Exigimos silla azul para los dormidos del bus, por Reuben Morales
Twitter: @ReubenMoralesya
Las sillas azules son aquellas del trasporte público destinadas a personas de la tercera edad, mujeres embarazadas, mujeres con niños en brazos u hombres que, debido a su barriga de cervecero, ahora de autodefinen como mujeres embarazadas de gemelos.
Sin embargo, hay otra categoría de persona que debería estar autorizada para utilizar dichas sillas: los que llegan con demasiado sueño y terminan quedándose dormidos en el bus. ¡Es que se han vuelto un problema de salud pública! Y lo digo con toda la propiedad del caso, porque los he observado, los he analizado y, bueno… yo soy uno de ellos.
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Aunque vale hacer una acotación antes de seguir. Esta petición no pretende incluir a quienes fingen hacerse los dormidos cuando entra una persona de la tercera edad o una embarazada al bus. Para ellos solicitamos que, mientras fingen estar dormidos, el resto de los pasajeros finjamos que son un asiento vacío y nos sentemos sobre ellos.
Por el contrario, esta petición más bien va dirigida a quienes genuinamente nos quedamos dormidos en el bus. Aquellos a quienes se nos puede comprobar la somnolencia mediante tres señales: en la nariz tenemos un ronquido, en el mentón tenemos un hilo de baba y en la frente tenemos un morado del frenazo que acaba de pegar el bus. Esta petición de asientos azules va para nosotros.
Porque ese pasajero que se queda dormido en el bus, suele dormir con la boca abierta, los ojos a medio cerrar y las pupilas volteadas para atrás. Esto, además de causarles traumas a los niños presentes, haciéndoles creer que se adelantó el Halloween; podría causar una catástrofe si otro pasajero que va dormido se despierta, ve esa cara mortuoria y termina pensando que va en el transporte refrigerado de la morgue. Por eso, asiento azul para los dormidos.
Una segunda razón para asignarnos esta silla es el bamboleo de la cabeza. Es muy incómodo cuando un dormido se va recostando de lado lentamente hasta que termina cayendo en el hombro de otro pasajero. Aunque lo realmente comprometedor no es donar el hombro como almohada provisional para el dormido. Lo fastidioso es que luego uno no se puede mover para que el dormido no termine despertándose de golpe cantando reguetón, en arameo antiguo y con los ojos volteados para atrás. Por eso, reiteramos nuestra petición de asiento azul para nosotros los dormidos (para que además, desde afuera, aprecien cómo nuestra cara recostada del vidrio parece un bagre de pecera).
La última razón para darnos dicho asiento azul a los dormidos, es que así nadie acaba teniendo la responsabilidad de despertarnos cuando llegue nuestra parada. Como los asientos azules suelen estar algo aislados, eso le deja la responsabilidad completamente al dormido. Aunque esto también podría ser motivo de un nuevo emprendimiento: el despertador de paradas. Una persona que se dedique a anotar las paradas en donde se quedan todos los dormidos, para luego irlos despertando una estación antes y así cobrar por ello. Por eso exigimos asiento azul para los dormidos (para que el despertador de paradas también cobre doble vigilando que al dormido no le roben nada del bolso).
¿No les parece que sería una sociedad mucho más justa e inclusiva? ¿Qué cuesta soñar con un transporte público en donde se respeten los derechos de quienes nos quedamos dormidos en el bus? Ojalá y algún día un congresista de algún país tome esta iniciativa en cuenta y la proponga… (bueno, si no es que se queda dormido en el bus camino a la sesión).
Reuben Morales es comediante, profesor de Stand Up Comedy y escritor de humor
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