Escuálido, por Teodoro Petkoff
¿Ustedes recuerdan la ley del Fococam? Fue un episodio ocurrido en la etapa terminal de la decadencia adeca. Un proyecto de ley introducido una mañana cualquiera y cambiado completamente dos días después, en una clara demostración de que el «partido del pueblo» tenía ya la brújula enloquecida. Bueno, así está ya el Gobierno de Hugo Chávez. Ahora se está dedicando a remendar el capote de sus propios disparates. Así como al comienzo eliminó el Ministerio de Agricultura, para restablecerlo dos años después, ahora con la reforma de la Ley del Fondo de Estabilización Macroeconómica (FIEM) trata de superar las consecuencias de la estúpida reforma de esa misma ley, promulgada por el Gobierno anterior, llevada a cabo en 1999.
Pero, nuevamente es un madrugonazo contra una Asamblea Nacional que ya no puede ser considerada como un cuerpo violado sino como un organismo verdaderamente prostituido. La reforma se hace fuera del marco de la Ley Habilitante. El Ejecutivo no fue habilitado para reformar esta ley. Sólo mediante un artificio leguleyesco, que seguramente la mayoría parlamentaria convalidará, se puede justificar el paso dado. La reforma, además, anula el esfuerzo de la propia Comisión de Finanzas de la Asamblea, presidida por Alejandro Armas, que tiene listo un proyecto de reforma de la Ley del FIEM, trabajado por la Oficina de Asesoría Económica del Parlamento, que, en esencia, restablece el formato original de la normativa dictada por el Gobierno de Caldera. El Gobierno de Chávez está fuera de sus cabales. La relación que mantiene tanto con la AN como con su propio partido es más que irrespetuosa. Es la prueba de una concepción autoritaria que ya, sin tapujos, considera al Parlamento como un estorbo prescindible.
¿Por qué la reforma? Porque en lugar de plantearse seria y responsablemente una rectificación a fondo de la conducción económica, el Gobierno está buscando desesperadamente plata donde la haya porque las cuentas fiscales no cuadran. Unas cuentas que contemplan un déficit cuyo financiamiento se hace descansar sobre un endeudamiento de 12 mil millones de dólares (9 billones de bolívares) y que además colocan entre paréntesis el FIEM hasta el 2003, para tragarse esos recursos también, deberían ser suficientemente alarmantes como para inducir una revisión global de la política económica en general y de la fiscal en particular. Ciertamente, el año próximo, dada la tendencia de los precios del crudo, tiene lógica que no se le metan recursos al FIEM, pero no mediante acciones sin plan ni concierto, cuyo peor efecto es el de evidenciar la inseguridad jurídica que campea en el país. Después Giordani se pregunta por qué los inversionistas extranjeros continúan considerando a Venezuela como un país de alto riesgo