Estaciones de servicio perciben menos de 15 bolívares al mes por venta de gasolina
Denuncian que el gobierno de Maduro gasta un total de 11 millones de dólares diarios en importación de combustible
En Venezuela un dólar no compra ni medio cartón de huevos, pero sí 54,9 millones de litros de gasolina de 95 octanos.
A partir del 20 de agosto, cuando Nicolás Maduro puso en marcha el “Programa de Recuperación Económica, Crecimiento y Prosperidad” con la entrada en vigencia de la reconversión monetaria, el litro de combustible de 95 octanos pasó de costar 6 a 0,00006 bolívares; mientras que el de gasolina de 91 de 1 a 0,00001 bolívares.
Dada la poca o nula circulación de las monedas de 0,50 y 1 bolívar, las denominaciones más bajas del cono monetario, 2 bolívares es lo mínimo que se puede pagar en las estaciones de servicio, y aun así el conductor entregaría 1,99 bolívares de más. Por esta razón, se dice que el litro de combustible aumentó de facto y no por decreto, principalmente luego de que salieran de circulación el 5 de diciembre las extintas piezas del bolívar fuerte.
A pesar del incremento, los montos que se entregan en las gasolineras siguen siendo irrisorios. 2 bolívares no son ni 0,1 centavos al tipo de cambio oficial de 3.294,48 bolívares, y el billete de mayor denominación, el de 500 soberanos, no es, ni siquiera, 1 dólar, montos muy por debajo de los que se cobran en estaciones de servicio en el extranjero, que oscilan entre 0,28 y 2,15 dólares el litro, aproximadamente.
En agosto, Maduro reconoció que el gobierno prácticamente regala la gasolina, por lo que anunció que su valor sería llevado a precios internacionales que pagarían solamente aquellos que no se inscribieran en el carnet de la patria ni en el censo del parque automotor, un registro anunciado por el gobernante con tambores, platillos y trompetas y que de nada sirvió
Más de siete meses después, el gobierno de Maduro, considerado “ilegítimo” por la Asamblea Nacional y por cerca de 60 países, sigue vendiendo el combustible con un alto subsidio, “a precios regalados” como dicen muchos, tanto es así que las estaciones de servicio no perciben ni 15 bolívares mensuales por la gasolina. Subsisten gracias a las ventas de aceites de motor, de repuestos automotrices y de productos misceláneos. También por el lavado de vehículos. Pero ni siquiera generan el dinero suficiente para mejorar su infraestructura.
“Todas están quebradas”
En Venezuela más de 40% de las estaciones de servicio están cerradas. En 2014, un año después de que Maduro asumió el poder, en abril de 2013, apenas quedaban 1.691 de las 1.865 que había en septiembre de 2008, cuando entró en vigencia la Ley Orgánica del Mercado Interno de Combustibles. Fue aprobada por la Asamblea Nacional, presidida entonces por Cilia Flores, para “reservar al Estado la actividad de intermediación para el suministro de combustibles líquidos, por razones de conveniencia nacional, carácter estratégico, servicio público y de primera necesidad”.
Las que siguen abiertas están prácticamente quebradas. Así lo aseguró el encargado de una bomba, ubicada en la avenida Los Ilustres, frente a la Universidad Central de Venezuela. “La gasolina no está dando nada, está regalada, definitivamente es pérdida. Las ventas diarias no llegan ni a 2 bolívares, las del mes ni a 3. ¿Qué se hace con eso? Toditas las gasolineras están quebradas”, afirmó el trabajador.
“Hay que esperar que el gobierno aumente lo que tenga que aumentar. Una gandola de 36.000 litros de gasolina de 91 octanos cuesta apenas 0,36 bolívares, ni siquiera es un bolívar. La gasolina es pérdida”, añadió el encargado
Un bombero de la estación de servicio situada en la autopista Valle-Coche, a la altura de Fuerte Tiuna, dijo el 22 de marzo que el día anterior vendieron no más de 7.000 litros de gasolina de 91 octanos en un surtidor, lo que no son ni 0,1 céntimo de bolívar.
“Nosotros diariamente tenemos que darle a la gasolinera lo que se vende en litros. Aquí se trabaja con puro 91”, dijo, luego señaló el marcador de litros expendidos del surtidor y explicó: “En la mañana nosotros agarramos esta numeración y la anotamos. En la tarde la volvemos a anotar y lo que hacemos es restarlo, para calcular cuántos litros se vendieron en el día. Después sumamos los dos lados (de la isla) y vemos lo que se gastó en litros, pero no es mucho”.
En la isla guardaban, ordenados por denominación, billetes principalmente de 2 y de 5 bolívares. “Esos billetes uno los acepta prácticamente por educación. Los reunimos y luego los depositamos”, añadió.
Esto es, en efecto, el desprecio a la moneda nacional, como lo señala el diputado Ángel Alvarado, miembro de la Comisión de Finanzas del Parlamento. “El rechazo al bolívar hace que la gente se deshaga de los billetes lo más rápido posible. Es algo que evidentemente está ocurriendo con todos los billetes”.
