Erika Farías y la apariencia, por Ariadna García
Hace un par de meses o semanas, no sé con exactitud, me crucé con un tuit de la activista en derechos humanos Quiteria Franco, en donde le hacía una observación a alguien que criticaba de forma despectiva la imagen de la alcaldesa del municipio Libertador, Erika Farías. Este 3 de septiembre volvió a repetirse la misma situación, así que decidí dedicarle un espacio en esta columna semanal llamada Medio Limón.
El comentario de la tuitera era este: “Tanto que ha robado y no ha invertido ni medio en su asquerosa y repugnante imagen malo malo malo Erika Farías». Franco en un intento por hacerle ver el entuerto responde: “A ver, no. La cosa es así, critícala por su desempeño en el cargo. No lo lleves al plano personal. Pero, además, si la ves cambiar su imagen entonces la acusas de malgastar el dinero público en eso”.
No es la primera vez que escucho o leo comentarios sobre el aspecto de las mujeres de la “revolución”, pero, sin duda, los más punzantes van dirigidos a Farías, por “marimacha”, “camionera”, por esos “aros en las orejas”. En fin, los calificativos no terminan de un lado y del otro.
El Twitter en Venezuela es un terreno donde gobierna el odio, pocas veces gana la razón. A menudo la gente se enzarza en batallas que dejan a la vista de todos, las fracturas irreconciliables de la sociedad venezolana
No ahondaré aquí, ni en ninguna parte sobre la orientación sexual de la alcaldesa porque creo plenamente en la expresión de género, en la libertad y en los derechos. Los derechos que te son irrenunciables y los que un Estado debe, bajo cualquier circunstancia, respetar y garantizar.
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El comentario de esa mujer es tan lamentable como la gestión del gobierno chavista durante los 18 años que lleva en el poder y voy a decir porqué.
En casi 20 años, no ha existido ninguna figura en el poder que trabaje por la comunidad Lgbti, pero no solo que trabaje, sino que impulse y materialice leyes y políticas públicas en beneficio de estas personas, sin ir muy lejos que al menos tenga un discurso respetuoso y honestamente inclusivo
A diferencia de la región, Venezuela quedó rezagada en esta materia. Países como Argentina y Colombia, en los últimos años aprobaron el matrimonio gay. Este gobierno que pregona una revolución “feminista” es el mismo que ve a las mujeres como incubadoras, donde la única campaña institucional que les dedica es la del “parto humanizado”, olvidando las de educación sexual, olvidando empoderarlas en la política o en lo laboral. Eso no existe, ni existió tampoco en el mandato de Chávez otro “feminista”.
Pero volviendo a la alcaldesa, sobran los motivos para criticar su gestión y la del gobierno con el que se identifica. Basta con recorrer cualquier calle del municipio Libertador para encontrarse postes sin luz, aceras rotas, calles rotas, alcantarillas tapadas por los desechos que llevan allí años, basura. La basura viste las calles de Caracas, la penumbra también la acompaña y sobre todo la inseguridad, esa que cobra vidas y que en 18 años ha sido ignorada o exacerbada por la política estatal.
¿Fea? Fea no es la apariencia de la alcaldesa, fea es esta imagen de país que ellos han construido, fea se ve esta Caracas maltratada que ellos no quieren, feo es que no se respeten los derechos humanos, feo es que teniendo los recursos sean indolentes y pongan a los ancianos a rogar una pensión. Fea no es Erika, feo es el chavismo