Escuela de concreto vs Escuela de la calle, por Rafael Antonio Sanabria Martínez
Existe un pugilato entre la escuela de concreto y la escuela de la calle. Una total contradicción. Construida una en concreto, con jardines y ataviadas de carteleras, conteniendo mesas y pupitres, con pizarrones repletos de contenidos, en la que los estudiante se siente obligados a estar cinco horas sentados, escuchando lecciones de un docente, tal vez sin importancia para ellos, porque su atractivo está en la escuela de la calle, aquella que no le impone normas, no le obliga a estar tantas horas sentado, ni le indica horario, ni escucha la cantaleta del docente, por lo que la considera libre.
Estas dos posturas luchan entre sí. Una por enseñar una serie de contenidos y la otra es abierta, sin reglas aparentes, se aprende viviendo, burlándose, dominando, fingiendo fuerza o viveza, forjando poder y dominación, el niño de esta escuela estimula la fuerza y fortalece las mañas
El estudiante que se burla del docente, el rebelde, el que nunca entiende, el que rompe la disciplina y el que considera la otra escuela cuatro paredes frías y fastidiosas, es el personaje líder de esa otra escuela, es el enemigo del docente porque le sugiere pautas, normas a seguir. Todo ello constituye una fuerza contraria a la escuela de concreto.
Es lamentable pero los niños de esta escuela son los que en un futuro inmediato se incorporarán a la calle, a aprender la viveza, la trampa, la facilidad, el ocio, el lenguaje viviente, corrompido, sucio, pero eficaz y viviente para las diarias necesidades.
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En esa escuela hay una inmediata y tangible recompensa en poder, prestigio y hasta en recursos materiales. Mientras que en la escuela de concreto se aprende gramática, historia, ciencias, reglas vanas y descarnadas que nadie parece utilizar. Sólo se siente un miedo espantoso a los exámenes, a una breve exposición.
No puede la escuela de concreto estar sorda a la escuela de la calle, debe sumar esfuerzo para ser experiencia e igualarse a ella en vez de encasillarse en contenidos y tareas. Pues la escuela de concreto debe hacer sentir al niño que no ha salido de su existencia ordinaria, a la que continúa enriqueciéndola, siempre y cuando los fines sanos y positivos logren erradicar los dañosos y destructivos.
El llamado es a revisar en profundidad nuestro concepto de escuela y encontrar la fórmula que derrote a la escuela de la calle, para rescatar el capital humano al que ella daña y destruye