Fernando Martínez Mottola, por Marta de la Vega

En gratitud por su amistad y su legado.
Jamás imaginé que, a fines de febrero de 2025, un poco más de un mes después de haber enviado hermosas fotos con su esposa y sus nietas, e intercambiado mensajes por WhatsApp, que resultaron ser los últimos, iba yo a escribir unas palabras de despedida por la muerte temprana del gran amigo, cercano y entrañable a pesar de las circunstancias y la lejanía geográfica. A Fernando Martínez Mottola lo apodábamos cariñosamente «Cáscara» desde su época de joven estudiante de Ingeniería Electrónica en la Universidad Simón Bolívar de Sartenejas, en Caracas.
El apodo tuvo su origen en una anécdota cuando era muy joven, surgida de las cartas que le enviaba una enamorada estadounidense. Como no sabía bien el español, escribía Cáscara en vez de Caracas. Eso fue motivo de jolgorio y burla entre sus compañeros bachilleres y así pasó el cuento a la universidad donde sus fraternos amigos, entre los cuales Illo (Manuel Sánchez), el Pollo (Edgardo Romero) o Rodrigo Agudo, hermanos del afecto y de las muchas aventuras que vivieron juntos, adoptaron el término para llamar desde entonces a Fernando con este sobrenombre.
Fue un ciudadano ejemplar, demócrata cabal, con una aguda inteligencia para la comprensión y análisis de lo que estaba en juego en el país. Su finura negociadora se puso a prueba para conciliar intereses y tendencias contrapuestos en función de la unidad y de su pasión venezolana incesante para construir un país mejor, abierto a la innovación y al progreso, eficiente y equitativo para todos. Como dijo Naky Soto el día de la muerte de Fernando, el 26 de febrero pasado, al poner en la red social X la entrevista que le había hecho César Miguel Rondón: «Espero que en el imaginario colectivo prevalezcan sus notables contribuciones al bienestar de este país y su compromiso con la causa democrática».
Venezuela tiene mucho que agradecer por las realizaciones que dejó Fernando, no solo en el sector de telecomunicaciones, al haber desestatizado la empresa telefónica Cantv sino por su afán de reconectar Venezuela para que diera un gran salto cuántico, como le dijo a César Miguel en dicha entrevista en agosto de 2018; como ministro de Transporte y Comunicaciones durante el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez entre 1992 y 1993 y, en septiembre de 2019, como integrante del equipo asesor y enviado del presidente interino Juan Guaidó en las negociaciones realizadas con la intermediación del Reino de Noruega en Barbados.
En noviembre de 2019 fue entrevistado por Moisés Naím sobre la dificultad de negociar con una dictadura y la necesidad de poner punto final a la destrucción del país con el cambio político y la restauración de la democracia. Culto, brillante, sencillo, como destacaba a Naky Manuel Guevara, de gran sensibilidad, publicó una novela, La mala racha. Fue una persona de altísima calidad moral, profesional, intelectual y política, tanto en su vida privada como en las funciones públicas que ejerció con acierto, transparencia y generosidad. De él, señalaba Ricardo Hausmann: «Fernando fue un marido y padre ejemplar, un cálido y leal amigo y un gran patriota, luchando por su país». Edgardo Romero precisó: «No tengo la menor duda de resaltar que era un ser humano excepcional. Gracias a la vida que lo puso en mi camino.»
Nació el 20 de julio de 1954. Fue un alumno sobresaliente y uno de los artífices del movimiento «Fórmate y Lucha», que no solo resultó de la sensibilidad por la política y la preocupación social de estos jóvenes, entre quienes estaban, además de los ya nombrados, Luis Raúl Pericchi, Emiro Molina, Francisco (El Chamo) Tamayo y otros, sino que también era un grupo promotor de la cultura y el deporte; preocupado por todo lo que le puede inquietar a un joven.
Lograron construir así una iniciativa que enganchó a muchos estudiantes. Muy fiesteros y asiduos de los cafetines de la universidad, nunca descuidaron los estudios. Fueron impulsores de cambios importantes en el plano académico. Siendo Fernando representante estudiantil ante el Consejo Académico de la USB y Manuel Sánchez (Illo) presidente de la Federación de Centros de Estudiantes, lograron que se aprobaran los créditos deportivos para quienes hicieran deporte. Apoyaron de este modo una formación verdaderamente integral, rasgo clave de la universidad Simón Bolívar.
El gran amor de su vida fue Laura. Es matemática de profesión. Tuvieron tres hijos: Karla, Fernando y Marco Antonio. Y tres nietas. La felicidad con la que mantuvo incólume su mundo familiar fue truncada abruptamente por una despiadada persecución y una orden de captura que lo hizo buscar refugio en la embajada argentina en Caracas el 21 de marzo de 2024, junto con cinco dirigentes del partido «Vente».
