¿Es posible una sola primaria opositora?, por Juan Manuel Trak
¿Será posible que entre las oposiciones se celebre una primaria conjunta para decidir la candidatura presidencial de estos grupos políticos para las elecciones presidenciales en 2024? La respuesta es incierta.
La política venezolana suele ser una montaña rusa en la cual un día las elecciones no tienen valor alguno para los partidos más importantes de la oposición y, poco después, todos están en una carrera por imponer el mecanismo de selección de candidaturas que les permita garantizar ser el partido a la vanguardia para competir contra Nicolás Maduro en 2024.
Por un lado, la antigua MUD, ahora Plataforma Unitaria, busca monopolizar el proceso de selección de candidaturas, imponiendo unas primarias que lucen poco inclusivas y en las cuales las reglas parecen haber sido consensuadas entre unos pocos, sin procurar un espacio para la emergencia de otros actores.
Por otro lado, la Alianza Democrática también muestra intransigencia en sus posturas, sobre todo porque la mayoría de esas organizaciones han sido el producto de un injerencia judicial sobre sus directivas y, en algunos casos, parecen ser grupos cooptados que juegan en un tablero político en el cual se oponen más a la oposición que al mismo gobierno de Maduro.
A todas luces, las elecciones regionales constituyeron una llamada de atención para todos los partidos opositores, puesto que sus resultados mostraron la máxima de que sin coordinación estratégica no hay paraíso. La pregunta que subyace a esta condición necesaria es, ¿cuáles serían las posibles alianzas opositoras a conformarse de cara a 2024, y si estas tendrían el potencial de vencer electoralmente al candidato presidencial del PSUV, lo que no necesariamente supone que lo venzan políticamente?
Para ello, se han analizado las alianzas que se conformaron en el contexto de las elecciones regionales y municipales de 2021, específicamente, a nivel de las gobernaciones. El análisis de los apoyos entre partidos políticos a candidaturas en cada una de las 24 gobernaciones es una pista clave para entender la red de alianzas posibles para las primarias de oposición para 2024.
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En primer lugar, en el Gráfico 1, se observa cómo los partidos políticos que postularon candidaturas regionales con la MUD fueron 24, aunque ninguno lo hizo en todas las entidades. El partido que más candidatos postuló en conjunto con la MUD fue Convergencia, con 92% de candidaturas, es decir, 22 de 24 entidades (incluido el Distrito Capital), seguido de Movimiento Progresista de Venezuela (MPV), con 67% de las candidaturas.
Contario a lo que cabría esperar, UNT solo compartió 54% de las candidaturas con la MUD, al igual que el Movimiento Ecológico de Venezuela (Movev) y Fuerza Vecinal (FV), mientras que el MAS compartió el 46% de las postulaciones con la MUD.
En definitiva, las candidaturas de la MUD no recibieron el apoyo unánime de ninguna organización política, su aliado más fuerte resultó ser Convergencia, aunque no en un 100%. Aun así, la MUD fue la tarjeta electoral no oficialista que más votos recibió en esta elección.
Por su parte, la Alianza Democrática mostró un mayor nivel cohesión entre sus miembros partidistas. El Gráfico 2 toma como referencia a Acción Democrática (AD*) intervenida judicialmente. En este conglomerado político hubo 31 partidos que apoyaron las mismos candidaturas que AD* (aunque no necesariamente todas las candidaturas provenían de esa organización).
En el Gráfico 2, en cambio, se observa que hubo coordinación perfecta de AD* intervenida con cinco organizaciones de la Alianza Democrática: Venezuela Unida (VU), Primero Venezuela (PV), El Cambio, Copei, Cambiemos Movimiento Ciudadano (CMC). Por su parte, Avanzada Progresista postuló candidaturas conjuntas en 96% de las entidades, seguido del Partido Liberal Prociudadano (LPC), mientras que la tarjeta intervenida de Voluntad Popular compartió 75% de las candidaturas con AD*.
Ambos gráficos señalan que partidos como el MAS, Fuerza Vecinal o Alianza Lápiz han sido bisagras entre la Plataforma Unitaria y la Alianza Democrática. En el caso de su relación con la Alianza Democrática, el MAS estuvo en 25% de estas postulaciones, mientras que Alianza Lápiz en el 17% y FV en 12%.
