Excomandante sandinista Jaime Wheelock: Ortega tiene la opción de renunciar
En su triple condición como presidente de la república, líder partidario del FSLN, y cabeza de su familia, Daniel Ortega aún tiene tiempo de enmendar sus errores, si comienza por decir la verdad a la nación, y demuestra voluntad para encontrar soluciones a través del Diálogo Nacional, opina el sociólogo Jaime Wheelock Román, que fuera miembro de la Dirección Nacional histórica del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
“Veo dos caminos: el de la confrontación, que es el que llevamos, donde todo mundo es terrorista o golpista, y otro camino que le lleva a actuar como estadista, reconociendo que eso no es así, que hay que resolver este problema a través del diálogo, para buscar una salida política que ponga al país en un curso de concordia nacional”, expresó Wheelock, al ser entrevistado en el programa de TV Esta Noche, que se transmite por Canal 12.
Para llegar a esa salida política, Ortega debe actuar en alguno de los tres niveles en los que se desempeña, y en los que ha fallado, a criterio de Wheelock: como presidente de la República; como líder de su partido, y como padre y cabeza de una familia a la que debe proteger.
“El gobernante está sentado en tres escalones. El primero es aquel que le da su condición de Presidente de la República. Como estadista, está obligado por su ministerio a buscar el bienestar, el desarrollo económico, la paz y la estabilidad de Nicaragua, pero con centenares de muertos, él debe saber que una de sus opciones es renunciar, si quiere actuar como estadista y no destrozar este país”, dijo el exministro.
El riesgo del FSLN
“El segundo escalón es el que lo pone como líder de su partido, cuya labor es engrandecerlo, fortalecerlo, darle una dirección, y si los errores que se han cometido ponen en serio peligro a este FSLN, lo que debe hacer como Secretario general, es buscar en el diálogo, cómo encontrar una solución que le permita recomponer al partido en unos meses o en unos años”, detalló el entrevistado.
Pero si el mandatario, “saca fuerzas armadas o fuerzas parapoliciales, o le dice a la militancia que se arme, casi conformando así una guerra civil y un caos, entonces no está cumpliendo con su responsabilidad”, añadió.
“El tercer –y último- escalón que le queda, es decir: ‘Yo soy el presidente de Nicaragua, y estoy gobernando con mi familia’. Y puede que no le importe Nicaragua, puede que no le importe el FSLN, y que esté dispuesto a llevar a Nicaragua y al Frente Sandinista por la ruta de la confrontación y del derramamiento de sangre, pero eso probablemente también afecte a los que están a su alrededor”, incluyendo su familia, sentenció Wheelock.
En todos los casos, “Ortega tiene necesariamente que buscar en el dialogo, una solución a este problema”, explica, considerando que esa solución es muy simple: primero, disolver y desarmar las fuerzas paramilitares que son ilegales, atentan contra la institucionalidad, son un peligro para la estabilidad del país, y contradicen a las fuerzas constitucionales, que son la Policía y el Ejército.
Segundo, “debe terminar la persecución y liberar a los presos políticos, y en ese clima de tranquilidad que el presidente está obligado a dar por su ministerio, hacer todo lo posible para encontrar una solución a este problema”, abundó.
Sandinistas contra orteguistas
Jaime Wheelock Román, fue uno de los nueve Comandantes de la Revolución, miembro de la Dirección Nacional histórica del FSLN, que lideró la insurrección final contra la dictadura de Somoza en 1979.
Durante la década de los 80 ocupó el cargo de Ministro de Desarrollo Agropecuario y Reforma Agraria (Midinra) y después de la derrota electoral del FSLN en 1990, participó en las negociaciones y los acuerdos de transición, y se mantuvo en la Dirección Nacional del FSLN hasta el segundo congreso del ese partido en 1994.
En 1995 se retiró de la actividad partidaria del FSLN y desde finales de los noventa funge como presidente del Instituto para la Democracia (Ipade) y como desarrollador de un proyecto turístico en la zona de Tola, en el Pacífico
Este es un extracto de la entrevista que el periodista Carlos Fernando Chamorro realizó con Wheelock en el programa televisivo Esta Noche.
-¿Cuál es tu posición ante la crisis nacional? Se habla de una rebelión cívica frente a régimen dictatorial, familiar, que ha sido reprimida de forma brutal, pero el presidente Ortega alega que su gobierno ha sido objeto de un golpe de Estado violento financiado desde el exterior.
-La tesis del golpe de Estado, desde el punto de vista histórico… el golpe de Estado lo ejecutó Luis XIV cuando viola las leyes y el orden institucional, para establecer un gobierno absolutista, y este no es el caso.
-¿Se podría decir que Ortega ejecutó un golpe de Estado en estos 11 años al violar la Constitución, imponer la reelección indefinida, y excluir ilegalmente a la oposición?
-Si se ve como un proceso, sí. Podría decirse que sí, pero también diría que los Golpes de Estado, en los Estados latinoamericanos, generalmente los han ejecutado las fuerzas armadas en contra de gobiernos que en general, habían sido legítimamente constituidos, que no es nuestro caso.
-El gobierno dice que lo que hay es un golpe de Estado ‘suave’, que es una nueva modalidad que se le atribuye a estas formas de rebelión cívica o de protestas no violentas.
