Fidel, Raúl, Hugo y Nicolás, por Américo Martín
Twitter: @AméricoMartin
Entre Fidel y Raúl hay paradojas algo parecidas a las que van de Hugo a Nicolás, con todo y que la sumisión del Castro menor al mayor haya sido superior, más plena que la de Maduro a Chávez. Me da la impresión de que esta última era casi todo eso pero también fue más interesada.
Lo curioso del asunto es que, acercándose al final del régimen fidelista, se fue haciendo evidente que Raúl había estado acumulando fuerza propia y autonomía que le sirvieron para imponer un viraje de mercado y que el timón del Estado se deslizara de las manos de Fidel a las de Raúl, insólito desenlace que se formalizó en el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, en abril de 2011.
¿Se hubiera resignado Chávez a ceder su poder absoluto y su hermética filiación marxista-leninista, a alguno de sus incondicionales?
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Personalmente no lo dudaría si lo que perdiera cediendo fuera infinitamente menos importante que lo que intenta ganar rehusándose. Fue ese el drama de Jruschov, Gorbachov, Yeltsin y demás jefes comunistas tras el proceso desatado por la caída del Muro de Berlín en 1989. Supongo que llevaban rostro amargo, salvo los chinos quienes, como se sabe, “siempre se están liendo”. Y no solo por eso. Vieron, antes que ninguno de los otros que el camino más largo hacia el capitalismo es el comunismo y se lanzaron con tal audacia que han llegado a ser segunda potencia mundial de mercado y principal competidor de EE. UU. que sigue siendo, de lejos, la primera.
La historia registra que la confrontación universal socialismo-capitalismo, es decir URSS-EE. UU., pasó sin remedio a mejor vida. La nueva competencia planetaria se dirime entre dos países capitalistas: EE. UU. y China.
Ese completo viraje fue dibujado en el VI Congreso del Partido Comunista Cubano y su proyectada apertura de mercado, pero la tarea le quedó grande a Raúl y veremos si Díaz Canel, uno de sus más cercanos colaboradores en el diseño del audaz proyecto, puede extraer vida de materia muerta, como Mary Shelley reconstruyó la vida en un muerto, que llamó Frankenstein.
En todo caso, el nuevo presidente de Cuba tiene material suficiente para hacer de la isla otra China, hasta donde semejante milagro pueda alcanzarse. Deng Xiaoping y Su Ronji tuvieron un inconcebible éxito. No debería descartarse que Díaz Canel y sus leales lo lograrán, sin peligro de dar al planeta un nuevo monstruo.
¿Habrá sido tentado Maduro por reflexiones parecidas? Nos hemos acostumbrado a verlo afanado en ser como líder calcado de Chávez. Pero, hemos de recordar que para él fue la mejor manera de identificarse con el líder omnímodo para imponerse a sus duros rivales y, en especial, al general Padrino y a Diosdado Cabello, quienes no parecen inclinados a imitar a nadie, sino a ellos mismos. Acaso por cometer ese error —ahora se ve claramente que lo fue— perdieron la carrera. Y aunque siguen disponiendo de fuerza propia en el PSUV y el gobierno, puede que por el momento prefieran trabajar en unidad.
Si están conscientes de que su propio orgullo incidió en su menoscabo final, tal vez les sirva para resurgir en nuevas condiciones.
El problema de todos es el aislamiento internacional del madurismo y el incremento de la inquietante lucha interna, alentada por la tentativa de acumular fuerza interna y apoyarse en Chávez. Tal jugada angustiará a Maduro, al punto de dejar ver que puede dividir al chavomadurismo en el momento menos esperado e inducir a la totalidad del movimiento a entrar en la lid.
Hay adicionalmente dos factores incidiendo poderosamente en la realidad del gobierno, el PSUV, que es el alud casi espontáneo y, en todo caso, de mando anarquizado de grupos paramilitares, rozando fronteras con bandas de fuerte presencia en ciudades, barrios, aldeas.
El otro factor lo cubre la solidaridad mundial reconociendo el interinato de Guaidó y la validez legal de la AN electa en 2015.
Las sanciones siguen presionando a Maduro a abrir las puertas de la negociación sobre tres temas cardinales: la solución unida de la tormenta humanitaria que no deja de hundir en extrema pobreza al pueblo venezolano, la superación de la profunda crisis política, mediante elecciones libres garantizadas plenamente para que sean viables y confiables, y reconquista de la paz y convivencia democratizando totalmente la vida política y ciudadana del país.
Las sanciones fueron diseñadas para presionar hacia esos objetivos de la democracia.
El cúmulo de situaciones que abruman a Maduro y los suyos, al tiempo que a la oposición legal y al pueblo llano, desaparecían como por arte de magia si las dos aceras principales de la confrontación negociaran, con presencia internacional y sin más retardos, las medidas que permitan despejar un nuevo y promisorio horizonte.
Américo Martín es Abogado y escritor.
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