Expectativas sobre Prosur, por Félix Arellano
El reciente lanzamiento de Prosur en Chile está generando debates y, en efecto, es una iniciativa que requiere de reflexión y consulta. Si el objetivo es concentrarla en aspectos fundamentalmente políticos, vinculados con los derechos humanos, las libertades y la equidad consideramos que sería una organización conveniente y necesaria. Ahora bien, si se aspira transformarla en una nueva organización de integración económica, puede engrosar la lista de instituciones que están
generando burocracia, duplicaciones, fragmentación y desintegración. Ahora bien, Prosur pudiera realizar un importante aporte en materia de integración, si promueve una profunda revisión y reingeniería de la integración regional.
Nuestra región aún enfrenta las graves consecuencias de los movimientos radicales, que bajo el liderazgo de la dictadura de los Castros en Cuba, han asumido el poder por la vía democrática en varios países y luego inician los procesos para tratar de perpetuarse, socavando las instituciones democráticas, los derechos humanos y los valores de libertad. Resulta fundamental enfrentar el falso
discurso que cautiva a los más débiles y a los ingenuos, promoviendo un fanatismo ideológico que anula la capacidad de reflexión crítica. Que el desastre venezolano y su colosal corrupción aun logren respaldo tanto de movimientos políticos que se consideran democráticos, como el Frente Amplio uruguayo o de filósofos como Noam Chomsky resulta incomprensible.
Prosur podría desarrollar la labor pedagógica para desenmascarar en el mundo, particularmente frente a los jóvenes y los sectores más humildes, la farsa del discurso que manipula la pobreza, con retoricas populistas, nacionalistas, xenofóbicas y que en el fondo lo que busca es mantener e incrementar la pobreza, como mecanismo que facilita el control del poder. Se debe escudriñar las prácticas y redes perversas que se promueven bajo falsos discursos como “el poder de los pobres, de los necesitados, la dictadura del proletariado, el nuevo poder participativo”; manipulación que encubre una dinámica de destrucción y empobrecimiento para controlar.
Prosur podría asumir grandes retos necesarios en la región, como: la promoción del pensamiento libre y crítico; la consolidación de los derechos humanos y las libertades fundamentales. Prosur podría conformar un mecanismo de alerta temprana que se complemente con las normativas internacionales ya existentes como las cartas democráticas, para encender las alarmas cuando se van generando prácticas autoritarias que progresivamente van destruyendo las instituciones.
Prosur también se podría articular con los sistemas de defensa de los derechos humanos, en particular con la Comisión Interamericana de los derechos humanos. Prosur podría capitalizar la experiencia que se ha logrado en el caso venezolano sobre las debilidades de los instrumentos jurídicos que promueven los derechos humanos y la institucionalidad democrática, particularmente en lo relativo a una mayor participación de la sociedad civil.
Como institución política Prosur también pudiera asumir el objetivo de evaluar el estado actual de la integración regional y, desde esa perspectiva, propiciar una conferencia de evaluación y reingeniería profunda de la arquitectura institucional de la integración, para superar las actuales duplicaciones, contradicciones e ineficiencias que enfrentan los esquemas vigentes. No sería un aporte muy eficiente convertir a Prosur en otra organización se sume en la lista de instituciones poco exitosas en materia de integración. Por otra parte, tampoco resultaría alentador que se inscriba en el equivocado péndulo de la integración, que gira de los modelos cerrados a los modelos abiertos; generando mayor
fragmentación.
No se debería repetir los fracasos de la ALBA o la Unasur, que como parte de la “crónica de una muerte anunciada”, solo han contribuido a exacerbar la dinámica ideológica, la exclusión y la desintegración; sin mayores aportes para la solución de los problemas existentes y, lo que es peor, generando nuevos y mayores obstáculos en el complejo proceso de la cooperación y la integración en la región, donde finalmente los mayores perdedores son nuestros pueblos.
Uno de los objetivos que se deberían alcanzar, tiene que ver con la superación de enfoque ideológico que ha caracterizado la integración en los últimos años y que ha contribuido al estancamiento del proceso