Falcón y el cántaro militar, por Gregorio Salazar
Autor: Gregorio Salazar | @goyosalazar
Los episodios de descontento entre los militares se suceden cada vez con mayor frecuencia y van escalando entre el personal de más alto rango y con manejo de tropas. Se trata del mismo conglomerado de venezolanos que la dictadura ha colmado de prebendas y privilegios para tratar de convertirlo en custodios de un modelo político y económico que, hoy por hoy, recibe el rechazo de más de un 80 % de la población.
De nada ha servido que el ministro de la defensa remate cada una de sus delirantes monsergas diciendo que las fuerzas armadas son “profundamente chavistas”. Tampoco la persecución, las decenas de detenciones, la represión feroz contra grupos armados como el de Oscar Pérez, ni la inaudita medida de degradación y expulsión que recientemente aplicó Maduro a 24 militares, unos activos y otros en situación de retiro.
El rechazo creciente hacia lo interno del componente militar frente al fracaso del modelo que persiste en llevar adelante la cúpula de la dictadura, mientras la población soporta penurias que nunca imaginó, es una de las cabezas de esa hidra en que se ha convertido el reclamo popular en Venezuela.
Tiene como elocuente particularidad el más reciente episodio de conspiración y represión, tras el cual han quedado detenidos entre otros seis tenientes coroneles, un primer teniente y dos sargentos, haberse articulado cuando la cúpula gubernamental ha llamado a unas elecciones presidenciales, de las cuales estamos a escasos dos meses. Más que impaciente ambición, sería evidencia de que tampoco confían esos militares en que los comicios adelantados tendrán finalmente todas las garantías democráticas, incluyendo el respeto y acatamiento de los resultados.
Llamativo es también que se hayan autodenominado denominado Movimiento de Transición a la Dignidad del Pueblo, con lo cual establecían sintonía, por un lado, con el sentimiento irrefrenable de cambio que abarca mayoritariamente a la población, y por el otro, con la convicción generalizada de los venezolanos de que han sido arrastrado a sobrevivir en condiciones de absolutamente indignidad. Transición es un concepto frente al cual se crispan quienes se creen los amos del poder, dueños exclusivos también, por supuesto, de la dignidad de la que tanto fanfarronean, pero de la cual no representan un ápice.
Pero en materia de sables no todo es sintonía popular, si se toman en cuenta las pulsaciones de la opinión pública que señalan que solamente un 40 % de la población respaldarían un cambio por la vía de la fuerza, esa que no pocas insinuaciones y luces verdes ha recibido y está recibiendo del Departamento de Estado.
La detención del ex jefe del Sebin, Miguel Rodríguez Torres, condenada por la oposición democrática, y el ensañamiento contra el general Baduel, van a persistir como un eco de efecto perturbador hacia en el seno de las fuerzas armadas y donde, según parece, ahora conspiran los que se dicen chavistas y los que no lo son. Cuántas veces más irá ese cántaro a la fuente antes de descuajarse, es una interrogante que cobra cada vez más pertinencia y, por lo mismo, preocupación.
El rol institucional de los militares es otro tema inevitable para la agenda del candidato Henry Falcón en su campaña electoral. En ese como en otros, debe actuar con coraje, debe denunciar y emplazar enérgicamente al gobierno por su responsabilidad en esta gran tragedia nacional. Esa es la conducta que la daría credibilidad, audiencia y el apoyo popular para encabezar la transición que los venezolanos de todos los sectores ansían. Lo contrarío sería irse consumiendo entre chisporroteos de ingenuidad y ambigüedad.