Gas del bueno, por Teodoro Petkoff
Orden cumplida. Al día siguiente del úkase de Chacumbele de lanzarle «gas del bueno» a los estudiantes, los «desconocidos» muchachones de La Piedrita se dedicaron a repartir gas lacrimógeno al por mayor; la Universidad Central, la Nunciatura y el hogar de Marcel Granier fueron los «objetivos militares» atacados. Esto por lo que respecta al brazo parapolicial del gobierno. Por otro lado, el brazo policial entró en acción el lunes en Mérida y ayer en Caracas. Allá fue el gobernador Díaz Orellana quien ordenó gas del bueno para los muchachos, y al parecer acompañándolo con unos palos de ñapa, que dejaron varios estudiantes contusos.
El golpista del 4F, el rebelde que no vaciló en utilizar las armas de la República contra ella, el mismo que montó una guarimba en el Museo Militar, ahora, cual carcamal conservador, se escandaliza con la rebeldía de los jóvenes estudiantes. En realidad, finge escandalizarse. Reprimir a los estudiantes es parte del plan de criminalizar la campaña electoral por el NO. Según los estrategas del miedo, hay que sembrar la idea de que todo cuanto se haga llamando a votar NO, es parte de un plan golpista y/o guarimbero.
El gobierno trabaja con un doble propósito. Por un lado, busca generar una atmósfera de conflictividad, de violencia, de incertidumbre, que, cree, podría intimidar e inhibir a algunos votantes que rechazan la reelección indefinida. No se da cuenta de que también podría asustar a sus propios votantes. Para estos, sin embargo, está el otro lado del plan.
Chacumbele está perfectamente consciente de que entre su reelección, en diciembre de 2006, y el referéndum constitucional, un año después, tres millones de sus seguidores se quedaron en casa, sin votar. Para las elecciones regionales apenas pudo recuperar un millón de los «perdidos».
Todavía hay dos millones por ahí colgados y las cuentas siguen sin cuadrarle. «¿Dónde están esos dos millones?», preguntaba el otro día en una de sus peroratas. Cree que puede encontrarlos motivándolos con el cuento chino de que hay una conspiración golpista para tumbarlo. Necesita la polarización.
Pero sabe que eso no basta. Concedió a gobernadores y alcaldes la posibilidad de la reelección indefinida para que lo ayuden a buscar hasta debajo de las piedras a esos «malos hijos de la patria». Para eso el CNE extendió el horario de votación hasta las 6 de la tarde. O sea, legalizó lo que han venido haciendo en todas las últimas elecciones: estirar el horario para que les alcance el tiempo de recoger y obligar a votar a los «ingratos» que no quieren hacerlo. Pura desesperación. Todo eso fracasará. Son tiros por la culata.
La violencia del discurso, la violencia de las bandas parapoliciales, la violencia policial, la tentativa de criminalizar las actividades electorales de quienes adversan la reelección indefinida; todo eso se devuelve contra sus promotores y sobre todo contra el principal de ellos, Su Alteza Real, Chacumbele. Vota NO.