-La verdad es que en el análisis que he hecho de esta situación, he encontrado que hay resistencia por parte del Ejecutivo, de decir realmente qué fue lo que pasó, y es difícil comparecer ante la opinión pública, y admitir que se han equivocado, que se cometieron errores, y a partir de eso, entonces se construye toda una serie de figuras delincuenciales que realmente no se corresponden con la realidad. Lo que encuentro es que una población reacciona indignada frente al hecho de que se está atacando con fuego de fuerzas armadas a estudiantes que están desarmados. Y al producirse un ataque en contra de estudiantes universitarios desarmados, viene una reacción generalizada, solidaria e indignada del pueblo nicaragüense; ni siquiera le llamaría rebelión. Lo que hay es una reacción indignada, generalizada, en donde le piden al Gobierno que renuncie, porque en otros países, por cinco veces menos de lo que ha pasado aquí, los presidentes renuncian.
-¿Qué pasa en el llamado sandinismo histórico? Por qué se mantiene en silencio, en una actitud de ambigüedad?
-Es importante mencionar que el sandinismo sí se ha hecho presente.
Primero, una buena parte del grueso de los que se manifiestan apoyando solidariamente a los estudiantes, a los que han sido golpeados, los que ha sido apresados, y los que han sido muertos, son sandinistas.
El sandinismo está en las calles, no con las banderas del sandinismo, pero sí con los mismos ideales de Carlos Fonseca; con los ideales de los mártires… el sandinismo está vivo, y es sumamente extraño que de repente, el grueso del sandinismo está denunciando y demandando al que aparece [Ortega] como jefe oficial, con las banderas y la firma del sandinismo”.
-¿Qué representa ese partido que oficialmente se presenta como Frente Sandinista, al que convoca Daniel Ortega en la avenida Hugo Chávez?
–Aquí hay un hecho innegable: la correlación de fuerzas políticas se le volteó a Daniel Ortega. Entre los que no lo apoyan, son una serie de estamentos, quedándose él y un grupo de sus colaboradores con un último anillo. Incluso dentro de ese anillo, hay personas que yo sé que no están de acuerdo con que haya habido tantas muertes, ni están de acuerdo con las persecuciones.
Consideran que históricamente, ni el Frente Sandinista, ni la Juventud Sandinista, han volteado nunca los fusiles en contra del pueblo, pero ahora vemos encapuchados con banderas del FSLN; jeeps con banderas del FSLN, y están tomando esa bandera para reprimir a la población, porque a quienes están reprimiendo es a la juventud, a los pobladores, a los trabajadores, a los que protestan.
-Ortega acusó a los obispos de ser golpistas, y ahora quiere neutralizarlos o sacarlos del Diálogo Nacional. ¿Qué opciones le ves al Diálogo?
-El diálogo por ahora, es el único instrumento que tenemos los nicaragüenses, y que tiene el gobierno para que se comience a resolver esta crisis. Yo considero que el papel de la Iglesia es fundamental, y que no se debe cambiar su papel de mediador.
Los mediadores tienen una posición delicadísima donde tienen que tener un gran equilibrio, porque son mediadores y testigos, y al mismo tiempo, son pastores que deben proteger a su feligresía.
Ese doble rol debe desarrollarse de tal manera que no se vulnere el papel neutral que debe tener el mediador. Yo diría que del lado de la mesa del Diálogo, el objetivo es encontrar los puntos de consenso para salir rápido de esta crisis, sin derramamiento de sangre, y dejar entonces la posibilidad de que el Diálogo, que es muy complejo, continúe más adelante, tocando una serie de puntos que son necesarios.
No se puede mezclar el diálogo que se necesita para resolver el tema de la salida, con otros que le pueden meter un gran ‘ruido’, como pensar en organizar un gobierno provisional, o trabajar en un plan de gobierno, temas que hay que dárselos más adelante a los partidos políticos. El diálogo se puede poner en peligro, si de repente, en vez de pedir los puntos serios que demanda y necesita la población, aparecen sustituyendo en cierta manera a los partidos políticos.
-¿Qué futuro le ves al Frente Sandinista como partido político después de esta matanza que ya suma más de 320 muertos, y por su vinculación con la familia Ortega-Murillo?
-El Frente Sandinista como organización con una gran base política, está seriamente golpeado, pero no veo que el FSLN haya perdido vigencia, primero, porque los sandinistas están luchando en las calles, y yo sé que dentro del sandinismo hay muchas personas que están preocupadas, que han querido pronunciarse, que están en desacuerdo con la represión.
A mi modo de ver, si el gobierno, si el liderazgo, actúa de manera responsable, existen posibilidades en el futuro para el FSLN.
-¿En esta revolución no armada, estamos frente a una especie de paralelismo con lo que ocurrió con Somoza en 1979?
-Somoza aceptó irse. Somoza aceptó negociar con nosotros. Nosotros estábamos dispuestos a formar parte del ejército, ya sin los cuadros que habían sido represivos, e iba a ser un traslado del mando. Somoza aceptó. Lo que ocurre es que después se desdijo, y por eso tomamos el poder.
Nosotros en la Dirección Nacional, (Daniel solo lo anunció), adelantamos las elecciones en 1989. No es cierto que en los procesos de paz en Centroamérica, hubiese nunca la discusión de adelantarlas. Nosotros lo hicimos para evitar el derramamiento de sangre; para evitar que nosotros y el Frente cayéramos en el caos, y con esa negociación logramos que viniera otro gobierno que hizo un papel muy decente. Nosotros pasamos a un segundo plano, pero años después, el Frente estaba nuevamente en el gobierno.