Esos extraños ruidos, por Omar Pineda
X: @omapin
Sospechábamos que había cierto misterio en el vecino del piso de arriba, un señor tranquilo, educado pero conversador sin límites. Nuestra amistad –si acaso podemos llamarla así– proviene de una confusión: cada vez que desde fuera del edificio el mensajero de Amazon avisa por intercomunicador que trae un paquete para Elizabeth asumimos que es para nosotros y nos quedamos con el encargo.
Luego, en la noche, Jordi Moliner toca a la puerta, le entregamos el paquete, destinado a Elisabeth, su hija cirujana en el Hospital Clinic y cuya obsesión parece ser la de adquirir todo –hasta cepillo de diente– vía internet.
Es cuando Jordi se planta a relatarnos su vida, con la peculiaridad de que como habla todo el día en catalán, al pasar a modo castellano su plática mezcla ambas lenguas. Jordi vive solo desde hace treinta y dos años en el apartamento que perteneció a su madre ya fallecida y se conoce al dedillo Barcelona.
Sus historias son extraordinarias, pero nada entraña más enigmas que el ruido que provoca de medianoche, como si arrastrara un pesado mueble. Los primeros días nos asustamos en la creencia de que un intruso había entrado a nuestro apartamento, pero aún después, sabiendo de dónde provenía el estruendo, no renunciamos a los sobresaltos.
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El lunes pasado subí para dejarle otro paquete para Elisabeth y me invitó a entrar. Mientras me mostraba el apartamento, me reveló que en ese sofá donde estoy a punto de sentarme falleció su madre, padecía demencia senil, a los 86 años. Entonces hizo un alto y calló.
Detrás de esos recuerdos advertí el fondo borroso de una vida que no ha logrado continuar. «La quería tanto, que mi mujer terminó dejándome… y yo, en las noches, arrimo ese sofá cerca de mi habitación”, me dijo consciente de que esa rutina envenena su vida doméstica.
A los tres minutos llamó su hija para confirmar si había llegado el pedido y yo aproveché que la puerta estaba entreabierta para escabullirme. Atrapado en las contrariedades de una existencia bizarra, Jordi no se dio por aludido y siguió parloteando por teléfono. Me acordé de una frase de un cuento de Edgard Allan Poe: «A veces, sin saberlo, vivimos experiencias tan desoladoras que no pertenecen a los dominios de la realidad».
Omar Pineda es periodista venezolano. Reside en Barcelona, España