Firmar es lo democrático, por Teodoro Petkoff
Esta jornada que comienza hoy constituye uno de los momentos culminantes del tormentoso proceso a lo largo del cual se ha ido afirmando con fuerza creciente la voluntad de propiciar soluciones democráticas y pacíficas a la larga, destructiva y peligrosa crisis política que vive el país.
La historia nos enseña que cualquier salida que no sea producto de la voluntad del pueblo venezolano, expresada electoralmente, termina resultando un remedio peor que la enfermedad. Ningún cenáculo, por ilustrado o poderoso que sea, de gobierno o de oposición, puede imponer su visión de país y de sociedad sin contar con la participación y la decisión del principal interesado que es el pueblo venezolano. La tentación de resolver esta crisis al margen de las mayorías ciudadanas, sin consultarlas, autoerigiéndose en intérpretes de ellas, nos ha conducido en otros momentos a peligrosos impasses y a una acentuación de la conflictividad de que está preñada la sociedad nacional. Letales fogonazos de violencia han acompañado esos momentos, como heraldos de una indeseable perspectiva de conflagración civil generalizada.
La figura constitucional del referendo revocatorio permite apelar, en las condiciones particulares de la crisis venezolana, que no son nada convencionales, a la voluntad mayoritaria. Ella se habrá de expresar primero a través de la recolección de las firmas y luego a través del acto electoral. La recolección de firmas expresa una intención, necesariamente parcial, de la ciudadanía, para que sea convocada la totalidad de ella a decidir sobre el destino del gobierno. Es en el acto referendario, mediante el voto, cuando la totalidad de los ciudadanos decide si comparte o no el punto de vista de quienes impulsaron la convocatoria. La recolección de firmas no sustituye la votación. Sólo la expresión mayoritaria de la opinión nacional permitiría cubrir el decisivo aspecto del reencuentro entre los venezolanos. Es el pueblo quien ubicará a cada cual en su rol, quien atribuirá a unos la condición de gobierno y a otros la de oposición. El pueblo no excluye sino que distribuye.
La votación creará nuevas mayorías y nuevas minorías, porque las que surgieron de las elecciones de 1998 y de 2000, ya no son, y el alto voltaje de una crisis que opone visiones muy contrapuestas y dilemáticas obliga a definir de nuevo qué es lo que realmente quiere la mayoría de la nación, sin que ello signifique meter en un ghetto político a las posiciones minoritarias. Que eso se defina pacífica, democrática y electoralmente será un gran logro de la venezolanidad.
Para TalCual, que ha abogado invariablemente por el camino que poco a poco se ha venido construyendo, firmar es lo democrático. Firmar es lo que niega las tentaciones no democráticas. Y así lo deben entender tanto el gobierno como la oposición.