En este contexto, cabe preguntarse si las condiciones de las primarias de la Plataforma Unitaria serán los suficientemente amplias para que estas organizaciones postulen sus candidatos presidenciales, o si bien preferirán postular candidatos a unas eventuales primarias entre partidos de Alianza Democrática o si, simplemente, postular sus candidatos fuera de cualquiera de las coaliciones existentes, dividiendo así más el voto no oficialista.
Estas configuraciones que tuvieron lugar a finales de 2021 ilustran la ausencia de un mecanismo de resolución de conflictos entre los grupos de oposición, lo cual hace pensar que cada uno organizará sus propios mecanismos de selección de candidaturas y, en consecuencia, surgirá más de una alianza de oposición.
Es decir, a menos que exista una coordinación estratégica entre todos los partidos de oposición, emergerá más de un candidato que compita finalmente con el del PSUV en 2024. De ser este el caso, la fragmentación de la oposición facilitaría al PSUV la victoria presidencial, teniendo en cuenta, además, las ventajas que ya, a priori, contaría el candidato del PSUV, dado el régimen autoritario aún cuando se logren relativamente condiciones electorales más favorables.
La polarización de las élites partidistas, la intransigencia de algunos partidos tradicionales y el origen altamente cuestionado de carácter judicial de la mayoría de los partidos de la alianza partidista conformada más recientemente hacen virtualmente imposible contar con una única candidatura. Ahora, la división del voto opositor sería solamente superada si existe una candidatura que trascienda estas disputas bajo un mecanismo de coordinación.
El pecado original de la MUD es haber negado la posibilidad de un avance político real de la oposición a través de la participación electoral desde 2018. El pecado original de la Alianza Democrática, en cambio, es ser una coalición integrada, en buena parte, por organizaciones judicialmente intervenidas, a las que le pesa la sospecha de tener vínculos con el gobierno, sobre todo, luego que avalaran las elecciones parlamentarias de 2020.
Tal como muestra el Gráfico 3, los resultados de las elecciones regionales, y estudios de opinión recientes, demuestran que ambos grupos son minoritarios electoralmente.
En este contexto, el PSUV sigue siendo la minoría movilizada más grande, a pesar de ser el partido de un gobierno que produce el rechazo de, al menos, el 70% de la población. Aun con la inmensa cantidad de partidos registrados en el país, la realidad indica que muy pocos tienen una fuerza electoral real y que, por lo tanto, su capacidad de movilización es muy baja. Sin embargo, estos siguen marcando la pauta en la fijación de la agenda político-electoral que luego suele reflejar en sus respectivas narrativas, en las que cada uno se posiciona como un partido y/o grupo de partidos sólido políticamente; en este caso, para competir en 2024 contra el PSUV.
La MUD y la Alianza Democrática parecen no mostrar capacidad para trascender sus identidades negativas y construir un proyecto alternativo y esperanzador. Su comportamiento en las elecciones de 2021 muestra la imposibilidad de sus élites de ir más allá de sus disputas personales.
Los casos de Lara y Táchira mostraron cómo la intransigencia de la MUD impidió la victoria en esos estados clave, mientras que la posición de Alianza Democrática de apoyar a un candidatura diferente a Sergio Garrido en Barinas, en enero de 2022, mostró que esa dirigencia tampoco está dispuesta a cooperar.
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A partir de lo anterior, no se descarta la posibilidad de que haya dos primarias entre grupos minoritarios y que, dado el nivel de polarización entre estos grupos de políticos, no va a haber un espacio de encuentro para establecer reglas básicas para resolver el conflicto entre estos actores.
En este contexto, las primarias lejos de ser un mecanismo de coordinación y «unidad», están llamadas a ser un espacio para el revanchismo dentro de las alianzas opositoras y entre ellas. En un contexto de mucho descontento generalizado contra el gobierno, los partidos responden al incentivo inmediato de ser la vanguardia de cara a las presidenciales de 2024, como si el contexto fuese democrático y sin tomar en consideración que, más allá de una candidatura única, lo que se necesita también es un proyecto nacional que reconcilie no solo a los políticos y seguidores de la oposición, sino que reconecte políticamente con la gran mayoría de los venezolanos que no le gusta el gobierno pero desconfía profundamente de todas las oposiciones existentes.
Juan Manuel Trak es Doctor en Procesos Políticos Contemporáneos y Máster en Ciencia Política por la Universidad de Salamanca, España. Sociólogo de la Universidad Católica Andrés Bello. Consultor en análisis de datos, política e investigador independiente
*El autor agradece los comentarios de la Dra. Maryhen Jiménez y Mtra. Stefania Vitale.
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