Estos torturadores callan, por Douglas Zabala
Cuando apareció muerto por tortura el Secretario General de la Liga Socialista, Jorge Rodríguez, en los Calabozos de la Disip, el Ministro de Relaciones Interiores Octavio Lepage, todo nervioso, dijo disparates al principio, pero de inmediato reconoció que había sido asesinado por funcionarios policiales. Dio la cara por sus torturadores y enviaron presos a los asesinos directos; en cambio, estos torturadores de hoy, descaradamente callan.
La Digepol cuando se llevó secuestrado al Profesor Alberto Lovera, fueron tan bestiales las torturas infringidas, que terminaron clavándole en el pecho un pico y lo lanzaron al mar, pero como la tortura acusa y señala hasta su muerte a los torturadores, Lovera apareció de cuerpo entero a las orillas de las playas de Lechería. Fue un escándalo nacional, el caso llevado hasta el Congreso de la República, y el Presidente de entonces, prometió todo el «castigo» a los responsables de aquel crimen atroz. Sin embargo, estos torturadores de hoy, criminalmente callan.
En el momento que Rogelio Castillo Gamarra apareció ante la prensa, maquillado, pero moribundo por las torturas en la sede de la PTJ; sus esbirros al no poder esconder su crimen lo desaparecieron hasta el sol de hoy. Eso sí, el silente de estos días, José Vicente Rangel, armó un escándalo tan descomunal, que obligó a su amigo Caldera, aperturar una investigación que llevó a la destitución del propio Jefe de la PTJ. Claro está, Estos torturadores de hoy, impunemente callan.
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Estos Torturadores de hoy, recién se instaló Hugo Chávez en el poder, más por venganza que por justicia, llamaron a constituir el «Comité de Víctimas de Torturas y Desaparecidos de los años 60, 70 y 80». Nadie imaginó que se repetiría en sus gobiernos, como tragedia indescriptible, la tortura y la desaparición de prisioneros políticos. Ante ese llamado se incorporaron valientes militantes de aquellos años azarosos de guerrilla y combate frontal contra los gobiernos de AD y Copei. Ellos salieron a pedir justicia como víctimas de aquellos esbirros, que se afincaron sobre sus humanidades indefensa por su condición de prisioneros políticos.
Hoy estos venezolanos, sobrevivientes aún, deben como insurrectos y víctimas de un pasado venezolano, caracterizado por la violencia política, dar la cara, salir a denunciar a los nuevos torturadores y mostrar la mayor solidaridad con las nuevas víctimas de este terrible flagelo, casi desaparecido en el Continente. Aquí no es posible callar, la tortura y asesinato del Concejal Fernando Albán. Las torturas propinadas al Diputado Juan Requesens, los tratos vejatorios y violatorios de sus derechos humanos a Raúl Baduel, Juan Caguaripano, Miguel Rodríguez Torres y demás militares presos. Tampoco es posible callar el recién asesinato bajo tortura del Capitán de Coberta Rafael Acosta Arévalo.
Estos Torturadores de hoy callan. Hace silencio cómplice, el poeta de su revolución asesina, Tarek William Saab. El gritón de Diosdado Cabello traidoramente calla, ante los crímenes contra sus camaradas de las Fuerzas Armadas. Ordena y calla cobardemente Padrino López, mientras que, por los pasillos de su Ministerio, destila la sangre de nuestra oficialidad, víctima de sus crueldades
Con sus manos ensangrentadas, ejecuta y calla el General de la tortura, Nestor Luis Reverol. Al unísono callan la Vicepresidenta y el Ministro de información, victimas y prisioneros de un pasado, que jamás les perdonará haber sido hijos de un padre fallecido en el potro del tormento y la tortura. Desde los pasillos de Miraflores, calla y baila a rabiar, el Usurpador y Torturador Mayor, creyendo que Venezuela y el mundo democrático, aguantará callado sus crímenes y torturas.