Estado comunal: la puerta de escape del gobierno, por Rafael A. Sanabria M.
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“Los CLAP son las comunas organizadas… son el poder popular”
Nicolás Maduro (9-11-2017)
“Todo el poder a los CLAP”
Días atrás el Presidente de la República apremió a la Asamblea Nacional que le dé el ejecútese a la Ley de Comunas. Ésta parece ser su plan B ante una posible perdida masiva de gobernaciones, alcaldías consejos legislativos y concejos municipales. En el supuesto que el mapa ya no luzca rojo, de seguro los opositores les tocará lidiar con la Ley de Comunas que vendrá no precisamente para darle poder al pueblo, sino para quitarle poder a la oposición o simplemente mutilarla.
Las comunas no estuvieron en el plan inicial de democracia participativa y protagónica de Hugo Chávez sino en el segundo gobierno. En diciembre de 2010 el PSUV introdujo sorpresivamente varios instrumentos jurídicos para asegurar las bases del Estado comunal. Uno de ellos fue la Ley Orgánica de Comunas, que estableció esta nueva forma participativa como la “célula” fundamental del nuevo Estado comunal, que definió como “un espacio socialista” para el autogobierno de las comunidades, donde se articularían los consejos comunales y toda otra organización social comunitaria (artículo 5). Se estableció que toda organización comunitaria debe regirse por esta ley y las comunas no necesitan seguir el ordenamiento territorial constitucional (artículo 10).
Las comunas y los consejos comunales no lograron cuajar con una nueva institucionalidad, enredadas en la maraña de instituciones sin autonomía política creadas por el chavismo, estas formas se superpusieron a tradiciones de asociatividad popular ya existentes y no lograron crear capacidades para las responsabilidades que se les asignaron, debido a la dinámica vertical impuesta, la partidización excluyente y las ansias generadas por el botín de recursos a manejar.
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En el papel, las comunas constituidas como agregación de consejos comunales, deben llenar un complejo conjunto de requisitos para ser reconocidas. Son pocas las comunas que lo han cumplido. Deben crear varios consejos para el autogobierno: el parlamento comunal es la instancia de deliberación y toma de decisiones, y el consejo ejecutivo, el cuerpo que los implementa. Tienen también un consejo para la economía comunal, un banco, un consejo de contraloría y otro de planificación.
En la práctica esta supuesta estructura comunal ha sido manipulada a su antojo. Si observamos que en otras áreas, por ejemplo la del trabajo, se creó una ley orgánica (muy referida por Chávez) en un campo donde ya había un sólido antecedente, fueron precisamente los organismos del gobierno quienes se burlaron de la nueva ley (y de los trabajadores).
Por cierto, muchos de estos antiobreros rojos rojitos se han disfrazado ahora de opositores en nefasta metástasis. Qué se podría esperar de las comunas, un campo donde ellos son proponentes y guías. En mi pueblo oímos las indicaciones de como se ejecutarían las elecciones del CLAP, llamaron a unas indicaciones relámpago en la aldea universitaria que luego confirmaron en los sectores: se realizarían “normalmente” las elecciones y luego los elegidos irían a “la casa del partido” donde se aprobaría quienes conformarían el consejo.
No es un mal chiste, es una seria mamarrachada. La elección de cualquier reina de carnaval se realiza con mayor seriedad ¿Se pretende que las comunas se construirían con la agrupación de muchos consejos comunales elegidos de esa manera, y que estas comunas tendrían prioridad ante instituciones elegidas formalmente por el CNE? Sería la caída del último velo del Estado de Derecho. Solo faltarían las bandas armadas. ¿Cómo? ¿Qué ya están?
Muchas veces oímos tristes comparaciones de nuestra situación económica con la de Haití y países africanos, caso extremo. Pero en lo político también, pronto vamos a perder en una comparación ante la institucionalidad de Haití y países africanos, ¡caso extremo!
La idea de unas comunas igualitarias y participativas de toda la población, de un autogobierno popular en nuestra Venezuela actual con manipulaciones descaradas a través del CLAP-hambre, no es una utopía sino una pesadilla. Sería volar los últimos clavos que maltrechos sostienen un aparente Estado de derecho.
Los comités comunales y comunas parece ser, para la cúpula cívico-militar que gobierna, no una disposición para democratizar el ejercicio de gobierno sino una vía para romper las instituciones aún existentes, una puerta de escape para desoír la voluntad popular. Estamos al borde de sumar una nueva profunda debacle social al país.
Yo soy pueblo.
Rafael Antonio Sanabria Martínez es profesor. Cronista de El Consejo (Aragua).
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