¿Ganó o perdió Trump con el cierre del gobierno?, por Ángel Monagas
La respuesta es compleja: ni se puede decir que Donald Trump haya salido claramente «ganador», ni que haya sido un desastre absoluto — hay victorias tácticas limitadas y pérdidas estratégicas importantes.
Posibles ganancias para Trump:
Imagen de firmeza y control
Trump calificó el acuerdo para reabrir el gobierno como una «gran victoria». Al tener el control de la Casa Blanca y la mayoría en el Congreso (al menos en parte), pudo presentarse como quien lleva el timón en la negociación. El cierre le permitió marcar un tema clave (presupuesto, inmigración, subsidios de salud) que moviliza su base.
División del bando adversario
En el Senado algunos demócratas rompieron filas. Esto puede interpretarse como debilitamiento de la unidad del Partido Demócrata frente a la narrativa que Trump quería dar. Al presentarlo como un resultado en que «él ganó» la negociación, puede inundar su narrativa de campaña con un logro concreto («reabrimos el gobierno bajo nuestros términos»).
Reafirmar su agenda de austeridad / recorte
Parte de la lógica del cierre es mostrar que no va a «ceder» sin concesiones. Algunos votantes de Trump aprecian esa postura de no ceder fácilmente. Puede reforzar su perfil frente a ciertos sectores internos del partido que lo ven como el líder «incómodo» pero decisivo.
Pérdidas y riesgos para Trump:
Responsabilidad de la imagen pública
Las encuestas recientes indican que más estadounidenses culpan a Trump y al Partido Republicano por el cierre que al Partido Demócrata. Cuando la vista pública se traduce en «¿quién lo hizo mal?”, estar en el lado del Gobierno que cierra le coloca en posición de vulnerabilidad, especialmente ante votantes indecisos.
Costos económicos y sociales
Cada semana de cierre se estima que cuesta unos US$15 mil millones al PIB, y cientos de miles de empleos podrían estar en riesgo. Beneficios sociales, como los del programa SNAP (cupones de alimentos), estuvieron en peligro, lo que afectó directamente a votantes con menor poder adquisitivo. Si los votantes perciben que la acción de cerrar el gobierno produjo «dolor» para la ciudadanía (aunque se lo carguen al adversario), eso puede traducirse en rechazo al partido del Presidente.
Gratitud y movilización de la oposición
Un cierre prolongado brinda terreno para los demócratas a movilizarse mediante el mensaje «estos son los riesgos de que nosotros no tengamos un gobierno que funcione». Además, la polarización se intensifica y Trump carga con parte de esa polarización, lo que podría aislarlo en votaciones más amplias.
Impacto electoral en elecciones intermedias o locales
Aunque Trump no esté directamente en la papeleta en todas las contiendas locales, su marca política puede arrastrar a los candidatos republicanos. Si la percepción pública es negativa, estos candidatos pueden sufrir. Un cierre prolongado pudo haber generado «voto de castigo» o menor movilización de la base si esta se siente frustrada por errores o excesos.
Conclusión: ¿Ganó o perdió Trump?
Mi lectura personal es que Trump logró una ganancia táctica, pero sufrió una pérdida estratégica. Es decir:
Ganó en el sentido de poder presentar un acuerdo, reforzar su imagen de negociador fuerte y dividir al adversario. Perdió porque el costo político para él (y para el partido) podría superar ese logro: la opinión pública lo está viendo responsable, los electores moderados pueden volverse en contra, y los efectos económicos podrían dañar su narrativa de “mejor economía”.
En un cálculo político más amplio: si su objetivo era consolidar su base sin dañar a la mayoría de votantes, probablemente no salió bien. Si su objetivo era demostrar control y firmeza ante su núcleo duro, sí lo consiguió.
Por tanto, si tuviera que dar un veredicto: más «empate con ventaja leve para él» que «victoria clara».
Los demócratas perdieron una pelea que ya tenían ganada. Abusaron de su suerte. Al cumplirse el actual cierre como el segundo más largo por el propio presidente Trump debieron prever, que un hombre como el actual Presidente tenía muchas jugadas para usar. El público ya había condenado a Trump pero su última jugada fue genial y una derrota la hizo victoria.
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De los ocho disidentes demócratas, dos no van a la reelección. Uno, tiene un circuito de base electoral de empleados públicos y otro electo en el Partido Demócrata, se declara independiente y siempre ha votado con los republicanos.
Trump solo debió convencer a cuatro y para un presidente como Trump con alto poder de «influencia» resultaba fácil la tarea y es allí donde Trump emerge como el salvador.
Siguen los demócratas careciendo de un vocero fuerte, de una figura capaz de enfrentar a Trump.
Ángel Monagas es abogado y comunicador.





