¿Ganó Trump y no el partido republicano?, por Ángel Monagas
Hemos venido analizando el resultado de las recientes elecciones de los Estados Unidos, no como un enfrentamiento entre partidos, sino como el resultado de la penetración de un liderazgo en la población llamado Donald Trump.
Rompiendo todas las previsiones ganó los siete estados prioritarios, calificados como bisagras para abrir las puertas del triunfo a la presidencia de la nación y además logró por primera vez en 20 años el voto popular para los republicanos.
Donald Trump influyó en casi todos los grupos demográficos en todo el territorio estadounidense.
En su regreso por una segunda oportunidad, Trump rompió todos los pronósticos.
Los demócratas a mi juicio muy torpemente, lanzaron una feroz campaña legal en su contra que lo afectó de manera personal por una parte y por la otra, lejos de restarle le sumó más seguidores.
Esos ataques vinieron de ambos partidos, porque la campaña interna también fue una demostración de la ferocidad con que fue atacado.
Lo acusaron y condenaron. Los calificativos de autoritario, dictatorial y hasta la comparación con Adolf Hitler, lejos de amilanar, lo catapultaron en la preferencia electoral. Esto sin obviar el atentado en su contra, que según muchos expertos mostró la negligencia del servicio secreto que lo custodiaba.
Trump desesperó a sus enemigos pero nunca pudieron detenerlo. Ganó y muy bien. Tiene el deber de gobernar y cumplir su agenda, por la que votaron sus electores.
El portaaviones
Trump se acerca más al concepto de líder latinoamericano por tener dos características fundamentales: O lo quieren, o lo odian. No hay medias tintas. Las personas como él no son agua tibia.
En las campañas políticas, aunque hay la representación de un partido, siempre la figura de un candidato como un portaaviones militar lleva a otros, los transporta. Si el candidato gana esto facilita el triunfo de los que lleva en su plataforma.
En Venezuela lo vivimos con Chávez, cuándo a través de una figura apodada el Kino ganó la Asamblea Nacional Constituyente y luego la Asamblea Nacional, gobernaciones, etc.
Llegaron al poder personas sin ninguna capacidad en muchísimos casos y sin ninguna formación. Recuerdo que en el Estado Lara, el chofer o el guardaespaldas de un diputado le ganó la elección. Evidentemente no gana el candidato en cuestión sino el portaaviones que lo llevó como fue Chávez.
Si Chávez no aparece ninguno de los que hoy gobiernan por el PSUV, hubiesen aparecido.
En el caso de Trump, también llevó a los republicanos a tener la mayoría en ambas Cámaras: Cámara de Representantes y el Senado.
El partido Republicano mantuvo la Cámara de Representantes no obstante la creencia popular y los pronósticos de que la perderían y recuperaron el Senado de Estados Unidos luego del resultado para los demócratas de cuatro escaños menos.
¿Pero quién ganó, quién perdió?
Para mí es muy simple. Ganó Trump y tras él arrastró a los candidatos republicanos.
Ni el Presidente de la Cámara de Representantes Mike Johnson, ni el líder republicano saliente el senador Mitch McConnel por el Estado de Kentucky, ni nadie más logró ese objetivo.
La imagen, el verbo, el liderazgo de Trump se impuso. Arrollo a propios y extraños.
Una situación bien difícil deberá enfrentar el presidente electo y ya lo estamos observando en diversos comentarios expresados a través de varias fuentes que cubren la política en este país: ¿Se acostumbrarán o aceptarán este papel de segundón los líderes republicanos? Yo no lo creo.
Vale la pena leer a la representante Marjorie Taylor Greene, republicana de Georgia, quien en una publicación muy interesante en las redes sociales, analiza el enigma que ahora enfrentan los militantes del partido del elefante:
«Los republicanos lo han perdido todo en varias contiendas reñidas para la Cámara de Representantes. En el segundo distrito de Maine, el segundo distrito de Nuevo México, el séptimo distrito de Virginia y muchos, muchos, muchos más, los republicanos probablemente deberían haber ganado, pero no lo hicieron. Si bien todavía no tenemos datos de los resultados presidenciales hasta el distrito del Congreso, estoy bastante segura de que es muy probable que Trump haya superado a los republicanos del Congreso en TODOS estos distritos en disputa y más…».
«Contamos con datos de cada estado y Trump definitivamente superó a los candidatos republicanos al Senado en todos los estados en disputa. De hecho, mientras que los senadores electos Bernie Moreno de Ohio y Tim Sheehy de Montana casi con certeza iban a ganar independientemente del resultado de la carrera presidencial, y el senador electo Jim Justice de West Virginia definitivamente iba a ganar de todos modos (lo que le daría al Partido Republicano una mayoría en el Senado), en los otros estados en disputa la única otra victoria que tiene el Partido Republicano es con el senador electo David McCormick en Pensilvania. McCormick SÓLO va a ser Senador gracias a Trump: Trump lo llevó hasta la meta allí».
