Febril la mirada, por Fernando Rodríguez

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Si partimos del principio de que el gobierno que nos desgobierna nada tiene ya de izquierda o progresismo –pregúntele a Fedecámaras o al mismísimo Ministro de Economía y Finanza- y por deducción simple tampoco los partidos y personajes de la oposición que le hacen la corte, diversos matices del llamado alacranismo, de los más recatados a los más arrobados.
Y si igualmente la oposición más opositora y perseguida cruelmente, a la sombra de María Corina, pareciera en su casi totalidad –el casi por excesiva prudencia– son neoliberales a ultranza y de todo corazón pudiese concluirse que posiblemente vivimos en uno de los países más conservadores del continente y del planeta mismo, salvo las tiranías sin un solo matiz –las hay.
Y no estamos aludiendo a la ausencia de los catalogados, para elogio o condena, partidos revolucionarios –hay un mini partido comunista, olvidado–. Digo algo así como socialdemócratas (los hay en el planeta muy pacatos, como los alemanes y muy cabales como Pedro Sánchez, Lula o los nórdicos), los adecos después de Pérez II y hasta nuevo aviso gustan también de la propiedad muy privada y acumulada. O faltan socialcristianos a la manera del segundo doctor Caldera. O verdes combatientes como Greta. O demócratas gringos al estilo Obama o, ¡diantres!, Sanders u Ocasio. Etc. Yo supongo que Andrés Velásquez, un solo ejemplo, (no sé si la Causa R existe, ni el respetable Bandera Roja) guarda algún rastro de sus bravíos años juveniles. Y tampoco sé si se están gestando algunos nuevos defensores de la inmensa y doliente pobresía nacional y nuestros millones de peregrinos igualmente pobres; ojo también los hay acomodados y casi todos reaccionarios, sobre todo en Miami y Madrid.
Yo mismo estoy bajo el paragua de la valiente, tenaz, hábil y muy derechista señora Machado. Creo que es la única que tiene algún chance, no sé cuan remoto, de volver a la democracia, que ya es mucho, muchísimo. Aunque me temo que desgraciadamente no lo veré porque estoy muy viejo, insólitamente pues he llevado más bien mala vida.
Los otros, los pocos que buscan lo mismo, del otro lado del río, creo que trabajan para la próxima década, muy alejados.
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Todos los años en navidad se celebra una insólita fiesta de la Sociedad Royal de viejos comunistas, incluso guerrilleros algunos, luego del MAS de Teodoro y Pompeyo; el promedio de edad como supondrán es muy alto y cada año hay menos fiesteros, se nos acaba de ir el impar Manolo Reverón, un gran cronista. Yo asisto con mi esposa desde hace algunos años, son estupendos tipos y tipas, muy alejados ya de toda militancia, pero muy peleados con el gobierno. Suelen reunirse los jueves a parlotear en Santa Mónica, es nostalgia pura. Es un soplo la vida.
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