España: Errores «Ciudadanos» (C’s), por Fernando Mires
En términos generales los puntos más importantes de las elecciones españolas ya han sido analizados. Sabemos que el PSOE recuperó más de dos millones de votos y también que junto con Antonio Costa de Portugal, Pedro Sánchez de España ha logrado remontar la marea baja del socialismo europeo.
Sabemos que las habilidades personales de Sánchez -un tipo nada ideológico, cien por ciento práctico y con un sentido de la oportunidad que envidiarían los mejores centrodelanteros del mundo- jugaron un papel importante. Sabemos que además de sus innegables habilidades, Sánchez debe su éxito al aparecimiento de una agresiva extrema derecha postfranquista, pero también que VOX no era un lobo sino solo un perro algo rabioso. Lo suficiente en todo caso como para empujar votos hacia el PSOE y no hacia Podemos, agrupación que seguirá siendo -por ahora- un partido parásito de la izquierda del PSOE. Sabemos también del crecimiento de las autonomías, de los federalismos y de los independentismos, representantes de un micro-nacionalismo prefranquista muy superior al posfranquista de VOX. Y no por último, sabemos de la bancarrota del PP, mordisqueado desde la ultraderecha por VOX y desde la centroderecha por Ciudadanos (C’s).
Pareciera entonces que en las elecciones del 28-A han pasado muchas cosas. Pero puede que no sea tanto así. Por supuesto, si nos concentramos en los crecimientos y decrecimientos partidarios podríamos pensar que hubo un verdadero terremoto político. Si realizamos en cambio una observación segmentaria, podríamos convenir en que España mantiene una más bien constante morfología: dos polos extremos y un centro (centro-derecha, centro izquierda, centro centro) Una plataforma suficientemente amplia para conformar acuerdos y concertar alianzas. La mantención de esa morfología depende de todos los partidos pero, como ocurre en la teoría de conjuntos, de unos menos y de otros más. Ahora, desde ese segundo punto de vista, la variable fundamental está representada por el C’s de Arrimada y Rivera. ¿Por qué?
Simplemente porque C’s es el partido que tiene mayores márgenes de acción. En contraste, PP será siempre lerdo pues los intereses económicos que clientiza son muy pesados. VOX nació para ser el epígono de la Reagrupación Nacional francesa: nacionalista, autoritario, facho. Y a las autonomías, aparte de las bellezas, costumbres, banderas y dialectos de sus nacioncitas, todo lo demás les importa un carajo. No así C’s.
C’s, surgido de lo más profundo de la cantera catalana, logró constituirse como un partido dotado de capacidad de desplazamiento nacional: el partido del liberalismo democrático. De ahí justamente provino la atracción que despertó tanto hacia la izquierda social como en la derecha civilizada.
Con algunas excepciones en los extremos, C’s está efectivamente en condiciones de conectar o por lo menos coincidir en diversos puntos con la mayoría de los partidos de la escena española. En síntesis: un partido con raíces regionales y follaje cosmopolita, impronta propia a los partidos post-modernos europeos, no atados a “intereses de clase” ni mucho menos estamentales. C’s era una promesa política. ¿Era y ya no lo es? Era mucho más de lo que es ahora. Eso no dice que C’s no puede llegar a ser lo que podía ser: un partido hegemónico (directriz) de la contienda política hispana. Repito: hegemónico, no mayoritario.
La diferencia entre hegemónico y mayoritario dista de ser secundaria. Para hacer un paralelo con la ciencia física, se trata de una diferencia parecida a la que se da entre la física cuantitativa y la física cuántica. De acuerdo a la primera, lo que es determinante en toda acción es la cantidad de masa. De acuerdo a la segunda, el desplazamiento de las partículas elementales dentro y fuera de la masa. En términos políticos, un partido puede ejercer hegemonía sin constituir mayoría. Y bien, esas son condiciones que C’s perdió durante el fragor pre-electoral.
El primer error, en cierto modo, la madre de todos los errores que después sobrevinieron, fue el peor que se puede cometer en política. El de confundir a un adversario político, el PSOE, con un enemigo principal. Un error funcional, decían algunos publicistas, pues Albert Rivera intenta erigir a C’s como el partido hegemónico de la derecha. Exacto: ese fue el segundo error. Al situar a C’s en una posición objetivamente aliancista, aún manteniendo una retórica centrista, nadie pudo borrar la imagen de “las tres derechas unidas”. Y este hecho puso a merced del PSOE grandes espacios de centro que por supuesto Sánchez, ni corto ni perezoso, supo ocupar. Más aún: la cercanía geométrica establecida por C’s con VOX, representante de un anti-autonomismo extremo, llevó a los autonomistas moderados (sí: los hay) de Cataluña y el País Vasco hacia el lado del “sanchismo” cuya alternativa “federalista” no entiende nadie pero suena mejor que la represión policial ofrecida por los partidos de la derecha extrema.
No obstante, aún sobre la base de errores de posicionamiento, nada obligaba a C’s a desarrollar el estilo de lucha frontal, injurioso y excluyente en contra de Sánchez y el PSOE, hasta el punto de no dejar ninguna puerta, ni siquiera una ventana abierta para después de las elecciones. Y aquí el problema es más grave. Las elecciones que tienen lugar en diferentes países europeos, en España también, pueden ser consideradas antesalas de la gran batalla electoral que tendrá lugar en la elecciones europeas del 26- M.
Cierto es que en los debates ningún candidato se pronunció sobre el enfrentamiento que se avecina, como si España viviera en el orto del mundo. Explicable en el caso de Podemos y Vox. Ambos son partidos anti-europeos, aliados de Putin y de su campaña desestabilizadora. Pero PSOE, por su tradición histórica, PP, por los intereses que representa y C’s, por su vocación liberal-democrática, son partidos europeos y europeístas, defensores a ultranza de la UE. De una u otra manera, frente a la ofensiva ultranacionalista, los tres están obligados a encontrar una coordinación que sobrepase a la simpleza del eje izquierda-derecha, estructura bi-frentista rehabilitada por el propio C’s.
No haber tomado la bandera de la defensa de Europa para no lastimar mezquinos pactos nacionales puede costar caro a C’s. El anuncio de Rivera relativo a liderar a las derechas en contra del PSOE, no puede ni debe superponer la razón de un partido por sobre la razón de la democracia euro-occidental. Aún es tiempo para que C’s rectifique. Aún es tiempo para que Rivera salte por sobre sus propias sombras.
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Resultados de las elecciones del 28-A https://resultados.elpais.com/elecciones/generales.html