Es rebelión, no primarias, por Alexis Alzuru
Twitter: @aaalzuru
El asunto que los venezolanos debemos decidir es elegir a alguien capaz de reunificar al pueblo. Un objetivo que tiene poco que ver con aquel que plantea elegir un candidato entre dirigentes de los partidos que integran a un único sector opositor. Es obvio que esos problemas y planos de decisión son distintos. Por lo cual, sus soluciones también son diferentes.
De hecho, es un truco argumentativo sostener que el candidato del G4 y sus aliados es quien debe representar a los venezolanos demócratas. Esa reducción es inadmisible; en especial, después de la tragedia que la población ha padecido dentro y fuera del país. Sin embargo, como lo más probable es que esa reducción sea impuesta, entonces, los del G4 deberían al menos entender que su candidato no debería elegirse entre gente que, por sus decisiones, está desfondada moral, política y jurídicamente.
A esos candidatos y a quienes les facilitan sus postulaciones hay que solicitarles que den un paso atrás. Una exigencia que debería plantearse en el terreno político, no en el académico ni en las redes; pues habrá que desplazarlos a través de la confrontación. Para lo cual, hay que retomar las calles; recalentarlas y torcerles el brazo.
Hay que meter en el congelador a una dirigencia que aun desfondada y desacreditada pretende competir y administrar las primarias. Para eso, se necesita una guerra breve e implacable. De hecho, se requeriría desplegarla en cada rincón del país, los medios y las redes sociales, así como en el foro internacional. Sobre todo, habrá que explicarle a EEUU que el prerrequisito para derrotar a Maduro es sacar del juego a esa dirección de la oposición. Incluso, habrá que decirles que el regreso a la democracia presupone que dejen de apoyar y financiar a quienes durante años han traicionado la fe y esperanzas de una multitudinaria población que genuinamente confió en ellos.
*Lea también: Integración con justicia y sin complicidades, por Gregorio Salazar
A los americanos también habrá que decirles que el pueblo venezolano no merece ni debe perder otra oportunidad para reconstruir su vida en democracia. Finalmente, tantoa EEUU como a esa militancia que adversa a Maduro habrá que aclararles que no deben temer una guerra política breve contra esa fracasada élite opositora; pues, ese conflicto será el escenario adecuado para que surja otra dirigencia; un nuevo liderazgo.
Un liderazgo que podrá reunificar al pueblo porque, a diferencia de la vieja oposición, sabrá separar la política de la criminalidad, el poder legítimo del que deriva del ejercicio mafioso de la fuerza y, por lo demás, no confundiría cooperación con individualismo, confianza con traición y argumento maniobra.
Un liderazgo que será capaz de unificar al pueblo porque entiende que, en esta época de turbulencia política, las posibilidades de la democracia no solo dependen de elecciones, sino de principios y valores como los de la alternabilidad, la transparencia, la escucha activa y la corrección de conducta.
Principios repudiados por ese liderazgo opositor agonizante que pretende reciclarse en las primarias. De hecho, basta mirar lo que ocurre entre ellos para darse cuenta de que mantienen intacta tanto su nociva visión de la política como sus vicios, al igual que sus cínicas prácticas y conductas. Sobre todo, hay que oírlos, observarlos y examinar sus decisiones para entender que esa minoría no tiene interés de cambiar. Una actitud que es estúpida, pero no sorprendente porque bien se sabe que el cerebro solo evoluciona con mucho trabajo introspectivo y mucha corrección, pero no con engaños.
El problema de representación que tiene las mayorías democráticas no se resuelve con la elección del candidato de un sector; tampoco se soluciona colocando a unos cuantos honorables en la dirección de la Comisión de Primarias. Al contrario, ese nombramiento oculta el problema. Basta darse cuenta de que aun cuando el punto de la pulcritud de las primarias es relevante, también sirve como coartada para desactivar la discusión sobre el perfil y los procedimientos que se requieren para elegir un candidato capaz de superar las diferencias que median entre quienes adversan al madurismo.
Un candidato independiente es un requisito esencial para ganar las presidenciales. Sin embargo, ese requisito será difícil de satisfacer puesto que desde la llegada de Chávez el aparato opositor está secuestrado por la misma gente. Al sol de hoy, todo indica que ese grupo no cederá un milímetro, aun cuando se sabe que ninguno de sus integrantes calza los zapatos para reunificar a los diversos partidos que adversan al gobierno y, menos aún, para captar el voto independiente o el voto del chavista disidente.
Por eso, a quienes deseen salir electoralmente de Maduro solo les queda rebelarse contra esa élite o conformarse con una nueva derrota.
Pero en esta ocasión, ese fracaso no será otro revés; pues, implicará que cada venezolano se verá obligado constitucionalmente a suscribir el consenso sobre el cual Maduro perpetuará su modelo de sociedad.
Alexis Alzuru es Doctor en Ciencias Políticas. Magíster y Licenciado en Filosofía. Profesor jubilado de UCV.
TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo