Éxodo, por Mercedes Malavé González
Así llama la tradición bíblica al libro que narra la travesía del pueblo judío por el desierto del Sinaí. Cuarenta años intentando salir de un área geográfica de dimensiones parecidas a las del estado Zulia. Sin duda, una prueba de resistencia a la fe de una comunidad de origen que no se dividió, que no se auto-liquidó, que se mantuvo fiel a su destino, a pesar de los numerosos eventos que pusieron a prueba su integridad e identidad patria.
La razón por la que no salían del desierto parece clara: no lograban mantenerse orientados en la misma dirección. Avanzaban unos kilómetros y se decían: “no es por aquí”. Retornaban, se cansaban, paraban, reemprendían el viaje y volvían a cuestionarse: “llevamos muchos días en esta dirección, crucemos a la derecha, a la izquierda”. Así, erráticos, anduvieron 40 años, hasta que dijo Dios a Arón, el último conductor: “No te desvíes ni a la derecha ni a la izquierda”. Y finalmente llegaron.
Muchos errores de conducción se pueden cometer, lo que no sería aceptable es dividir a un pueblo, sacrificar a una nación entera por la autosuficiencia de querer salirse con la suya.
Quienes así actúan han degradado la actividad política a la más pura y despiadada aniquilación masiva. Errores garrafales de factura histórica, pues nadie puede hipotecar el futuro a base de una obstinada prepotencia en el presente.
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Venezuela debe buscar una solución conjunta a la grave situación política, económica, social, moral y humanitaria que atraviesa. Debe superar el aislamiento, la incomunicación, la ruina económica y el odio político. Buscar caminos de acuerdo, de diálogo y de reconciliación nacional. Para eso, es necesario un compromiso de conciencia, personal y pre-político, una base mínima de convicciones humanistas, nacionalistas, que legitime nuevamente el liderazgo como verdaderos profetas y conductores de la patria.
Si el pueblo elegido no llegaba junto y compacto a la tierra prometida, hubiesen sido derrotados por los numerosos pueblos foráneos que habitaban las tierras de Canaán.
Los paralelismos saltan a la vista. La reconstrucción nacional implicará inmensos esfuerzos y numerosas batallas con intereses foráneos. Solo unidos podremos recuperar a la nación.