Es hora de hacer por el país, por Rafael Antonio Sanabria Martínez
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Nada grande se hace sin pasión
J.W. Goethe
Todos los días en calles, redes sociales, empresas, transporte público, en los círculos de reunión, en cualquier lado se escucha a la gente quejarse, preocupada por la situación económica del país y los tantos y diversos problemas en que nos encontramos, pero solo nos quedamos en la preocupación, por aquello de «no me voy a buscar problemas con el gobierno». No sé si sea correcta la actitud, pero esa indiferencia nos ha sumergido en un profundo silencio que nos ha hecho esclavos de nuestras propias ideas.
Es hora de ocuparse, de hacer. Ya basta de seguir dejando nuestras responsabilidades a otras personas. Nosotros somos los únicos responsables de nuestra realidad.
A diario observamos situaciones inadecuadas y les hacemos la venia para aprobarlas, por «llevar la fiesta en paz» como decimos popularmente. Pero una cosa es fomentar la paz, la convivencia y el sosiego entre nosotros y otra cosa, completamente diferente, es ser cómplice de lo que no es correcto.
Los venezolanos, de cualquier tendencia política, debemos reconocer nuestros errores y, en función de ellos, corregir lo que mal se ha hecho.
En vez de apostarnos en cualquier espacio a murmurar lo malo, tenemos que ir planificando estrategias, herramientas y recursos para obtener soluciones a corto, mediano y largo plazo. Cabe preguntarse a manera de reflexión ¿Qué he aportado YO por el país?
Es el momento propicio para aportar desde la trinchera de cada uno, sin mezquindades ni egoísmos, que realmente es decir salir de las trincheras a luchar por la paz y el país. Es hora de sumarnos todos a una gran causa, sin importar raza, color y credo. Lo necesario es encontrar el rumbo, el norte, que nos permita volver al equilibrio, la armonía y la salud de nuestro país.
Ya bien sabemos que la función política no ha dado buen resultado de arriba hacia abajo; entonces, iniciémosla de abajo hacia arriba: la sociedad civil, gente de a pie, llana y humilde; en fin, el pueblo debe conjugar los verbos que sean necesarios para propiciar el cambio que tanto se comenta, pero que no se ve en hechos.
Es un mito que desde afuera nos solucionarán nuestros problemas. Cualquier solución impuesta desde la distancia (y con la fuerza) causaría más problemas que arreglos. Estimados venezolanos, no sigamos haciendo el papel de tontos: o lo resolvemos nosotros o seguiremos siendo parte del problema, mas no la solución de él.
La cuestión no es trancar calles, asesinarnos entre nosotros mismos o quemar cauchos. Estrategias caducas que no dan frutos.
Es el momento preciso para rescatar el voto, para concienciar al colectivo sobre los errores cometidos que pueden convertirse en fortalezas. No es momento de desacreditar las políticas públicas implementadas, es necesario aplicarle reingeniería para fortalecerlas para que cumplan con eficiencia su propósito.
Insisto en que es necesaria la cohesión de todos, sin importar procedencias. Lo que debe prevalecer es el criterio único de buscar el cambio, no para desaparecer sino para transformar el concepto que hasta el presente se ha tenido del buen vivir.
Aprendamos de las generaciones del 28 y de la década de los 50, quienes se unieron sin importar ideologías, pero sobre todo fueron perseverantes, insistentes, osados, discretos y, aunque perseguidos y torturados, se mantuvieron firmes hasta alcanzar la meta propuesta. Para quien suscribe esto, son ellos héroes y heroínas de la democracia.
Si todos nos tomamos de las manos no habrá balas que puedan asesinar nuestra entrada triunfal en la historia, no habrá balas que puedan desaparecer el afecto conmovido del pueblo perenne. No habrá balas que puedan matar nuestra inmortalidad.
Venezolano, está en tus manos el destino del país, solo tú puedes elegir ser oscuridad o ser luz en tu derredor. No me sigas, pero acompáñame a trazar el cambio.
La unión no es tarea para ser cumplida por alzados prestidigitadores de charreteras deslumbrantes, sino que es filial para ser protagonizada por los pueblos, por estos pueblos nuestros, que con su poder creador la convertirán en realidad al servicio de la libertad y el progreso.
Rafael Sanabria es Profesor. Cronista de El Consejo (Aragua).
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