Espejito, espejito, por Tulio Ramírez
Twitter: @tulioramirezc
Estoy acostumbrado a que durante mis caminatas vespertinas se corte la buena música que escucho por la interrupción de una cadena nacional. ¡Cuidado!, debo aclarar algo de una, para evitar malos entendidos. No salgo a caminar para escuchar la cadena con tranquilidad, lejos de mi familia opositora, tal como me lo afirmó un vecino cuando le comenté el asunto. Bueno, la verdad no sé si lo dijo en broma o en serio, pero por si las moscas, lo aclaro, no me place escucharlas.
No todas las veces dejo el radiecito prendido para escucharlas. Ante todo, trato de preservar mi salud mental. En este país es muy fácil que se le corra la teja a cualquier ciudadano y esas transmisiones constituyen un peligro letal para la preservación del criterio de realidad.
Sin más preámbulos procederé a comentar la bendita cadena. El tema central eran los 18 años de la Misión Sucre. Recordemos que fue creada a renglón seguido de las Misiones Robinson y Rivas. Suponía abrir posibilidades en las regiones de formar profesionales en diferentes áreas del conocimiento. Se usaban locales Ad hoc y los estudios eran certificados por alguna universidad ya establecida.
No analizaré el éxito o fracaso de esta Misión. No me referiré a la calidad de sus estudios porque, que se sepa, nunca hubo un proceso de evaluación de sus currículos o de la calidad de la enseñanza impartida. Sólo me atrevería a decir que no colocaría en manos de un médico egresado de esa misión, ni siquiera a la suegra de mi vecino. Hay otras maneras de vengarse, le comenté.
Lo que me llamó la atención fue la facilidad con la cual endulzaban la realidad al contar la historia de esta Misión y, por supuesto, al referirse a los supuestos logros de la revolución en materia de educación.
Tanto la maestra de ceremonias, cosa que es normal que lo haga, así como el ministro de educación universitaria y el propio presidente, vendieron unos logros, cuanto menos dudosos. La locación, si no me equivoco, fue un auditórium repleto de muchachos veinteañeros que estaban como esponjas absorbiendo todo lo que se les decía.
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La primera perla fue sobre el tema de la alfabetización. Palabras más palabras menos, señalaban que “El Comandante Supremo creó la Misión Robinson I para alfabetizar y en un año solo quedaban 400 mil analfabetos de 1 millón quinientos que había en el país. La Unesco por ello, decretó a Venezuela Territorio Libre de Analfabetismo”.
¡Guao!, la cosa es que todos sabemos que la cifra de analfabetos, en realidad, no bajó significativamente. Según el censo del 2011, la cifra se mantuvo en el histórico 5%. Sobre la Unesco, también sabemos que, lo que envió, fue una carta de felicitación al gobierno por la iniciativa de la campaña de alfabetización. Lo de “Territorio Libre de Analfabetismo” fue solo un autoelogio publicitario para satisfacer a las graderías.
Otra de las cosas insólitas que escuche fue que el “Comandante Eterno” había creado las misiones educativas porque en Venezuela “no había educación para los pobres”. Tal afirmación desconoce la masificación de la educación impulsada desde el comienzo de la democracia. Esa política ayudó a consolidar una importante clase media que ascendió en la escala social, desde la pobreza, por las oportunidades de estudio.
Con respecto a la Misión Sucre manifestaban los discurseadores que “Chávez hizo un milagro, porque en el país no había educación universitaria para los pobres”. Entiendo que el que no conoce la yerba no debe meterse a Brujo, pero es un hecho público y notorio que cientos de miles de jóvenes de extracción popular, se graduaron en las universidades sin pagar absolutamente nada, inclusive muchos disfrutaron de becas para no verse obligados a incorporarse al trabajo mientras estudiaban.
La diferencia con el cuento de Charles Perrault, “La Bella Durmiente”, es que la malvada reina solo preguntaba al espejo sobre quién era la mujer más hermosa del reino y éste se limitaba a decirle la verdad. En el caso que comento la situación es al revés, la reina no pregunta sino que instruye al espejo sobre “la verdad” que quiere escuchar, y éste, solo repite bajo el temor de ser partido en mil pedazos por no seguir la corriente. Espejito, espejito déjame decirte que….
Tulio Ramírez es Abogado, Sociólogo y Doctor en Educación. Director del Doctorado en Educación UCAB. Profesor en UCAB, UCV y UPEL
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