Flamengo importa a Sudamérica la competencia basada en millones, por Gustavo Franco
20 años después de que el Manchester United le ganara al Bayern Munich una final de Champions League con dos goles en el final del partido, el torneo continental más importante de Sudamérica le rindió un homenaje a ese partido. Flamengo impidió que River Plate repitiera como campeón de la Copa Libertadores con dos goles de Gabriel Barbosa; uno en el minuto 89 y otro en el segundo minuto del tiempo añadido. El equipo dirigido por Marcelo Gallardo se quedó sin respuesta. La primera final de Libertadores jugada a partido único en sede neutral tiene estas cosas: se juega al todo o nada.
El favorito a ganar la Copa Libertadores desde un comienzo fue el equipo de Brasil. Es el que más ha desembolsado en fichajes, que además fueron traídos de Europa. Primero, trajo en junio a un entrenador de gran caché como el portugués Jorge Jesús, con trayectoria en Europa con equipos como el Benfica y el Sporting Club de Portugal, llevando al primero de ellos a los cuartos de final de la Liga de Campeones y a una final de la Europa League. El equipo trajo también a Filipe Luis (procedente del Atlético de Madrid), al internacional con la selección uruguaya Giorgian de Arrascaeta a cambio de 14 millones de dólares, a Vitinho por 12,5 millones de dólares, y a Bruno Henrique a cambio de seis millones.
Uno de los mejores jugadores de la Copa Libertadores fue quien terminó siendo el héroe de la final, Gabriel Barbosa, quien llegó prestado del Inter de Milán a cambio de un millón de dólares. El lateral derecho Rafinha también llegó al equipo en junio de 2019 procedente del Bayern de Munich, dándole así al equipo muchísima calidad en los laterales. Como si fuera poco, el equipo además cuenta con el arquero veterano ‘tapapenales’ Diego Alves y con el exjugador del Atlético de Madrid Diego Ribas. Incluso, se llegó a especular con la incorporación de Mario Balotelli a cambio de 30 millones de dólares.
Este desembolso fue posible gracias al hecho de que Flamengo es capaz de recaudar 50 millones de dólares por su participación en el torneo brasileño, mientras que River lleva a sus arcas cuatro.
A esto hay que sumar que el equipo de la ciudad de Río de Janeiro recibió 45 millones de euros a cambio del traspaso de Vinicius Jr. al Real Madrid y 39 millones para que Lucas Paquetá fichara por el AC Milan. Todo ello explica por qué fue capaz el Flamengo de armar el equipo que armó.
Aunque a River Plate es apodado “Los millonarios”, quiénes pusieron los millones sobre la mesa para llevarse el trofeo más prestigioso de Latinoamérica fueron los brasileños. Más allá de las emociones que produjo la final, una de las conclusiones que se pueden extraer de esta Copa Libertadores 2019 es que se ha impuesto una forma de competir basada en los ingresos que genera un equipo para atraer al mejor talento, cosa que ya sucede en Europa. Los grandes presupuestos con grandes desembolsos son los que ganan los títulos.
En un contexto en el que los equipos de Sudamérica pierden constantemente sus mejores jugadores cuando un equipo europeo llama a la puerta del jugador, hay dos posibles lecturas ante el escenario que se avecina en el fútbol latinoamericano. La primera es que existe el riesgo de que se abra una gran brecha entre, por un lado, aquellos equipos que deben vender constantemente a sus jugadores ya que tienen un presupuesto inferior, y por el otro, aquellos equipos con una billetera más fuerte que no sólo son capaces de retener a sus jugadores y pedir mucho dinero por ellos, sino que además son capaces de atraer talento de competiciones europeas, así como quitarles jugadores a sus rivales locales.
Pero otra lectura que se puede hacer es la de que los mejores jugadores de Sudamérica se queden en el continente e incluso traer jugadores y entrenadores europeos es una excelente noticia porque ello hará del fútbol del continente sea más interesante para audiencias de otros lugares. También hará que el nivel del juego sea mayor, aunque ello implique desigualdad en un comienzo. El nuevo panorama que se abre no debe pasar desapercibido por las federaciones de fútbol de cada país, así como tampoco por el ente regulador del fútbol de sudamericano: la Conmebol.