Fuerza Armada Bolivariana, por Teodoro Petkoff
¿Qué ocurrirá con la FAN en la Reforma Constitucional? Primero que nada se le cambia el nombre. Será Fuerza Armada Bolivariana. Ya veremos que consecuencias trae esto. No es inocente la nueva denominación.
En el artículo 328 se redefine a la FAB como “un cuerpo esencialmente patriótico, popular y antiimperialista”, en lugar de lo que establece la actual Constitución: “institución esencialmente profesional, sin militancia política”. Con la nueva redacción queda abierto el camino hacia la transformación de la FAN en una institución política, es decir, partidista. En otras palabras, los oficiales terminarán perteneciendo obligatoriamente al partido de gobierno. ¡Ojo! No a cualquier partido, sino al del gobierno. El cambio de nombre de FAN a FAB no es meramente formal.
Supone una definición ideológico-política, porque el “bolivarianismo” no es sino la instrumentalización ideológica y tendenciosa del nombre del Libertador, vinculando la política de Chávez a un supuesto legado de Bolívar. El “bolivarianismo” se ha hecho sinónimo, en la práctica política del gobierno, de “chavismo”. Al denominarla como FAB se la transforma, explícitamente, en una institución de partido, en parte del partido de su Comandante en Jefe.
Esto queda más claro aún cuando se suprime en su definición lo consagrado en la constitución de 1999, de que la FAN “está al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna”. En su discurso ante la AN, Chávez decía que eso no es necesario establecerlo en la Constitución porque es algo así como obvio. No es cierto.
Esa prohibición constitucional tiene que ser explícita porque al eliminarla, los militares tienen abierta la posibilidad de hacerse miembros de un partido (para el caso el PSUV), colocándose así al servicio de una persona, Hugo Chávez, quien, “casualmente”, es su Comandante en Jefe y, simultáneamente, jefe del PSUV.
Para que esta norma constitucional quede blindada, se prevé, entre las atribuciones del Presidente (artículo 236, numeral 7), la de “Promover a sus oficiales (los de la FAB) en todos los grados y jerarquías y designarlos o designarlas para los cargos correspondientes”. Hasta ahora, los ascensos dependientes del presidente son los de coronel hacia arriba; una vez aprobada la reforma, desde sub-teniente en adelante, los ascensos los determinará Chávez.
Puede imaginarse el tremendo instrumento de poder que adquirirá éste al tener en sus manos el destino de los oficiales desde que salen de las Academias. Yo-El-Supremo decidirá quien asciende y quién no.
Adiós carrera, adiós méritos; la credencial suprema será la de “lealtad” política a quien tiene la llave de los ascensos, Yo-El-Supremo.
A la FAB se la transformará, pues, en perro guardián de los intereses políticos de Hugo Chávez, de los de los millonarios de la boligarquía y de los burócratas de la nomenklatura partidista. Pues, NO. Esto es incalable.