta la salud mental
Pero el aumento exponencial de casos es solo uno de los factores que influye en la sanidad mental de una persona. Datos presentados en ese reporte, reflejan cómo el impacto mental de la pandemia en la población también se relacionó con los niveles de ingresos de cada hogar. A menor ingreso, mayor impacto, debido a que la condiciones en que vivieron la cuarentena fueron al margen de la seguridad y de preocupaciones financieras y de alimentación. De hecho, estos efectos se dejaron ver, sobre todo en Venezuela, y otros países como Bolivia y Guatemala.
Sobre ello, la psicóloga Yorelis Acosta, investigadora y coordinadora del área sociopolítica en el Centro de Estudios del Desarrollo de la Universidad Central de Venezuela, comentó que a los venezolanos se les sumó una nueva carga con la llegada de la pandemia. El no contagiarse del virus se añadió al bolso de preocupaciones que tenían en su espalda debido a las carencias que viven por la emergencia humanitaria en la que está sumida el país.
Para la población venezolana es tan importante evitar contacto con otras personas (71,7%), como mantener sus finanzas (70,1%) y conseguir qué comer (57,7%).
«En estos tiempos de pandemia hay mucha inestabilidad emocional. Hay gente que se compara con el tiempo antes de pandemia y dice que no es la misma. Se ponen metas a corto plazo y cuando no las cumplen se frustran, porque la dinámica de la pandemia es muy cambiante», explicó Acosta.
En ese sentido, comentó que es importante que ante un posible regreso a los espacios de trabajo, educación y esparcimiento, no se creen falsas expectativas a las personas, pues al menos por dos años más, según su opinión, se mantendrán las actividades de forma mixta (presencial y a distancia), porque esa es la «nueva normalidad» que ahora nos acompaña. Indicó que se debe tener información clara y aceptar las destrezas que se necesitan para desenvolverte en un entorno como este, y hacer indicaciones específicas para niños y adolescentes.
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