Escudo humano en Miraflores
La noche del pasado miércoles los temblores gubernamentales llegaron al extremo de instalar al lado de las bardas de Miraflores un campamento juvenil, al estilo del comando de aclamadores portátiles que fue llevado a Margarita cuando la Cumbre de los No Alineados
Cuando el fracasado comandante de la asonada golpista del 4-F tomó posesión del poder por la vía del voto, una de sus primeras decisiones fue retirar de las inmediaciones del palacio de gobierno las barricadas de sacos de arena y permitir el paso de vehículos frente a Miraflores, lo cual se venía restringiendo desde primeras horas de la noche luego de las dos intentonas del 92 y posteriores turbulencias.
Esas medidas fueron un alarde presidencial de su seguridad y del control total que tenía sobre la institución armada, lo cual en alguna oportunidad llegó a remarcar diciendo que para él dar un golpe de estado en Venezuela, como comandante en jefe de las fuerzas armadas, “es como tomarme un café”. Y sorbió la taza de la infusión que siempre tenía al frente.
En los últimos años, incluso antes de la desaparición del jefe del proceso “bolivariano” no solamente volvieron los sacos de arena con personal redoblado y fuertemente armado, sino que piquetes enteros de la GNB con equipos antimotines o de la PNB son apostadas con frecuencia en las inmediaciones de Puente Llaguno, según y cómo estén los decibeles de la conflictividad social. Además, en gran cantidad de postes del área del casco central de Caracas en las adyacencias de Miraflores han sido colocadas costosas y modernas cámaras giroscópicas, aunque el pavimento muy a menudo esté vuelto un desastre.
El presidente Maduro ha inaugurado otra moda. El deseo del mandatario es que permanentemente haya una aglomeración de activistas frente a las bardas del palacio, incluso que amanezcan allí si les da la gana, sobre todo ahora cuando la oposición viene anunciando que marchará a Miraflores, porque ese es su derecho como ciudadanos. Ninguna área de la ciudad es propiedad privada de nadie, al contrario de lo que dicen las pintas rodriguistas.
La noche del pasado miércoles los temblores gubernamentales llegaron al extremo de instalar al lado de las bardas de Miraflores un campamento juvenil, al estilo del comando de aclamadores portátiles que fue llevado a Margarita cuando la Cumbre de los No Alineados. Es el escudo humano, se supone, que sacrificará su vida por el controversial gobernante que, también se supone, ha encendido los 15 motores del desarrollo nacional. Venezuela Potencia.
En términos sencillos y populares se puede decir que el presidente Maduro “pone sus bardas en remojo”. El Antonio Ríos, de andar por estos mundos, también dejaría aquella sabia reflexión filosófica de la cual echó manos en tiempos de apuro: “El miedo es libre”.
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