Extravagancias, por Gisela Ortega
-“Los Pickwick Papers”, de Carlos Dickens, obra conocida generalmente en las versiones españolas bajo el título de “Pickwick” o “Aventuras de Míster Pickwick”, publicada en 1833, obtuvo desde el primer momento un éxito excepcional. Se calcula que es el libro del que más ejemplares se han vendido, de los escritores de lengua inglesa, exceptuando la Biblia y las obras de Shakespeare.
– “Los Miserables” de Víctor Hugo, se publicó simultáneamente en abril de 1862, en París, Leipzig, Bruselas, Milán, Madrid, Varsovia, Rotterdam, Budapest y Río de Janeiro. La edición parisiense de 7000 ejemplares, se agotó en cuarenta y ocho horas.
-De “El Misterio del carruaje”, original del novelista ingles Fergus Hume, -1859-1932, se editaron más de un millón de ejemplares. El autor lo había vendido por 50 libras. Falleció en 1932.
-Pierre Loti, -1850-1923-, autor de novelas impresionistas, asombró en cierta ocasión a la Academia Francesa proclamando que jamás había leído una novela; en una reunión de once escritores franceses contemporáneos, siete no habían leído a Proust. A los dos días de ser galardonado con el Premio Literario Goncourt, el novelista y dramaturgo, Jean Giraudoux, -1882-1944,- confesaba su ignorancia absoluta de la obra de los hermanos novelistas.
-En la Revista de Occidente, año 1, número 1, Madrid, 1923, Eugenio D’Ors, escribió: “solo he leído en mi vida dos novelas: El Quijote y otra cuyo título callaré para que cada uno de mis amigos pueda figurarse que es la suya.
-El Ministro de Guerra austriaco, en agosto de 1929, prohibió la lectura en todas las guarniciones de la novela de Erick María Remarque, “Sin novedad en el frente”, de éxito mundial. Otro tanto se hizo en Alemania, sin poder precisar si fue antes o después de haber tomado Austria tal medida. Ello obedecía, en ambos casos, a que por pintarse en aquellas páginas la guerra y la vida militar en general con tintas sombrías, se consideró un peligro para sostener el espíritu castrense en la juventud.
-Las jóvenes cuando empiezan a “mariposear” con los chicos, y estos al empezar a fijarse en ellas viven felices y descuidados, sin pensar en la Eugamia. Ignoran que la selección de los novios no debe ser obra del azar, ni del gusto personal de cada uno, ni aun de la conveniencia económica, como suelen aconsejar algunos padres, sino el resultado de una elección racional con relación a los principios de la Eugamia. Como la palabra puede considerarse un tanto rara y de nada fácil hallarlo en los diccionarios, el psiquiatra y escritor español, Juan Antonio Vallejo Nájera, -1926-1990-, en su libro “Eugamia, selección de novios”, publicado en 1938, explica: “Proponerse la Eugamia, la conjunción matrimonial de personalidades biopsíquicas que por sus propiedades caracterológicas puedan procrear individuos progresivamente más cerca del prototipo de normalidad psicológica y que por sus dotes intelectivas estén en condiciones de prosperar socialmente”.
En el diario madrileño “YA”, del 1 de julio de 1956, se publica el siguiente telegrama de la Agencia Cifra: “En Santa Cruz de la Zarza, Toledo, ha contraído matrimonio don Melitón Gallo, de sesenta años de edad, con Virginia Rivas, de cincuenta y siete. Llevaban cuarenta años de noviazgo. Para rehuir la curiosidad de los vecinos, se casaron a las doce de la noche, y ni la familia más íntima tuvo noticias de la boda hasta minuto antes de celebrarse”.
-A principio del siglo XIX las autoridades militares inglesas prohibieron terminantemente a los oficiales el uso de gafas y lentes, por entender que unas y otros daban poco aspecto militar al portador. La orden tuvo que ser acatada, causando no pocas molestias a los militares cortos de vista, hasta que uno de ellos inventó el monóculo y lo empezó a usar considerando que no contravenía la orden, pues los monóculos ni son gafas ni son lentes. En seguida se extendió su uso entre la oficialidad no solo en Inglaterra, sino en otras naciones.
-A fines del Siglo XIX, como un actor quisiera darle al personaje que interpretaba una apariencia aristocrática, lo primero que se le ocurría era aparecer en escena con monóculo, sin cristal por supuesto. Cuando el monóculo, por arte y gracia de los autores de novelas policiales, se aplicó a los detectives, perdió aristocracia.
-Raro es el año que en algún lugar del mundo deja de exhibirse una mujer barbuda. Pero dejando de lado las atracciones de feria, nos referiremos al caso que José Ribera, llamado “El Españoleto” inmortalizó con sus pinceles. Se llamaba Magdalena Ventura, natural de los Abruzzos, del antiguo reino de Nápoles. A los treinta y siete años, casada y con tres hijos, le salieron barba y bigotes, lo cual no le impidió tener cuatro hijos más y hacer la felicidad de dos maridos. Presentada al Virrey de Nápoles, tercer Duque de Alcalá, quedó este tan maravillado que encargó en 1631 a Ribera que la retratase. Y en el cuadro aparece, junto con su último hijo, que lo tuvo a los cincuenta y dos años de edad, y su segundo esposo. Además, el pintor consideró necesario adornar su obra con una caracola marina, como símbolo de su hermafroditismo que en realidad no existía, y un huso, para que nadie pudiera dudar de la femineidad de la retratada. Y estampó la leyenda: “Un gran milagro de la Naturaleza”. Este cuadro, se conserva en el llamado Hospital de Afuera, en Toledo, propiedad de la duquesa de Lerma.
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