En una agencia de la institución financiera Banco Nacional de Crédito, Mario Valdivieso, un hombre de la tercera edad que esperaba por retirar efectivo, relató que un día en una gasolinera pagó con 4 billetes de 2 bolívares, que el bombero lanzó a la basura en su cara. “Me aguanté las ganas de decirle algo, solo pensé que no volveré a esa bomba. Pero después me pregunté qué culpa tiene el dueño de la gasolinera. Bueno, al final el problema de estos billetes lo terminé pagando yo”, dijo minutos antes de que el cajero le entregara 500 bolívares en piezas de 2.
“El usuario está acostumbrando a dar algo de dinero por la buena atención. La mayoría de las personas deja algo aparte del combustible. La propina está muy por encima del costo de la gasolina”, añadió otro bombero en la estación de servicio en el Fuerte Tiuna.
Su compañero agregó: “Hay mucha gente que dice que el bombero gana más que la empresa, pero no es que gane más, sino que uno se esfuerza limpiando vidrios. Si uno no se pone a limpiar vidrios, sale con las tablas en la cabeza. Sin embargo, hay gente que trata de pagar lo exacto. Hay unos que te pagan 2 bolívares y esperan el vuelto, y uno tiene que parirlo. Yo se los doy, a veces uno tiene guardado ahí 2 bolívares o una moneda de 1 bolívar”, dijo
Desde que Joaquín Mirabal pagó en una gasolinera con un billete de baja denominación y el bombero le respondió con mala cara, trata de disponer de piezas de un valor un poco más alto “para no estar viendo esas malas caras”. El conductor, que surtía de gasolina el tanque de su vehículo, opinó que el precio del litro de combustible deben aumentarlo solamente si ese incremento se verá reflejado en un buen servicio, en un suministro permanente garantizado y en bombas que trabajen las 24 horas del día.
Un aumento necesario
Si se quiere acabar con el contrabando y empezar a generarle ingresos a Petróleos de Venezuela, indiscutiblemente se tiene que llevar el valor del litro de gasolina cerca de los precios internacionales, indicó el economista Luis Oliveros, experto petrolero. Sin embargo, señaló que aumentarlo a un dólar, que es el precio promedio en el mundo, no es tan fácil en la situación actual, pues muy pocas personas podrían pagar ese aumento.
“Ciertamente pareciera que, en el gobierno actual, por lo menos con Maduro, no hay ningún tipo de incentivo ahorita. No quieren hacer esto a pesar de que hablaron mucho de este tema hace unos meses. Yo creo que la Venezuela que queremos es una Venezuela en la cual el precio de la gasolina tenga un costo cercano al precio internacional”, expresó el especialista. “Nosotros no tenemos por qué decir que como somos un país petrolero tenemos que tener un precio del petróleo bajo, ahí están Noruega, Ecuador, Bolivia e incluso la misma Colombia, que ahora produce más petróleo que Venezuela, con precios de la gasolina muy elevados”.
Añadió que un exitoso aumento del precio de la gasolina depende también de que se mejore el ingreso real de los venezolanos. “El aumento del combustible debe ser parte fundamental de un plan de estabilización en la economía. Es mucho lo que pierde Pdvsa por el subsidio, que al final favorece a las personas con recursos, porque la mayoría del país no tiene carro”.
El diputado José Guerra, miembro de la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional, afirmó que actualmente el gobierno de Maduro gasta un total de 11 millones de dólares diarios en importación de gasolina de países como la India para cubrir el déficit de consumo interno que se sitúa en 22 millones de litros.
“Venezuela está importando gasolina para luego regalarla porque no la está cobrando. Yo me pregunto por cuánto tiempo puede el Estado venezolano seguir pagando esa cantidad de dinero. Este fue un país que exportó combustible”, recordó el parlamentario.
Importarla dejó de ser tarea fácil
El 28 de enero la Oficina para el Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) del Departamento del Tesoro de Estados Unidos impuso sanciones a Pdvsa. Las sanciones no solo bloquean todos los bienes e intereses en la propiedad de la petrolera estatal sujetos a la jurisdicción de EEUU, obligan a que las ganancias de su filial Citgo se depositen en una cuenta bloqueada en ese país y prohíbe exportar crudo desde Pdvsa a territorio norteamericano. También prohíbe la exportación y reexportación de diluyentes de Estados Unidos a Venezuela.
Expertos han advertido que el problema de abastecimiento de combustible puede recrudecerse si no hay pronto un cambio político. El gobierno de Donald Trump busca restringir el financiamiento a Maduro y presionar al gobernante para que ceda el poder.
El economista Alejandro Grisanti, director de Ecoanalítica, aseguró que, ciertamente, al gobierno de Maduro se le está siendo mucho más difícil importar la gasolina y los diluyentes
“Venezuela antes tenía una capacidad de refinación para abastecer tres veces el consumo interno, que era cerca de 400.000 barriles diarios. Venezuela exportaba 800.000 barriles en productos derivados, principalmente gasolina y diésel, pero eso se ha revertido. Buena parte de lo que se consume nacionalmente se produce en el país, pero hay que importar una parte que, ante una caída tan fuerte de los ingresos, y sobre todo de los ingresos petroleros, se le hace relativamente más caro”, explicó.
Añadió que el venezolano debe entender que la gasolina no se puede seguir regalando, como tampoco los otros servicios como de la electricidad, del agua potable y de telecomunicaciones. “Esto nos tiene condenados a unos servicios muy malos”.