Fundación Manzano Arte: malabares que forman y entretienen
Los aplausos cargados de emoción muestran el entusiasmo del público después de las acrobacias y malabares que ofrece el Circo Social Manzano Arte, una fundación que llevó diversión y entretenimiento gratis a los niños del sector Las Casitas de La Vega y otras comunidades aisladas, que lidian con problemas de transporte público y violencia, enemigos que le restan espacio a la sana convivencia
Fotos: Luna Perdomo
La cancha de la escuela Fe y Alegría «Andy Aparicio» de La Vega se llenó de malabares y artistas que sacaron sonrisas de niños y adultos en el sector Las Casitas, quienes se acercaron a disfrutar de una tarde llena de entretenimiento ofrecida por el Festival de Circo Social Manzano Arte, una fundación que forma a jóvenes de escasos recursos en diversas áreas escénicas, como una alternativa que los aparte del ocio y les inculque valores, mientras se divierten y aprenden un oficio.
La actividad inició con la actuación de un grupo de chamos de diversas edades, todos de Carayaca (La Guaira), quienes dieron al público un recorrido por el repertorio de lo aprendido, haciendo piruetas con cuerdas, telas, bailes y diversos tipos de malabarismos.
La segunda parte de la función fue para artistas internacionales (Suiza, Japón y Argentina), que ofrecieron shows de acrobacias con sogas y en redes. Otros ejecutaron rutinas de mímica y hasta hubo un equilibrista en monociclo. El evento culminó con las gradas repletas de gente complacida que quería más y aplaudía emocionada a todos los artistas.
«Lo más importante de todo es que hemos ido estableciendo la sana convivencia y reestableciendo el tejido social y comunitario», dijo el padre Alfredo Infante, párroco de la zona, y resaltó la importancia que tiene el derecho a la recreación, especialmente para los niños y para la convivencia familiar. También agradeció al Centro de Formación Integral San Alberto Hurtado, al Instituto Cultural de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) y a la Fundación Manzano Arte, por la alianza que hizo posible este tipo de encuentro y espacios recreativos, «tan necesarios en una comunidad aislada, con problemas de transporte público, servicios básicos y violencia, que dejan pocos medios y espacios para el entretenimiento».
Tras bastidores
La magia para que las clases de formación, presentaciones, festivales y logística se hagan realidad, va más allá de un «abracadabra» y una varita mágica, ocurre tras bastidores y de la mano de Luis «Enano» Bogado Roque y de Soribel García, dos artistas integrales que dirigen la fundación desde su creación en 2015 y desde entonces hacen «maromas» para conseguir colaboraciones, alianzas y presupuesto que permitan que el show pueda continuar.
«Por ser un proyecto de autogestión, organizamos el festival con un año de anticipación para poder buscar fondos, muchos son de nuestros propios ahorros; hacemos presentaciones pro fondos fuera del país y a veces recibimos apoyo de algunas organizaciones y de artistas internacionales», comenta «el Enano» y destaca que este año contaron con la colaboración de las embajadas de Francia y Suiza.
Con relación a la formación en artes escénicas, Soribel explica que las clases son gratuitas y están dirigidas a niños y jóvenes de Carayaca, en situaciones precarias y con edades entre 7 y 18 años. El número de clases por semana y de participantes varía según el presupuesto que manejen para el momento. «A veces tenemos 18 estudiantes, a veces hay más de 30, pero solo hay clases si tenemos fondos».
Además de música, teatro, danza, arte circense, pintura, acrobacias y malabares, los jóvenes también alimentan el intelecto con clases de lectura, escritura, pintura, idiomas (inglés y francés), filosofía, entre otras. «Queremos recorrer el país con el proyecto, y con nuestro conocimiento a nivel artístico sembrar valores en los niños vulnerables, a través del arte», indicó la artista.
Más que acrobacias
«Tengo cuatro años en el circo. Un día los vi actuando en la plaza de Carayaca y hablaron de las clases de artes escénicas. Me inscribí y pasé por teatro, malabares y después me agarró el baile (break dance) y eso me terminó de enamorar de lo que hago», cuenta Kelvin González, estudiante de la fundación. Él, junto a otros cinco alumnos mayores, conformaron un equipo y hacen presentaciones privadas en distintas zonas rurales de La Guaira con tarifas asequibles y planes gratuitos para las escuelas.
Artista de la familia
«Me siento demasiado feliz de estar en el circo social y me encantaría progresar en las artes hasta hacerme una profesional y viajar por varios países. Quiero ser la artista de mi familia y que ellos se sientan orgullosos de mí», expresa Jeilyn Rondón, estudiante de Manzano Arte.
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