Frases icónicas, por Aglaya Kinzbruner
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«Leave the gun, take the cannolis», «Deja la pistola, toma los cannoli», fue la frase más resaltante de la película de El Padrino. En el libro de Mario Puzo, quien además de escritor fue también guionista de la película, solo estaba la primera parte de la frase, «deja la pistola». Sin embargo, la emoción, el entusiasmo por la película, llevó al actor, Richard Castellano, a improvisar lo de los cannoli. Y fue algo totalmente genial porque el subtexto de esa frase es el amor a la familia. Mario Puzo tenía raíces del sur de Italia donde los vínculos familiares son más fuertes que en los Estados Unidos.
Castellano representaba a Peter Clemenza, quien había sido enviado junto con Rocco a despachar a Paulie, el sospechoso principal de haber traicionado al Padrino, Vito Corleone. Clemenza se aleja del carro estacionado en un descampado para hacer pis y se oyen tres disparos. Él vuelve al carro y suelta la frase icónica que todavía es recordada y usada en nuestro vecino del Norte. ¿Cuánta tesón, cuánta emoción y dedicación al trabajo es necesaria para llegar a una frase así?
Es una pregunta retórica difícil de contestar. Sin embargo, nosotros no dejamos de tener nuestra frase super icónica. Es de Ibsen Martínez y la escuchamos como en trance en boca de Franklin Virgüez en una de las mejores telenovelas de los años 90, Por estas Calles.
Esta frase pegó desde el primer día. Tanto así que muchos pensaron que probablemente era de algún tiempo atrás, como cuando Diego de Losada fundó Caracas, por ejemplo. Pero no es así, su éxito se debe a que refleja nuestra forma tropical de ver la vida: «Cómo vaya viniendo vamos viendo».
Esta novela se filmó entre el ’92 y el ’94 y fue casi una de las últimas maravillosas telenovelas venezolanas que llenaron nuestra intimidad televisiva entre los ’70 y los ’90. No podemos dejar de mencionar que la canción introductoria Por estas Calles fue compuesta y cantada por Yordano y es excelente, emocionante y seductora en extremo. Yordano ganó un Emmy Latino y hoy vive en Nueva York con su esposa. La mayoría de los protagonistas de nuestro boom de telenovelas ya no vive aquí, repartidos como están entre México y Estados Unidos y están los otros que ya no están.
En honor a estos protagonistas del pasado quisiéramos mencionar a algunas de estas telenovelas, ¡todas sería imposible! que trajeron tanta vida a los hogares, pusieron a Venezuela en un contexto internacional, y fueron un alegre radiopasillo para los que se habían perdido el capítulo del día anterior. Una de ellas fue Cristal, escrita por Delia Fiallo, con los actores Carlos Mata y Jeannette Rodríguez. Aunque tiene los sempiternos elementos de las telenovelas, un hijo abandonado por una joven seducida, que nunca se enteró que los preservativos se inventaron en el 1870, fue una buena producción y tuvo mucho éxito.
Cabe mencionar La Señora de Cárdenas por José Ignacio Cabrujas con la maravillosa Doris Wells y Miguel Ángel Landa en el 1977, La Dueña por Cabrujas en el 1987 y La Dama de Rosa cuyo autor fue José Ignacio Cabrujas junto con Boris Izaguirre en el 1988, absolutamente excelente, también La Señora por el mismo Cabrujas.
Otra que tuvo mucho éxito fue la telenovela Leonela, de Delia Fiallo, donde actuaron Mayra Alejandra y Carlos Olivier. Mayra Alejandra, una actriz muy bella era hija de otra escritora de telenovelas, Ligia Lezama, desposada con Charles Barry, actor y comediante de renombre. Gracias al éxito de Leonela, Mayra Alejandra logró reconocimiento internacional.
Leonela se transmitió en horario especial ya que trataba de un tema algo escabroso, una violación y, para colmo, ella termina enamorándose del violador, asunto para muchos, ¡imposible! Sin embargo, en la realidad hay pocos imposibles. Esto le sucedió a la Monja de Monza, Virginia María de Leyva (1575 – 1650), que terminó escapándose del convento con su amante. Basta criticar para que la historia nos desmienta.
Esos 30 años de telenovelas le dieron al país mucha energía positiva. Energía que luego y por las circunstancias mutó a estrés geopático, en palabras llanas, ¡mala vibra!
Aglaya Kinzbruner es narradora y cronista venezolana.
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