«En otros estados en disputa, como Michigan, Wisconsin, Nevada y Arizona, los candidatos republicanos al Senado tuvieron un desempeño inferior al de Trump y no alcanzaron las expectativas. Algunos de ellos se acercaron lo suficiente a Trump en los temas, y otros tenían varios problemas que no valía la pena volver a litigar en este momento. Pero el hecho es que Trump ganó en todos esos estados, y los republicanos en las contiendas de menor rango no lo hicieron».
Para los republicanos recordar quien los llevó a la victoria podría ser una tragedia. Trump logró avances desafiando límites demográficos y geográficos de antaño, que podrían consolidar al Partido Republicano en el futuro si el partido abraza plenamente a Trump y lo que él representa, o podrían desperdiciarse para siempre si los republicanos la arruinan como lo han hecho en el pasado.
Para ilustrar este punto, la representante Alexandria Ocasio-Cortez (demócrata por Nueva York) realizó un interesante experimento en las redes sociales en el que preguntó a los seguidores que votaron por ella y por Trump por qué lo hicieron:
Estas respuestas no son científicas, por supuesto, y la representante en cuestión definitivamente está seleccionando cuidadosamente lo que publicó. Pero, no obstante, las selecciones pintan un panorama interesante y deberían enseñarles una lección a los republicanos.
Veamos si cometen errores o si lo hacen bien. El tiempo lo dirá.
Lo cierto hasta ahora es que Trump rebasa los límites de alcance del partido Republicano. Eso no gusta a muchos aunque es una realidad.
Romper el establishment y plantear el propio es cuesta arriba, es prematuro anunciarlo cuándo aún no ha comenzado la etapa más difícil de una campaña como lo es gobernar.
En ese tema no cesan los rumores y situaciones difíciles.
Algunos demócratas, quizá dolidos por la derrota, quizá acertados por su olfato político, señalan que a Marco Rubio lo puso Trump para matarlo (políticamente hablando).
Al año lo saca, porque comenzó mal hablando de la Fuerza. Luego no puede ser de nuevo senador porque debe esperar cuatro (4) años hasta el 2029 y gobernador tampoco, porque De Santis busca la reelección.
El senado lo maneja una mayoría que no es la de Trump aunque en este momento guarda silencio.
Y además Lara Trump, nuera del presidente electo, responde a los pedidos para que el gobernador Ron DeSantis la nombre como senadora de Florida para ocupar el puesto de Marco Rubio. Al respecto ella comentó: «Si puedo servir, me encantaría servir a la gente de Florida… Realmente creo que tener esa oportunidad sería increíble».
De la lectura de la prensa y de algunos analistas se establece que «el presidente electo Donald Trump ha preparado el escenario para polémicas batallas de confirmación en el Senado sobre algunos de sus candidatos para puestos de gabinete, incluyendo Matt Gaetz para fiscal general. Gaetz, un republicano de Florida que renunció al Congreso el miércoles, ha estado bajo investigación por el Comité de Ética de la Cámara de Representantes por acusaciones de mala conducta sexual, uso ilegal de drogas y aceptación de regalos indebidos. Gaetz está entre una serie de nominados planeados por Trump desde que ganó la presidencia la semana pasada».
Al renunciar se cierra el expediente pero el peligro no cesa, sobre todo para quien ocupará uno de los puestos más importantes.
¿Los Estados Unidos tendrá un presidente que ha sido condenado y también tendrá un Fiscal General en esas condiciones? Respuestas interesantes seguramente habrá.
En ambos partidos los legisladores no salen de su asombro por esta nominación a un cargo tan importante como el Fiscal General de la nación.
Igual reacción con la designación de Pete Hegseth, presentador de Fox News y veterano del Ejército como secretario de Defensa.
Una cosa es hablar de la guerra, de las armas, otra cosa es dirigir, administrar, diseñar políticas en el ámbito de la defensa y el ataque de una nación famosa por tener el mejor ejército del mundo.
Coloca a Robert Kennedy, como secretario de salud pública sin ser médico ni especialista en el área de administración de salud. Además de ser un férreo atacante del sistema de vacunas.
Las acciones de varias farmacéuticas se han venido al piso y eso tendrá más temprano que tarde repercusiones políticas para el presidente Trump.
*Lea también: El reto del Trump presidente es superar al Trump candidato, por Ángel Monagas
Los expertos en salud pública y el sector farmacéutico palidecieron con la nominación en cuestión.
Señala The Washington Post acertadamente «Al elegir a Kennedy, que no tiene ningún título en medicina ni en salud pública, Trump está proponiendo nuevamente el tipo de decisión provocativa sobre la dotación de personal que subraya su deseo declarado de romper las normas de Washington».
Definitivamente, son muy poco ortodoxas muchas de sus designaciones y prácticamente está retando al senado a contrariar sus nominación.
Por el momento no creo que el partido gobernante caiga en esa trampa.
O será que Trump está convencido que él no necesita del partido republicano para gobernar.
El juego inicia.
En todo caso, Trump llegó para romper paradigmas, para imponer cambios y promover una nueva cultura política incluido el partido que le sirvió de plataforma, a menos que el plan sea otro.
Todos los que residimos en este país, queremos que sea para bien.