Fraude social, por Teodoro Petkoff
Las cifras oficiales de desempleo, proporcionadas por la Dirección Nacional de Estadística, nos hablan de una situación espeluznante. En abril de este año el 19,1% de la fuerza de trabajo se encontraba desocupada. Con respecto al mes anterior, marzo, se produjo una reducción de 0,7% en el porcentaje, puesto que en este mes el paro montó a 19,8% . Pero, simultáneamente, se incrementó el “trabajo” informal en 0,4% entre marzo y abril. O sea, el saldo social neto sigue siendo el de un país en el cual la quinta parte de su población en edad de trabajar no lo está haciendo, a lo cual debe añadirse que más de la mitad de esa misma población activa se desempeña en la esfera de la informalidad, donde los ingresos son considerablemente inferiores a los del sector formal de la economía y donde, además, no existe ninguno de los mecanismos de protección social propios de la formalidad ni rigen las normas de la legislación laboral.
La situación de los pobres se hace verdaderamente horrorosa. Lo resume dramáticamente esa madre que contaba a nuestros periodistas, en un barrio de Petare, que ella aconseja a sus cuatro hijos que duerman lo más posible y se levanten cerca del mediodía porque no puede darles sino una sola comida al día. Duerme para que no te desayunes, es su divisa. ¿Cómo se puede vivir así?
Pero no es para menos. En cien familias entrevistadas en barrios humildes de Petare, el ingreso mensual del 68% de ellas es igual o menor al salario mínimo. En otras palabras, más de dos tercios del total “viven” con 190 mil bolívares o menos por mes. Cifras más o menos semejantes encontramos en cien familias pobres en la otra punta de la ciudad, en La Vega. Por cierto que en ambos sectores, sobre 200 familias entrevistadas, un poco más de 1.000 personas, los niveles de desempleo son superiores al 50%, bastante por encima del promedio nacional registrado por la DNE. Desde luego, no atribuimos rigor estadístico a esta muestra pero algo pone en evidencia respecto de la crisis social que vive el país.
Porque es en el ámbito de lo social donde resulta más estruendoso el fracaso del gobierno.
Ayer centenares de desempleados de la región petrolera oriental se apostaron a las puertas de Pdvsa protestando el tradicional mecanismo corrupto de la llamada venta de los “reportes” que manejan los sindicalistas (en este caso la movilización tuvo que ver con el pleito PPT-MVR por el control de Pdvsa), pero poniendo en evidencia la profundidad del abismo (des) ocupacional en la región. Más allá de la manipulación política, el problema es real.
El fracaso social, sin embargo, es traducción de un rotundo fracaso político. Lo que fracasa es una concepción política y un estilo político de gobierno. Chávez, que se la pasa reclamando la primacía de lo político sobre lo económico es precisamente en el ámbito político donde presenta sus mayores debilidades. La caída económica y su correlativa catástrofe social sólo se pueden explicar y entender a la luz de una tremenda equivocación política. Es precisamente en el terreno de la política donde Chávez ha resultado todo un fraude.