Frontera viva: En Venezuela la niñez se pierde a los 10 años

La migración pendular se ha convertido en el resuelve de familias venezolanas que se desplazan hasta la frontera con el departamento colombiano de Norte de Santander, para vender algo o realizar algún oficio y así conseguir un poco de dinero, aunque la pandemia haya dificultado esta travesía
En el marco de la grave crisis que padece Venezuela, se ha normalizado la presencia de niños y adolescentes trabajando o pidiendo limosna en las calles del país. Muchos de ellos iniciaron el oficio a los tres años en compañía de sus padres, otros comenzaron solos a los 10 años, según informa en su portal el medio de comunicación Frontera Viva.
Las calles de los estados fronterizos con Colombia y Brasil son testigo de esta cruda realidad. Una de las zonas más concurridas por este tipo de desplazamiento interno es la capital del fronterizo estado Táchira, allí un grupo de niños, varones en su mayoría, limpian parabrisas a cambio de algún pago en pesos colombianos, moneda de uso común en esa localidad.
A diferencia de otros jóvenes de su edad, Raymond cada mañana se levanta temprano, no con planes de disfrutar el día con juegos, amigos o prácticas deportivas, sino para ir a trabajar. Desde niño ha asumido el rol de proveedor del hogar.
Sus manos reflejan los años de trabajo, su cuerpo delgado luce ropa desgastada, sus pies calzan zapatos deteriorados, y sobre su espalda escurre el peso de un morral tricolor repleto de huecos.
Con voz sutil ofrece los dulces que lleva depositados en una cesta plástica verde. Es el oficio al que se dedica desde que llegó de Colombia, país en el que vivió y trabajó durante dos años, pero en el que no consiguió lo que esperaba.
*Lea también: La llegada de niños migrantes sorprende a la frontera norte de México
Colombia fue el primer destino escogido por el adolescente venezolano que, como muchos otros, busca aliviar la crisis económica que enfrenta. Ahora planea viajar a Chile, donde la vida es más fácil, según le han contado. Aún no sabe qué hará, aunque le han prometido un empleo al llegar.
El viaje lo emprenderá a pie junto a su mamá y uno de sus hermanos mayores. Teme el recorrido, nunca ha caminado tanto, aunque gran parte de su familia salió de la misma forma.
Poca ropa, comida y agua, es lo único que podrá llevar durante el pesado viaje. Cuando llegue a Chile, espera reunir dinero suficiente y retornar al país para establecer un negocio con el que espera continuar sustentando a la familia.
No piensa permanecer en Chile porque en Venezuela deja a los abuelos, quienes dependen de su cuidado y manutención. No olvida, ni por un instante que es el responsable del hogar.
Mientras algunos niños abandonan Venezuela, otros se desplazan internamente de ciudad en ciudad, junto a sus padres con rumbo a la frontera colombo-venezolana.
Si bien, no existen cifras oficiales referentes a la migración interna, esta se evidencia en la movilización de familias desde el interior de Venezuela hasta las zonas fronterizas con Colombia.
Este fenómeno −indica el abogado y Coordinador General de la organización Cecodap, Carlos Trapani− es reciente y está relacionado con la emergencia humanitaria compleja que golpea al país y que se ha agravado con la llegada del covid-19.
Con información de Frontera Viva