¿Europa fortalecida?, por Félix Arellano
Necesitamos de una Europa unida, dinámica, creativa, dialogante, negociante, cooperadora; pareciera que es pedir demasiado, cuando muchos de los ciudadanos europeos promueven su reducción o eliminación; empero, algunos recientes acontecimientos generan optimismo. Lo cierto es que requerimos de la flexibilidad y prudencia europea para superar algunos de los graves problemas que enfrenta la humanidad como: Irán, Siria, el expansionismo de Putin, la creciente hegemonía de China, las torpezas de Trump, las contradicciones de la globalización o el cambio climático. Adicionalmente, también necesitamos de un apoyo más activo de la Unión Europea (UE) para alcanzar una salida pacífica a la grave crisis que enfrentamos en Venezuela.
En estos momentos el euroescepticismo pareciera controlado, pero no podemos desconocer que goza de respaldo. El caso del Brexit está demostrando lo irracional del retiro, destruir un proyecto de prosperidad, por problemas coyunturales o viejos fantasmas imperiales o nacionalistas; para luego tratar de retomar, con mayor dificultad, los beneficios que ya se tenían
En Francia, Italia y Alemania se han controlado los grupos radicales cargados de nacionalismo y xenofobia, que atacan irracionalmente la integración, pero el germen está latente y va creciendo en otros países miembros.
Las progresivas corrientes migratorias, particularmente los grupos islámicos con sus rígidos valores y tradiciones, están estimulando tensiones en buena parte de la población europea, sentimientos que los radicales alimentan con nacionalismo y xenofobia; empero, equivocadamente, buscando soluciones rápidas y fáciles, atacan al conjunto europeo, cuando en realidad se deben revisar algunas políticas específicas, por ejemplo, la migratoria. Tema que exige un trabajo integral, que permita soluciones eficientes y sustentables.
La designación de las nuevas autoridades europeas y, el creciente liderazgo del Presidente de Francia Emmanuel Macron, para superar el vacío que deja la Canciller alemana Ángela Merkel, son señales positivas. La nueva Presidenta de la Comisión Europea, la alemana Úrsula von der Leyen, está culminando el proceso de selección de los veintisiete comisarios que integran su equipo de gobierno. Por lo pronto, se percibe coherencia con otros miembros importantes seleccionados, como el Sr. Joseph Borrell para la política exterior y de seguridad y la Sra. Christine Largarde para presidir el Banco Central Europeo. Esperemos que el Parlamento Europeo asuma su responsabilidad, en la conformación de un equipo que permita enfrentar las serias dificultades por las que atraviesa el bloque.
Los retos que deberá afrontar el nuevo equipo son inmensos; entre otros, frente a Rusia, China e incluso los Estados Unidos, bajo la presidencia de Donald Trump, deben defender los valores de la democracia, los derechos humanos y el libre mercado, sin perder de vista la equidad frente a los más débiles
Putin se presenta como la amenaza más compleja, pues además del expansionismo territorial, juega con todos los medios posibles a la desestabilización de occidente; aprovecha los beneficios de la democracia y las libertades, para minar las instituciones, juega al caos, para lograr algún beneficio.
China se presenta como un jugador más racional, utiliza las reglas del mercado, pero impulsa su hegemonía mundial como se evidencia, entre otros, con la ruta de la seda, la lucha por el dominio de las altas tecnologías como el 5G y su creciente y hábil presencia en los países en desarrollo.
Es una amenaza dura y compleja, cuyo manejo exige de inteligencia y creatividad. Uno de los retos es la construcción de espacios que permitan promover paz y bienestar.
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Paradójico y lamentable resulta que, en un mundo de tantas tensiones, Donald Trump se presente más como una amenaza, que como un aliado y colaborador en el fortalecimiento de los valores e instituciones occidentales. La eliminación del proyecto de libre comercio transatlántico, la denuncia del acuerdo con Irán, el rechazo a las negociaciones del cambio climático, los permanentes ataques a la OTAN y a varios de los gobiernos europeos; están resultando torpezas egocéntricas, con las que aspira destruir el legado de Obama, pero básicamente sirven la mesa para el populismo y el autoritarismo.
Por otra parte, la crisis venezolana también reclama de una mayor atención y participación de la Unión Europea, preocupa, entre otros, la complejidad en la toma de decisiones; pero también el limitado papel de Enrique Iglesias como asesor para el caso venezolano. Como lo ha señalado la Canciller europea Federica Mogherini, se requiere de mayor presión, también de una variedad de incentivos, para lograr seriedad en el bloque en el poder frente a la negociación, y real disposición a cumplir los compromisos.
Adicionalmente, también se requiere el apoyo europeo para trabajar con los aliados del bloque en el poder venezolano, particularmente Rusia, Cuba y China y lograr que no obstaculicen la salida pacífica. La UE tiene experiencia y capacidad frente a esos desafíos.
Resulta fundamental una sólida UE apoyando y participando en los diversos escenarios de negociación, reactivando el Grupo Internacional de Contacto, apoyando los esfuerzos de Noruega, el Grupo de Lima o cualquier otro escenario que contribuya a la reconstrucción de democracia en Venezuela.