ETA vez, explícanos; por Teodoro Petkoff
Un juez de la Real Audiencia española imputa a un ciudadano vasco, residente en Venezuela, de haber conspirado con las FARC, para asesinar al ex presidente Andrés Pastrana y al presidente Álvaro Uribe. El gobierno nacional, por medio del MinPoPo de Relaciones Exteriores, produce un escueto Comunicado, de cuatro párrafos, rechazando los que califica como «señalamientos infames de este juez español». Obviamente, no nos corresponde pronunciarnos sobre el fondo del asunto, puesto que no existe sentencia judicial que haya declarado la culpabilidad del indiciado y hasta tanto tal cosa no ocurra debe presumirse su inocencia, pero este comunicado hace cavilar. Es casi autoincriminatorio. El MinPoPoRE se va por las ramas. En lugar de responder a las acusaciones concretas, se dedica a hacer las proverbiales consideraciones políticas que remiten todo el asunto a la «conspiración extranjera» contra los impolutos y prudentes gobernantes de esta tierra de gracia. Sobre el tema en sí, ni una palabra. Llama la atención. Denuncia Maduro que el juez español «hace referencia a un ciudadano que reside en Venezuela desde el mes de mayo de 1989, como producto de los acuerdos entonces alcanzados por Carlos Andrés Pérez y Felipe González» y de seguida declara que «Sorprende que en ningún momento se menciona el nombre de los autores de este acuerdo».
¿Por qué habría de sorprender? En todo caso, si a sorprendernos vamos, lo que sí sorprende es que Maduro mencione el acuerdo entre CAP y Felipe y «olvide» que el acuerdo incluyó también a Fidel Castro. Venezuela y Cuba, a solicitud de España, aceptaron, entre ambas, acoger a unos cuarenta supuestos etarras a quienes el gobierno quiso alejar de su territorio, contando con la colaboración de CAP y Fidel Castro. En lugar de limitarse a señalar que el indiciado está aquí como producto de un acuerdo a tres, entre los gobiernos de España, Venezuela y Cuba, Maduro optó por deslizar la sospecha de que el hombre está aquí como producto de una trapisonda entre dos tipos que le caen gordos a Chacumbele.
Prefirió también lanzar una cortina de humo y, naturalmente, la que encontró más a mano fue la de las computadoras de Raúl Reyes, que, según el canciller, han pasado a «formar parte del folklore político colombiano» y de donde habría extraído el juez español los datos que le permitieron hacer la imputación al supuesto miembro de ETA. ¿Folklore colombiano? Folklore venezolano, más bien. Esta actitud defensiva es muy capciosa. En lugar de especular sobre la fuente de las acusaciones, a Maduro simplemente le salía informar quién es el ciudadano vasco imputado, cuál ha sido su vida en nuestro país y dejar clara la disposición del gobierno a colaborar en las investigaciones que se realizan en España. ¿Por qué no lo hizo sino que optó por la descalificación política de la acción judicial ibérica? ¿Por qué esa actitud defensiva? ¿Mala conciencia? Por otro lado, cuando Zapatero «pide explicaciones» a Chávez, después de tanta alcahuetería del señor Moratinos, alias Desatinos, es evidente que no estamos ante una anécdota menor, que puede ser despachada como lo hizo Chacumbele desde Uruguay, con las consabidas truculencias sobre el «imperio». No sólo a España le debe explicaciones sino, sobre todo, a los venezolanos.