¡Exprópiese!, por Teodoro Petkoff
¿Para qué exactamente decidió Chacumbele expropiar los edificios que rodean la Plaza Bolívar? Aparte de que la vaga referencia a «construir un centro histórico» no dio ninguna pista acerca de qué significa eso exactamente. Y no la dio porque ni él mismo sabe qué podría hacerse en esa zona.
¿Derrumbar los edificios y construir en su lugar réplicas de las viviendas coloniales, que irónicamente sólo podrían ser las de las casas de los mantuanos, para que los alrededores de la Plaza Bolívar conformen realmente un centro histórico? Si esta fuera la idea lo más probable es que tumben los edificios más o menos rápidamente (porque para destruir Chacumbele es un fenómeno), y los escombros queden allí para siempre, como los de Vargas. Muy bonito quedará el «centro histórico». Pero si no es esto, ¿qué podría ser? ¿Mantener las edificaciones y darles un uso distinto al actual, como, según se ha insinuado, alojar en ellos comunas y otras zarandajas de las que se le ocurren a Chacumbele? ¿Cuál sería el sentido de esto? Ninguno, porque los alrededores de la Plaza Bolívar quedarían idénticos, pero peor, ocupados por los ganapanes que medran de la «revolución» y ahora tendrían «sede».
En fin, resulta difícil saber qué proyecto tenía en mente Chacumbele, cuando con gestualidad y voz que creía heroicas, sintiéndose cual Mariscal Sucre en la pampa de Ayacucho, ordenaba a un Jorge Rodríguez entre asustado y desconcertado que le pusiera la mano a esos edificios. Y es que en verdad, no tenía ni tiene proyecto alguno. Todo eso forma parte de su campaña electoral. Son gestos dirigidos a esa parte de su electorado que siente escurrírsele entre los dedos, y al cual pretende retener a punta de efectismos falsamente revolucionarios.
Espera que parte de sus cada vez más escépticos y críticos votantes reaccionen salmodiando el cada vez más asordinado grito de «así, así, así es que se gobierna». Mucha gente se pregunta si, por asomo, no se le ocurrirá a Chacumbele que eso podría serle, más bien, contraproducente. ¿No pensará que eso acentuará entre la gente sencilla que todavía lo sigue la sospecha de que pretende reproducir ese modelo cubano que nadie quiere en este país, quitándole a la gente hasta su vivienda? ¿No pensará que pone a temblar a muchas personas que lo han acompañado, cuando estas lo ven expropiando viviendas y oficinas, de un modo tan abusivo y francamente ilegal? No, no se le ocurre nada de eso y tampoco lo piensa, porque él cree que eso es revolucionario y jura que ese tipo de actos están en sintonía con un sentimiento igual en la mayoría de la población. Cree que sus delirios coinciden con lo que la gente común tiene en su mente. Se equivoca, desde luego, y por eso viene metiendo la pata con tanta frecuencia. Antes que retener el drenaje de votantes, lo está transformando en una hemorragia. Con su pan se lo comerá.