Estados Unidos: un viraje necesario, por Félix Arellano
La política exterior no representa uno de los temas de mayor interés del ciudadano de los Estados Unidos; empero, la actuación del país en el sistema internacional resulta fundamental. Su participación en la construcción del orden internacional liberal, basado en reglas y principios, orientado a la promoción de las libertades, la institucionalidad democrática y los derechos humanos, ha sido decisiva. En tal sentido, su aislamiento conlleva consecuencias negativas, tanto para la dinámica mundial, como para sus intereses.
En estos momentos, en puertas a un nuevo gobierno, urge una revisión de la actual política exterior. La comunidad democrática internacional espera un viraje que permita fortalecer y dinamizar la gobernabilidad internacional. También la estrategia frente a la crisis venezolana requiere de reflexión.
Es cierto que son necesarios cambios, revisiones y reingeniería en muchos aspectos del sistema internacional, pero los valores fundamentales de occidente, en particular las libertades en sus diversas expresiones, no deberían estar en juego y, mucho menos, por el espejismo de una narrativa aislacionista que estimula pasiones, nacionalismo, exclusión e, incluso, xenofobia.
Estamos conscientes de la relevancia del interés nacional, pero en el contexto de la interdependencia compleja que vivimos —donde todas las variables, que son muchas, están interconectadas— la concepción rígida de la soberanía se transforma en un discurso manipulador que logra votos, pero no genera soluciones efectivas.
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La construcción de muros, la descalificación, la confrontación permanente, la exclusión, el aislamiento, no permiten enfrentar las múltiples disfuncionalidades del mundo global, en particular sus inequidades o las debilidades del sistema multilateral. Retirarse de las organizaciones internacionales no las elimina y, por el contrario, beneficia a los autoritarismos, pues al debilitarlas se reducen los potenciales controles que pueden ejercer.
En este contexto, cabe destacar el caso de la pandemia que estamos enfrentando. No es la primera ni será la última. Las fronteras, los muros o la seguridad nacional exacerbada no permiten superar al virus, ni lograr la inmunidad necesaria. Para enfrentar las causas de la pandemia y lograr las soluciones médicas, el trabajo cooperativo de la comunidad internacional resulta prioritario. Al respecto, si bien es cierto que la Organización Mundial de la Salud (OMS) no ha evidenciado mayor efectividad, la descalificación permanente o el retito no resuelven nada.
Lograr transformaciones en las organizaciones internacionales no es tarea fácil. Promover los cambios implica un arduo trabajo desde adentro que exige diálogo, negociación, cooperación; no aislamiento. Se deben promover iniciativas y sumar esfuerzos, trabajar activamente con países amigos que comparten valores e intereses. Estados Unidos debe retomar una relación activa y dinámica en el hemisferio, en la OEA, con sus vecinos, con la región en su conjunto.
Resulta fundamental reconstruir las relaciones con Europa, con la Unión Europea y, en general, con las democracias; son los aliados naturales para fortalecer el orden liberal basado en reglas y principios.
El caso de China representa otro ejemplo de los temas que exigen de una revisión y un viraje. Constituye una amenaza compleja para los valores occidentales, para las libertades, la democracia y los derechos humanos; en consecuencia es un desafío para todo el conjunto de países democráticos. La Unión Europea la ha definido como una competencia sistémica. Con su hábil estrategia de expansión está penetrando la gran mayoría de países en desarrollo, en particular en nuestra región. Este cuadro evidencia que un mínimo de coordinación con los aliados podría conllevar una presión más efectiva, que mantener un enfrentamiento individual generando un potencial “guerra fría”, con diversos matices contradictorios, que perjudica a todos y no establece los límites que se necesitan.
Retirarse del Acuerdo Comercial Transpacífico facilitó aún más la estrategia de expansión económica y comercial de China y afectó el posicionamiento de los Estados Unidos en el Pacífico. En necesario exigir cambios y poner límites a la actuación de China en el contexto internacional; a tales fines, una estrategia coordinada con los países amigos podría resultar más efectiva. Debilitar a la Organización Mundial del Comercio (OMC) resulta un camino equivocado, no afecta a los gobiernos autoritarios, todo lo contrario, les permite asumir un mayor protagonismo y debilitar potenciales controles.
Son muchos los temas que se deben abordar en relación a China y la OMC podría servir como uno de los medios para definir el nuevo relacionamiento con la potencia asiática.
La lista de asuntos que exigen de una revisión es amplia y no podemos dejar de mencionar el caso de los temas ecológicos, en particular el cambio climático. Su desconocimiento y el rechazo del Acuerdo de París no contribuyen a la construcción de un mundo sustentable y más humano. Las propuestas de revisión son válidas y necesarias, el aislacionismo un error.
Otro tema que requiere reflexión tiene que ver con estrategia frente a la crisis venezolana. La comunidad democrática comparte el objetivo de una salida pacífica y democrática, pero se requiere de una coordinación más efectiva y dinámica. Resulta necesario establecer canales con los países aliados del bloque en el poder en Venezuela y la Unión Europea u otros gobiernos democráticos pudieran realizar aportes importantes.
El tema de las sanciones también debe ser evaluado para que se constituyan realmente en un medio dentro de una estrategia y no resulten en un fin que puede consolidar el autoritarismo, como ha sido la experiencia de las sanciones a la dictadura en Cuba.
Félix Arellano es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas-UCV.
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