FMI proyecta desaceleración económica mundial en 2023 y un repunte de 3,1% en 2024
El FMI proyecta que la economía mundial se desacelere de 3,4% en 2022 a 2,9% en 2023, para luego repuntar a 3,1% en 2024. La inflación toca máximos en medio de lento crecimiento mundial
La inflación mundial se reducirá en 2023 y 2024 en medio de un bajo crecimiento económico, prevé el Fondo Monetario Internacional (FMI), que por primera vez en más de un año ha revisado al alza sus proyecciones de crecimiento económico. Se proyecta que el crecimiento mundial pase de 3,4% en 2022 a 2,9% en 2023, para luego repuntar a 3,1% en 2024.
La subida de las tasas de interés de los bancos centrales para combatir la inflación y la invasión rusa de Ucrania continúan lastrando la actividad económica. La rápida propagación de la covid-19 en China frenó el crecimiento en 2022, pero la reciente reapertura ha preparado el camino para una recuperación más rápida de lo previsto.
Según el FMI en un reciente informe, la inflación mundial disminuirá de 8,8% en 2022 a 6,6% en 2023 y a 4,3% en 2024, niveles aún superiores a los observados antes de la pandemia (2017–2019) de alrededor del 3,5%. Las subidas de las tasas de interés de los bancos centrales empiezan a surtir efecto y la inflación habría empezado a ceder. El FMI habla de un «punto de inflexión».
Para Estados Unidos se estima un crecimiento de 2% para 2022, que baja a 1,4% en el 2023 y a 1% en el 2024. Los países de la zona Euro experimentarán un crecimiento de 3,5% en el 2022, de 0,7% en el 2023 y 1,6% en el 2024.
Para China se prevé un crecimiento de 5,2%, nueve décimas más de lo que el FMI anticipaba en octubre, gracias a la reapertura de China. India crecerá aún más, un 6,2%.
Las previsiones para 2023 también mejoran en las dos principales economías latinoamericanas: dos décimas para Brasil hasta 1,2% y medio punto para México hasta 1,7%.
«Las condiciones financieras mundiales han mejorado al empezar a remitir las presiones inflacionistas. Esto, unido al debilitamiento del dólar desde su máximo de noviembre, ha supuesto un ligero alivio para los países emergentes y en desarrollo», explica el director de análisis.
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Destaca el organismo que la balanza de riesgos continúa inclinada a la baja, pero los riesgos adversos se han moderado desde la publicación del informe de octubre de 2022. Entre los riesgos al alza, son plausibles un impulso más fuerte de la demanda reprimida en numerosas economías o una caída más veloz de la inflación.
Entre los riesgos a la baja, una evolución sanitaria severa en China podría frenar la recuperación, la guerra de Rusia en Ucrania podría intensificarse y un endurecimiento de las condiciones mundiales de financiamiento podría agudizar las tensiones por sobreendeudamiento. Los mercados financieros también podrían redeterminar súbitamente los precios en respuesta a novedades adversas en cuanto a la inflación, en tanto que la fragmentación geopolítica podría frenar el progreso económico.
«En la mayoría de las economías, ante la crisis del costo de vida, la prioridad sigue siendo lograr una desinflación sostenida. Con condiciones monetarias más restrictivas y un menor ritmo de crecimiento que podrían incidir en la estabilidad financiera y de la deuda, resulta necesario recurrir a herramientas macroprudenciales y afianzar los marcos para la reestructuración de la deuda».
Por otra parte, señala que el apoyo fiscal debe focalizarse mejor en los grupos más afectados por la carestía de los alimentos y la energía, y deben retirarse las medidas de alivio fiscal de amplia base. La cooperación multilateral más estrecha es esencial para preservar las ventajas del sistema multilateral basado en reglas y para mitigar el cambio climático limitando las emisiones y promoviendo la inversión ecológica.