A partir de entonces, siguiendo el testimonio en X de Magalli Meda, una de las asiladas, escrito el 26 de febrero: «Fernando vivió 9 meses de mucha angustia, estaba en un proceso de búsqueda y reinvención personal constante. Durante ese tiempo vivimos 4 asedios terribles y del último no hemos salido aún. Nos quitaron la electricidad desde hace 94 días y simplemente no la volvieron a reconectar.» La jefa de campaña de María Corina Machado agrega: «Nuestra rutina se hizo costumbre. Durante meses caminábamos juntos al amanecer y siempre, siempre le mandaba una foto a su familia y amigos más cercanos, una fe de vida. Muchas de esas imágenes las capturé yo».
Y así fue. Recibíamos, varios grupos de amigos, sus mensajes cotidianos, con fotos que daban fe de su presencia de ánimo y sus reflexiones. Y destaca Magalli Meda: «Después del 28 de julio, el régimen decidió avanzar con más atropellos. Quitarnos la posibilidad de ver a nuestras familias, a su familia; le afectó mucho, a él y a todos. Muchas largas conversaciones sobre lo absurdo de estar viviendo una situación de asilo convertido en secuestro. Su obsesión era permanecer en Venezuela y cuidar de su familia. Fernando amó este país intensamente…Dimos debates apasionados…muchos.» Se encendía como un fósforo cuando no estaba de acuerdo con alguna posición, pero rápidamente se le pasaba la molestia. Y señala Magalli: «Le apasionaba imaginarse a Venezuela saliendo de este hueco de destrucción».
Las palabras de Magalli Meda retratan el horror del que fue víctima nuestro admirado y queridísimo Fernando, como tantos venezolanos triturados por la ignominia y el terrorismo de Estado. Dice ella: «No es normal lo que vivió Fernando, no es normal las terribles acusaciones que le hicieron, no es normal arrancar a un ser humano decente y honesto de su vida construida por años, de un guamazo, no es normal separarlo de su familia, no es normal tenerlo sometido a esta pesadilla. ¡Esa es la verdad! Fernando Martínez Mottola es y será por siempre un venezolano con honor y valentía. Su corazón le dolía estando acá adentro por tantas injusticias, su corazón le dolía afuera y su corazón le seguirá doliendo junto a Dios».
Al cumplir 8 meses en la Embajada, Fernando escribió: «Hoy cumplimos ocho meses en la quinta Buenos Aires. Al llegar nunca pensé que la temporada sería tan larga. Sin embargo, paradójicamente, el tiempo ha pasado rápido. Y es que, al fin y al cabo, lo realmente determinante, cada día me convenzo más, es la actitud con que se asumen las circunstancias. Desde que pasé por esa puerta, me propuse ganarle la partida a la aflicción, al aburrimiento y a la angustia que pudiera producir la incertidumbre de no saber cuándo ni cómo se resolverá esta situación. Es un pulso que hay que llevar día a día, hora a hora y minuto a minuto, en el que no se puede bajar la guardia, ni siquiera con un parpadeo, para blindarse y no permitir que penetren, ni por un instante, esos estados aflictivos».
Y termina este mensaje, que siempre respondíamos insuflándole ánimo y esperanza frente a la zozobra contra la que luchaba a diario: «Quienes reciben este mensaje, al igual que mi saludo mañanero durante todos estos días —ya meses— 248 ininterrumpidamente, forman parte de mi círculo más íntimo de mayor afecto y confianza. Con esta nota quiero agradecerles su compañía, su amistad y toda su solidaridad. Sin duda alguna, ha sido un apoyo fundamental. Siempre he pensado que a Dios hay que saber pedirle; nunca le pido que cambie sus planes. Él sabrá por qué hace las cosas. Aunque a veces cuesta entenderlo (Lo que sí le pido a ese Dios en el que creo y nunca me abandona es que me mantenga a la altura de las circunstancias. Y por lo general me complace. Gracias a ese Dios con el que mantengo una buena relación de amistad, estoy firme y fuerte de cuerpo y alma, esperando serenamente con el ánimo en alto y el buen humor intacto.»
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En otro de sus mensajes escribía: «La paciencia ha vencido al desgano, a la ansiedad y a la nostalgia. Ha salido victoriosa en un forcejeo que se juega día a día, hora a hora, minuto a minuto. A estas alturas del partido, bien sabemos que las agujas del reloj, por más que nos empeñemos en apurarlas, se mueven a su propio ritmo. Y que el horario que nos marca la vida no siempre responde a nuestros deseos». Pudo salir hacia su casa el 20 de diciembre de 2024, mediante los buenos oficios de la legación diplomática suiza. No tuvo ninguna culpa, salvo la de su generosidad y coraje para defender la dignidad y la decencia de la gente y de Venezuela.
Los atropellos del régimen no quebraron su espíritu, pero destruyeron su organismo. Nos quedan su ejemplo, su legado y su temple. Gracias, Fernando. Espero que cuando volvamos a la normalidad, la democracia y la justicia, reciba Fernando, como tantos valiosos venezolanos a los que se les ha negado el honor a sus méritos, los reconocimientos que merece.
Marta de la Vega es investigadora en las áreas de filosofía política, estética, historia. Profesora Titular en la USB y en la UCAB
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