Es hora de un frente democrático de lucha, por Beltrán Vallejo

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En estos momentos el país sigue atascado en sus penurias cotidianas y propias de una sociedad con economía enanizada, y eso por supuesto que trae anomia social, desesperanza y desánimo, y donde los únicos felices son las mafias que prefieren aparatos productivos enclenques y no dinamismo económico, porque en lo pobre ellos hacen mucho con el control social y moral.
Ahora bien, y hablando de lo moral, de lo ético, el liderazgo político opositor ni siquiera se atreve hacer un balance de sus propias responsabilidades en no lograr el cobro de la victoria electoral del 28 de julio, donde lo que fue un arrase democrático al otro día se convirtió en arrase represivo. La honestidad, la hidalguía y la valentía también pueden motivar a un pueblo frustrado.
Con ese contexto, los luchadores democráticos que todavía andamos en la calle tenemos que hacer algo para que este reflujo no se perennice y en función de impedir que lo antidemocrático y lo represivo quede como realidad normalizada para los años venideros. Al respecto, parto de la premisa de que en tiempos de recio autoritarismo y represión es fundamental la sagacidad.
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Al respecto, los factores democráticos tienen el reto, el reto dramático de construir una estrategia que impulse una eficaz flexibilidad táctica que esté en correspondencia con la actual correlación de fuerza. En términos más sencillos se trata de astucia organizativa, reagrupamiento, reconstrucción, valentía prudente y un talento desinteresado. Eso se aflora con un quehacer distinto de la política, y una renovación total y adecuada a estos duros tiempos que vivimos.
Desde esa perspectiva, no puede imperar el dogmatismo en materia de formas de lucha. Las formas de lucha no se decretan ni se pontifican, y menos en Venezuela donde el modelo autoritario es el más sofisticado de todos los tiempos. Obvio que no estamos en los tiempos de Gómez ni de Pérez Jiménez, pero sí estamos en la época de la manipulación de la psicología de masas, en tiempos de delincuencia internacional, en tiempos de tecnología intensa para censurar y espiar, y en los días de geopolítica lamentable para los modelos democráticos en el mundo. Ante todo esto, no vale dogmatismo ni supremacismo en el quehacer político.
¿Y qué estamos viendo por los lados de la oposición al régimen madurista? Pues un dogmatismo falaz y curtido. Mientras, ahí está una Venezuela triste y apocada.
Este atascamiento y atrincheramiento en el propio ombligo tiene una salida creativa, necesarísima, prudente e inteligente: la ruta es la creación para ya de un Frente Amplio de factores políticos y sociales democráticos. Para superar ese yo no sé qué, la lucha democrática no puede seguir en eso de ir detrás de lo que diga el hombre a caballo, y en este caso, el liderazgo de María Corina no puede continuar moldeando el proceso de lucha a su sola voz, a su sola gana y a su solo pensamiento. La oscuridad que se está sintiendo y la frustración que está envolviendo a los millones de venezolanos que votaron por Edmundo se debe a ese ritual de espera de lo que diga el mesianismo femenino de María Corina; eso no es sano nunca.
La amamos, la consideramos y la respetamos, mucho ha hecho; pero su voz debe más acompañar la construcción de un Frente amplio democrático que como su nombre lo indica le haga frente a estos tiempos de reflujo con un programa inmediato que tenga como objetivo la restauración y ampliación de conquistas sociales que han sido pisoteadas por el madurismo, y la restauración y ampliación de las conquistas políticas, entre ellas eso: hacer valer los resultados del 28 de julio donde millones de venezolanos votamos por el cambio e impulsar una transición donde obviamente se contemple un proceso de reinstitucionalización democrática en Venezuela. Se dice así de suave, pero es obvio que es ponerse las alpargatas porque lo que viene es joropo.
Es hora de construir un Frente democrático de lucha. No es la hora del individualismo ni del personalismo criollo o extranjero.
Beltrán Vallejo es Licenciado de la Escuela de Humanidades y Educación de la UDO.